EUROPA. FESTEJOS DE SAN VALENTíN
El Día de San Valentín, que se celebra el 14 de febrero, tiene una tradición de siglos, aunque los festejos entre enamorados propiamente dichos se popularizaron a partir de mediados del siglo XIX. Ciudades y pueblos europeos se suman con sus rincones más románticos.
› Por Graciela Cutuli
¿Será París, o será Venecia? Cualquiera de las dos compite por el trono de ciudad más romántica de Europa, cuando no del mundo, aunque allí están Verona y Praga haciéndose un lugar también cuando se trata de proponer un paseo amoroso... y miran desde bien cerca Lisboa, Londres y Granada. Como cada uno tiene su corazoncito, la elección resulta difícil. Pero hay ciudades y pueblos donde, por arquitectura e historia, todo el entorno se hace propicio para celebrar el Día de San Valentín, ya impuesto como fecha romántica global por tradición y marketing.
VERONA La ciudad por excelencia de los amantes desdichados, con Romeo y Julieta a la cabeza, busca conjurar aquel triste episodio shakespeareano con un lema sencillo pero eficaz: Se ami qualcuno, portalo a Verona (“Si amas a alguien, llévalo a Verona”). Ideal para celebrar San Valentín durante la séptima edición de la fiesta Verona in Love, que este año propone pasar el fin de semana de los enamorados escuchando música, asistiendo a obras de teatro, probando un menú afrodisíaco o recorriendo los más íntimos rincones veroneses. El centro histórico se pone a tono, con una serie de iluminaciones rojas en forma de corazón a lo largo del recorrido que va desde Piazza Bra a la Casa de Julieta; entretanto la céntrica Piazza del Signori será la sede de “Un cuore da scoprire”, un evento con muchos puestos armados en forma de corazón con temas alusivos al amor, acompañados por grupos musicales. Además se podrá entrar gratuitamente a la Casa de Julieta, habrá promociones para parejas en la histórica Torre dei Lamberti y se podrá asistir un festival de cine romántico.
PARIS Un paseo nocturno por el Sena, una caminata bajo las luces de los Champs-Elysées o una cena a la luz de las velas en Le Procope siempre harán de París un destino romántico. Pero durante este fin de semana lo es más todavía, ya que durante todo el 14 de febrero 170 carteles luminosos de la ciudad mostrarán los mejores mensajes de amor enviados por los parisienses expresamente para la fecha. En realidad, a lo largo de todo el mes la capital francesa organiza la operación “París romántico”, con reducciones en hotelería y visitas guiadas, varias de ellas gratuitas: se regalan botellas de champagne, bombones y hasta algún late check-out para tentar a los visitantes, que pueden ir un paso más allá y renovar sus votos matrimoniales en el magnífico escenario de la Ciudad Luz. Además es posible elegir una visita guiada en el primer distrito de la ciudad, donde solían concentrarse los perfumistas; recorrer las orillas del Sena en bicicleta eléctrica o en un inmortal Citroën 2CV; tomar un crucero gourmet por el río descubriendo los principales monumentos iluminados; y entregarse a los placeres dulces en el Museo del Chocolate (hay un 2x1 en las entradas para quienes se besen al ingresar). Finalmente, cabe confiar en que habrá tiempo para pasar por alguno de los locales de Pierre Hermé Paris, una pastelería asociada con la fiesta de San Valentín que creó especialmente para este año un “macaron” llamado “Infini” –infinito, como no suele ser el amor– de cassis, dulce de leche y ámbar.
BUDAPEST Dicen que Budapest es “la París de Europa del Este”, de modo que no podía estar ausente en las celebraciones de los enamorados. Aquí la celebración tiene otro nombre: se la conoce como Bálint Nap, y en algunos pueblos húngaros se la asocia con los gorriones, que en esta época –cuando el tiempo en el hemisferio norte comienza a mejorar– suelen empezar a buscar pareja. En el fondo es otra forma tradicional de unir el amor con el renacimiento de la naturaleza en la primavera: ya los griegos homenajeaban a la diosa Juno, protectora de las bodas, el 14 de febrero. Hoy día, Budapest se pone a tono con la fiesta porque a partir de 1989 los floristas húngaros decidieron darle el impulso que hasta entonces había impedido la Cortina de Hierro. Para la fecha, además de regalar flores y tarjetas, las vidrieras se decoran con cupidos y corazones, mientras los restaurantes proponen sobre todo cocina francesa y hasta las famosas termas de Széchenyi se adornan para la ocasión.
VENECIA Quién podría resistirse a un paseo en góndola por los canales venecianos, bajo el Puente de los Suspiros... o bajo el Ponte degli Scalzi, ya que es aquí donde Venecia se sumó a una curiosa costumbre nacida en Roma para el Día de San Valentín. Se trata de la ya instalada tradición de colgar en el Puente Milvio de la Ciudad Eterna un candado con las iniciales de los enamorados, para luego arrojar la llave al Tíber. La idea salió de una novela y de allí pasó al cine; casi naturalmente se trasladó de Roma a otras ciudades italianas (el Ponte di Mezzo en Pisa, el Ponte di Battaglia en Padua, el Ponte Alarico en Cosenza). Venecia tiene, candados aparte, un encanto único gracias a sus canales y al eco de las serenatas que resuenan entre los fantasmales palazzi, de modo que no necesita a San Valentín para crear atmósfera romántica: sobre todo en febrero, mes del Carnaval, una de las más tradicionales fiestas de la Serenísima. Una manera original de pasar la fiesta es a bordo del antiguo Galeón anclado en la laguna, que recorre los principales canales y Murano, Burano y Torcello, al son de canciones de amor. Al concluir su periplo, la embarcación permite a sus pasajeros bajar en la Plaza San Marcos para una última caminata nocturna y un brindis a la medianoche.
PRAGA Viejos puentes, cartas de Kafka a Milena, canales y un aire de antaño que flota sobre todo el centro histórico... no hace falta mucho más para darle a Praga un aura atractiva para los enamorados de todo el mundo. Quienes eligen pasar en la capital checa la fiesta más romántica del año empiezan por una visita en barco por el Moldava –se puede elegir con un concierto de jazz a bordo– y un paseo por la Torre Petrin, desde cuyas alturas hay una hermosa vista panorámica de la ciudad. Alrededor, un parque levantado sobre una colina es el favorito de las parejas que rinden homenaje a Karel Mácha, un poeta romántico del siglo XIX. Aquí, la tradición manda darse un beso, o colocar una flor al pie del monumento para lograr amor eterno. A la noche, la jornada puede terminar con una visita a la Opera o una cena en los numerosos cafés del casco viejo, para recordar precisamente las palabras de Kafka a su enamorada y hacerlas propias: “No sé cómo abarcar toda esta dicha en palabras, ojos, manos y este corazón. No sé cómo abarcar la felicidad de tenerte aquí, la alegría de que me pertenezcas. No sólo te amo a ti. Es más lo que amo: amo la existencia que tú me otorgas. Amo al mundo entero y a ese mundo pertenecen también tus hombros y tu rostro sobre mí en el bosque, y ese descansar mío sobre tu pecho casi desnudo”.
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