Domingo, 23 de marzo de 2003 | Hoy
SAN JUAN EN EL PARQUE Y RESERVA ISCHIGUALASTO
El Valle de la Luna es uno de los parques naturales más singulares de la Argentina. Su paisaje es árido y mineral, con rocas que encierran los fósiles de aquellos animales que fueron el eslabón entre los dinosaurios y los mamíferos. La erosión esculpió formas que parecen hechas por la mano del hombre.
Muy oficialmente, el Valle
de la Luna se llama Parque Natural Provincial y Reserva Nacional Ischigualasto.
Pero es conocido y presentado por todos como Valle de la Luna, el nombre que
se le dio hace muchos años, cuando este sorprendente valle situado en
el norte de la provincia de San Juan, muy cerca de La Rioja, empezó a
darse a conocer por primera vez con fines turísticos.
Se trata de una comarca entera que ofrece un paisaje mineral, marcado por decenas
de miles de años de erosión. En este entorno, la naturaleza se
volvió artista y esculpió obras de una frágil y austera
belleza. Se trata de un lugar singular, donde el visitante se vuelve intérprete
y busca asociaciones de ideas y de formas, dando nombre a cada una de estas
esculturas de piedra, agua y viento. El Valle de la Luna es, sin duda, el nombre
que mejor le conviene a este árido rincón de la Precordillera,
no sólo por su paisaje lunar y desolado sino también por el legado
poético que dejan en todos quienes han visto estas gigantescas obras
de piedra y de tiempo.
DESDE
SAN JUAN O DESDE LA RIOJA
El camino más directo para llegar al Parque pasa por San
Agustín del Valle Fértil, en el este de la provincia de San Juan.
Tiene, sin embargo, un largo tramo de ripio entre los pueblitos de Usno y Los
Baldecitos, por lo que muchos turistas prefieren visitarlo desde La Rioja, y
no desde San Juan mismo. Desde Patquía se llega a Ischigualasto por la
RN 150, siempre asfaltada.
A pesar de su tipografía importante en los mapas, San Agustín
es apenas un pueblito de casas bajas dominadas por una iglesia levantada en
un lugar donde había asentamientos indígenas huarpes. Su más
valioso tesoro es su Biblioteca Municipal, que fue fundada por Sarmiento. Es
un lugar adecuado para pernoctar, ya que tiene buenas infraestructuras, con
varios precios y niveles de servicios. El Parque Natural está a unos
80 kilómetros de allí.
La ciudad de Villa Unión, en La Rioja, es otra opción interesante.
Además permite combinar las visitas del Parque Nacional Talampaya (en
La Rioja) y el Valle de la Luna, ya que se pasa por el primero para acceder
al segundo desde esta ciudad. Sin embargo, esta visita combinada prácticamente
sólo es factible para quien tenga su propio medio de transporte, sea
una moto o un auto, ya que desgraciadamente son muy pocos los operadores de
San Juan y de La Rioja que lograron organizar visitas conjuntas a los dos parques
(uno de los tantos ajustes que se deben hacer todavía a nivel turístico).
Villa Unión es un pequeño centro regional, con buenas infraestructuras,
y es también un centro de vitivinicultura. La proximidad de San Juan
capital y La Rioja capital también convierten a estas ciudades en puntos
de base para quienes prefieren las comodidades, y no quieren dedicar más
de un día de excursión al parque.
De todos modos, de una manera u otra, ya sea para una excursión o una
visita más exhaustiva, hay que llegar hasta Los Baldecitos, donde se
unen las rutas que vienen de San Agustín y de La Rioja: el Valle de la
Luna está a pocos minutos de allí. El parque fue creado en 1971
para proteger unas 62 mil hectáreas que en el año 2000 fueron
inscriptas en la lista de los Patrimonios Naturales de la Humanidad.
UN
PARQUE PROTEGIDO
El Valle de la Luna se visita en auto; para ello fue bien delimitada
una red de caminos que totaliza unos 42 kilómetros. No es posible apartarse
de ese itinerario preestablecido ni tampoco pararse fuera de las cinco estaciones
fijadas para proteger el resto del ecosistema. Afortunadamente, la inclusión
del Parque en la lista de Patrimonios de la Humanidad por parte de la Unesco
hizo reforzar las medidas de protección del medio natural y el respeto
de estas normas de visita.
En realidad se puede visitar solamente una pequeña parte del Parque,
eligiendo entre dos itinerarios: uno breve (de unos 30 kilómetros y doshoras
de duración) y otro más largo y completo (45 kilómetros
en tres horas). La presencia de los guías es una valiosa ayuda no sólo
para la interpretación del paisaje sino para seguir y respetar las normas
de circulación y de visita. El recorrido empieza en el Centro de Interpretación,
en la entrada del parque, al pie del Cerro El Morado, de 1400 metros de altitud.
Es posible participar de una caminata hacia la cumbre, para tener una vista
panorámica sobre todo el parque, pero también con un poco
de suerte avistar cóndores.
El Parque está comprendido en un valle de 50 kilómetros de longitud
por 15 de ancho en promedio. Su formación se remonta al período
triásico, hace unos 220 millones de años. El Valle de la Luna
fue clasificado en cuatro formaciones geológicas, cada una con características
propias, de las cuales solamente tres se pueden observar en la zona habilitada
para el turismo (la llamada Formación Ischichuca no está presente
en esta zona).
LOS
RASTROS
Esta formación se caracteriza por un paisaje de monte, con
relieves no muy marcados. Sus rocas son amarillentas, verdosas, pardas y grisáceas,
y forman paletas de colores muy fotogénicas en las luces de la mañana
y la tarde. Entre los monumentos naturales más destacables del Parque,
el Submarino (la famosa formación rocosa con dos chimeneas
de piedra, el emblema del parque) y el Gusano pertenecen a esta formación.
En estas rocas se encontraron fósiles de helechos y anfibios, huellas
que permitieron comprobar que, en otras épocas, estas zonas del Parque
fueron pantanos tropicales, donde la humedad, una vegetación exuberante
y la rica fauna de insectos y reptiles contrastan con la aridez actual. Los
Rastros es el hábitat predilecto del puma y de las vizcachas.
ISCHIGUALASTO
Se encuentra en el centro de la zona visitable del Parque, de relieves
algo más marcados, y rocas beige y violáceas, como el Valle Pintado
y la Cancha de Bochas. El principal monumento natural de esta formación
es El Hongo. Es también el sector más importante en cuanto a fósiles
de todo el Parque. Los troncos petrificados atestiguan sobre la antigua existencia
una importante selva, en esta región que fue tropical y muy húmeda,
como la Formación Los Rastros. Se encontraron fósiles de dinosaurios
herbívoros y carnívoros, y restos de mamiferoides, una familia
de animales que fueron una suerte de eslabón entre dinosaurios y mamíferos,
llamados por los científicos rincosaurio y cinodonte. En la entrada del
Parque, una escultura de rincosaurio da la bienvenida a los autos y sus pasajeros.
LOS
COLORADOS
Es la formación más joven (contando en
tiempos geológicos, por supuesto, ya que tiene a pesar de todo unos 180
millones de años bien contados...). Sus relieves son entonces los más
marcados, en general barrancas de hasta 200 metros de altura. La presencia de
hierro en sus rocas le dio el tono rojizo que le valió el nombre. Es
de formación muy similar geológicamente al vecino sitio de Talampaya.
Las Barrancas Coloradas, que figuran en los circuitos, son la mejor concreción
de esta formación.
El centro interpretativo y los guías son preciosas fuentes de información
para poder descifrar los mensajes de las rocas y de estas distintas formaciones
lunares en plena tierra. Una pequeña guía de geología y
mineralogía no está de más para quienes quieran profundizar
en el paisaje de la región. Por otra parte, hay que recordar que en algunos
rincones del Parque es posible encontrar vestigios de una historia más
reciente, ya que los primeros hombres que vivieron en este valle dejaron puntas
de flechas y un par de petroglifos que hoy están a la vista de los visitantes.
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