CHUBUT. EL MUSEO DE LOS DINOSAURIOS
El Museo Egidio Feruglio de Trelew exhibe dinosaurios del Triásico, el Jurásico y el Cretácico. Millones de años que se pueden atravesar en pocos pasos, descubriendo un mundo fantástico poblado de animales gigantes que vivieron en la Patagonia, una región de increíble riqueza paleontológica.
› Por Graciela Cutuli
Egidio Feruglio, nacido en Udine a fines del siglo XIX, dedicó su vida al estudio de las ciencias naturales. Y no sólo en su Italia natal sino en gran parte de la Argentina, adonde llegó en 1925 para trabajar como geólogo ayudante en YPF: así recorrió y exploró las provincias de Salta, Jujuy, Mendoza, Río Negro, Santa Cruz y Chubut, en períodos alternados con regresos a Italia, donde realizó relevamientos en los Alpes y se dedicó al estudio de los fósiles y la paleontología. Durante muchos años, sus viajes no cesaron sino que fueron ampliándose en interés científico y alcance geográfico, llegando hasta Tierra del Fuego y Brasil. Con minuciosidad y abundancia, estudió los invertebrados patagónicos y las plantas fósiles con tanto detalle que se lo conoce como el “estratígrafo de la Patagonia”. Todavía hoy su Descripción Geológica de la Patagonia sigue vigente, y como justo homenaje lleva su nombre uno de los museos más interesantes de la Argentina, dedicado al extraordinario pasado de la región, cuando aquella tierra extrema era muy distinta de lo que se ve hoy.
AÑOS POR MILLONES Visitar el MEF, la sigla que identifica rápidamente al Museo en todo Trelew, significa aprender a contar en millones de años y situarse en un escenario completamente diferente del actual. Hace por lo menos 230 millones de años –a mediados del Triásico– comenzó la fascinante historia de los dinosaurios, cuando todos los continentes formaban la masa única de Pangea y comenzaban a dividirse Laurasia y Gondwana. Por aquel entonces lo que hoy es la Patagonia se extendía ampliamente hacia el Este y se unía con Sudáfrica y parte de la Antártida. El Atlántico Sur no existía, y por el Oeste las aguas del Pacífico bañaban la región, de clima cálido y abundante en bosques de coníferas.
Ese es el comienzo de la historia que se cuenta al ingresar en el MEF, un edificio moderno situado en el centro de Trelew, a pocos pasos de otro pequeño sitio que también conviene visitar para conocer la historia local: el Museo del Pueblo de Luis (el significado de Trelew en galés), que relata la historia de la colonización galesa en la ciudad y el valle del río Chubut. Aunque el MEF no es demasiado grande –de hecho entre sus proyectos se cuenta una importante ampliación– tuvo un crecimiento notable desde sus comienzos, a fines de 1990, en el reducido espacio de lo que había sido una mueblería, con sólo tres personas en su equipo. El edificio fue construido teniendo en cuenta los principios más modernos de la museología, y el resultado es una experiencia que combina de forma acertada y amena lo científico puro –la institución es un referente sudamericano en su área– con lo divulgativo.
SALAS Y DINOSAURIOS El museo está organizado en dos plantas. Al entrar, el primer sector está dedicado a la era Cenozoica (Holoceno, Pleistoceno, Terciario Continental y Terciario Marino): los nombres de las distintas etapas de la Tierra se materializan, vitrina tras vitrina, en imponentes fósiles y escenas que muestran como si estuvieran en acción a los famosos tigres “diente de sable”, el esqueleto del primer caballo americano, los restos de antiguos antepasados de ballenas y cangrejos. Basta un giro para pasar a la era Mesozoica, donde se suceden el Cretácico, el Jurásico y el Triásico: bajo una iluminación sugestiva, algunos restos se exhiben semienterrados, tal como aparecen ante la vista de los paleontólogos y arqueólogos a cargo de las expediciones de estudio y exploración que organiza el museo como parte de su trabajo de investigación.
A esta altura, chicos y grandes ya se muestran fascinados. Algunos siguen la visita explicada por una guía; otros prefieren realizar el recorrido por su cuenta: pero la sensación de haber ingresado en otra dimensión es igual para todos. Completan el recorrido la era Paleozoica y la era Precámbrica: así desfilan ante los ojos curiosos caracoles, colonias de triozoarios, piñas petrificadas, huellas fosilizadas de plantas y helechos que alguna vez prosperaron en el clima tropical de una región hoy semidesértica. Gustos personales aparte, hay por lo menos dos dinosaurios que se llevan todas las miradas: el Epachtosaurus, el tiranosaurio más completo conocido, hallado en 1984-1985 en la provincia de Chubut, y el imponente Argentinosaurus, el mayor animal terrestre conocido hasta ahora, que medía hasta 40 metros de largo y pesaba unas 100 toneladas. El gigante se exhibe completo del otro lado de la Patagonia, en el Museo Carmen Funes de la localidad neuquina de Plaza Huincul, pero el Feruglio invita a sacarse una foto junto a algunas vértebras y parte de los huesos de las patas que, gracias a la pintura que completa su silueta, alcanza y sobre para darse cuenta de la enormidad del animal. La comparación de tamaños resulta odiosa para cualquier ser humano, por alto que sea... y sin duda permite respirar con la tranquilidad de saber que no hay riesgo de toparse con semejante gigante (felizmente herbívoro) por las estepas patagónicas.
Al subir a la planta alta, se pasa primero por el laboratorio del Museo, un recinto vidriado que permite ver a los científicos en acción. Mientras tanto, en el hall central se exhiben algunas curiosidades –como un huevo petrificado de dinosaurio, de un tamaño tal que haría palidecer a cualquier gallina– y se pueden conocer las biografías de algunos de los científicos que estudiaron el pasado patagónico.
CAFES Y PIJAMAS El MEF organiza, además de su exhibición permanente, visitas itinerantes que ayudan a dar a conocer su colección y su trabajo en el mundo. Desde hace años, la muestra “Dinosaurios en la Patagonia” recorre varios países de Europa, y el año pasado tuvo gran éxito en Alemania con “Dinosaurios gigantes argentinos”, en colaboración con otros seis museos de nuestro país. Pero además lleva a cabo algunas iniciativas innovadoras que lo acercan al público de manera original: en particular los Cafés Científicos, conversaciones informales con científicos café de por medio inspiradas en los más tradicionales cafés literarios, y el programa Exploradores en Pijamas, pensado para que chicos de siete a doce años pasen la noche en el Museo, duerman junto a los dinosaurios, exploren las instalaciones a la luz de las linternas y fabriquen sus propias réplicas de fósiles. Tal vez la mejor manera de aprender jugando, convirtiendo el “campamento nocturno” junto a los gigantes de la prehistoria en una experiencia inolvidable.
GEOPARQUE Visitar el MEF deja con ganas de más. Entonces, si hay tiempo, lo ideal es visitar el Geoparque Bryn Gwyn, una reserva natural en los alrededores de Trelew donde la exploración científica se transforma en una experiencia de campo. En grupos coordinados por guías científicos del Museo Feruglio, se sube a una zona de bardas para observar fósiles, parcialmente expuestos, hallados por los investigadores. Existe la posibilidad de realizar la visita de día o de noche, y en este caso al atractivo de conocer la historia de la fauna y la flora actuales se suma la observación del infinito cielo estrellado de la Patagoniaz
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