Domingo, 31 de octubre de 2010 | Hoy
CHUBUT. TOURING CLUB DE TRELEW
Ayer y hoy, un emblemático bar y hotel donde se juntan desde los políticos hasta los amantes de un buen vermouth. En su antiquísima barra se sirven bebidas que son una reliquia. Y en uno de los cuartos del viejo hotel reciclado se conservan algunas de las pertenencias que dejó el mítico pistolero Butch Cassidy en su fuga patagónica.
Por Guido Piotrkowski
Toda una institución en esta ciudad, el Touring Club de Trelew es mucho más que una confitería y hotel de pasajeros. Es “el lugar”. Por aquí pasan los hechos más relevantes de la ciudad, se filman películas y se reúnen los políticos, en tanto reinas y princesas provinciales de toda estirpe se reúnen para brindar por su año de gloria. Aquí también, dicen, se habrían alojado Butch Cassidy junto a su compañero Sundance Kid, el famoso dúo de ladrones de bancos estadounidenses –inmortalizados en el cine por Robert Redford y Paul Newman– durante su raid patagónico para huir de la justicia norteamericana.
UN APERITIVO HISTORICO Entrar en este reducto, entonces, es ponerse en contacto con la historia viva de esta ciudad. “Un viejo periodista local decía que el umbral del Touring es la tregua política. Acá se sientan, charlan y toman un café. Después salen y vuelven a enemistarse”, cuenta con un dejo de orgullo don Luis Fernández, el propietario actual. Y asegura: “La confitería es el lugar de reuniones donde se discuten los proyectos más importantes de la ciudad”.
Detrás de la impecable barra de madera y mármol y bajo un gran reloj antiguo que aún marca las horas, hay un coqueto aparador repleto de botellas con bebidas de todo tipo, algunas como el Aperital o Pineral, un elixir que ya no se elabora ni se consigue, y que don Luis guarda con recelo para ocasiones especiales. “¿Qué whisky le gusta a usted? Estos licores son holandeses. Este es del año ‘49”, dice señalando una de las tantas botellas a sus espaldas. Por expreso pedido de un compañero erudito en coctelería, se apresta a preparar un Demaría, trago cuyo toque distintivo es esta añeja bebida, mezclada con Martini o Cinzano. “Lo batís, probalo y te vas a acordar de mí”, remata canchero el hombre, ahora en su papel de barman.
Doña Pepa, su madre, es una mujer mayor. Se la ve firme tras el mostrador, estoicamente de pie junto a su hijo. Los años no le pesan, al parecer, y continúa atenta a todo lo que pasa a su alrededor, anotando minuciosamente los pedidos y trabajando con el mismo entusiasmo de tantos años, que ya dejó de contarlos. Habla bajito y conserva un marcado acento español. Lleva una hermosa y delicada sonrisa. Tímida y hosca, se resiste un poco al diálogo.
El lugar conserva la esencia de antaño, y aunque por ahí se ve algún joven con su computadora portátil haciendo uso de las bondades del wi-fi, la atmósfera que se respira sigue siendo la de un típico reducto de ciudad del interior detenido en el tiempo.
La mayoría de los materiales fueron importados de Europa en barco hasta la vecina ciudad de Puerto Madryn y de allí a Trelew en tren. Según aclara don Luis, hasta los albañiles e ingenieros que construyeron el hotel habrían viajado especialmente desde Italia en 1920.
“¿Vamos por acá?”, invita el anfitrión, y enseña el camino para recorrer las instalaciones de este recinto que en 1995 fue declarado Patrimonio Natural y Cultural de Trelew. “Todavía usamos la bandeja de plata que se utilizaba en aquella época. Y ésa es la de platino que usaban los mozos.” Se detiene en cada rincón. Muestra las fotografías que “entrelazan” la historia de Trelew con las del Touring Club, mientras destaca que por aquí pasaron personajes como Antoine de Saint-Exupéry, ex presidentes como Arturo Frondizi y Arturo Illia, políticos de la talla de Alfredo Palacios y grandes deportistas como Juan Manuel Fangio, entre otros.
Enseña la impecable y majestuosa escalera de granito pulida a mano, y señala una maquina de café que es una verdadera reliquia: “Una de las pocas que hay en Argentina de cuatro canillas. Funcionaba a gasoil”. El mini tour continúa por el salón de fiestas, el primer y segundo piso y sus cincuenta habitaciones “con baño privado, grifería alemana, pisos de pinotea, y camas de hierro y bronce”. “Fue más o menos refaccionado, pero se mantiene como estaba en aquel tiempo.”
El amor que don Luis siente por este lugar se nota a la legua. Anhela ver a sus nietos al frente: “Somos segunda generación en el Touring. Tengo dos hijos que siguen en el hotel y les encanta. Esperemos que a los nietos también”.
PISTOLEROS GRINGOS Sin dudas, una de las historias que más intriga y seduce por aquí es la de los legendarios bandoleros estadounidenses Butch Cassidy, Sundance Kid y su mujer Etta Place, quienes luego de cometer varios atracos en su Norteamérica natal, huyeron a la Argentina. Su historia quedó plasmada en la inolvidable película Butch Cassidy y Sundance Kid.
Se afincaron en Cholila, provincia de Chubut, donde adquirieron tierras y ganado, construyeron una casa y se dedicaron por un tiempo al trabajo rural. La policía estadounidense, sin embargo, nunca se dio por vencida y venía pisándoles los talones. La calma patagónica duró poco. Hubo un robo al banco de Londres en Río Gallegos y la policía local enseguida sospechó de los tres gringos. Fue así que decidieron huir rumbo a Chile, y en el raid se habrían hospedado en una habitación de este lugar que hoy es el Touring Club. “Ahora les voy a mostrar la parte más antigua, que está sin reciclar. Y una habitación, que no es esa misma, pero es muy similar a la que tuvieron los pistoleros”, dice don Luis.
Ingresamos entonces al mundo Butch Cassidy. El cuarto está ambientado como si hubieran huido ayer nomás, dejando algunas de sus pertenencias olvidadas en el apuro, aunque prolijamente ordenadas. Una vieja valija de cuero, los trajes de época, unos pantalones colgando del respaldo de la cama de hierro, un rifle sobre el colchón, una radio de madera, la bañera con una jabonera enlozada, una brocha de afeitar, una bata y más. Don Luis señala una foto. Asegura que es la última de los bandoleros en Estados Unidos. De la pared cuelga otra imagen del trío ya afincado en Argentina, un recorte con una nota de época del New York Times, el clásico cartel de “Buscado” con el rostro de Butch Cassidy y una recompensa por 10 mil pesos, un afiche de la película... Un pequeño museo dentro del viejo cuarto.
Así es el Touring Club de Trelew, un viaje al pasado y un reducto para disfrutar en el presente, con grandes relatos de los buenos viejos tiempos e historias que se construyen día a día. Vale la pena darse una vuelta por aquí de paso por Trelew. Seguramente, el día de mañana, los nietos de don Luis estarán contando alguna anécdota de estos días que correnz
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