Dom 17.04.2011
turismo

SANTIAGO DEL ESTERO. RINCONES SANTIAGUEñOS

Versos de la tierra

La Sala de Lectura Selva “Pocha” Ramos en Frías, donde Santiago se acerca a Catamarca, es un pedazo de la cultura popular local. La antigua casa de la poeta es hoy sede permanente de encuentros musicales y artísticos. Un motivo más para visitar un rincón emblemático del folklore nacional y desandar el camino que va del pago a los escritos.

› Por Pablo Donadio

“Levanta tu mirada
que es bello el firmamento
aunque la tierra duela... “
(Cimas y Simas, 1969)

Un lugar puede ser –en general lo es– mucho más que su espacio físico. Recorrerlo de a pie o participar de sus encuentros barriales pinta paisajes bastante más elocuentes que una simple foto. Esa experiencia enriquece todo viaje, y da cuenta de lo complejo y profundo del término “folklore”. La tierra friense y sus colores, sus historias y algunos personajes dan testimonio de una vida cultural intensa, envuelta en la pasión de la escritura y los ritmos de chacarera. Es lo que se transmite a diario en la Sala de Lectura Selva “Pocha” Ramos, un centro educativo que hace honor a una artista de sensibilidad poderosa, capaz de traslucir el sentir de su pueblo y las luchas sociales en algunos versos inolvidables.

Los talleres de danzas son los más concurridos del centro cultural.

LETRAS QUE VIAJAN Ubicada en los límites de la provincia, por encima de Córdoba y limitando al oeste con Catamarca, Frías atesora sin embargo una impronta bien santiagueña. Centro importante para la provincia, posee gran cantidad de habitantes y un movimiento comercial creciente a partir de la apertura del Parque Industrial. También se la llama “La ciudad de la amistad”, por la calidez inusual –para ser justos, un atributo muy santiagueño y no sólo friense– con que se recibe a los visitantes.

Antes conocida como Villa Unzaga por el viejo paraje ferroviario, es cabecera del departamento de Choya y se apoya en el zigzagueante río Albigasta. Pero, sobre todo, Frías ha guardado desde siempre un arraigo cultural palpable desde los rincones de la plazoleta Eva Perón al Paseo del Ferrocarril; desde La Pasarela a su Casa de la Cultura; desde los hogares particulares y sus tradicionales guitarreadas a espacios didácticos como el de la Pocha. Allí justamente renace a diario el sentir folklórico, en toda la dimensión de la palabra: los usos y costumbres, las creencias, las músicas, los alimentos, las tradiciones que visten un lugar y lo diferencian de otro.

Inaugurado el 25 de agosto de 2007 en su vieja casa, la idea fue rendirle un homenaje a la hoy Ciudadana Ilustre friense, a su lucha en defensa de la cultura y la justicia social de los pueblos. Por eso su patio recibe a grandes y chicos, dirigido por un grupo que se autogestiona “para que el arte y la cultura lleguen a todos los barrios sin distinciones de ninguna naturaleza, manteniendo la antorcha viva de la Pocha, y aprendiendo de sus enseñanzas”, explica Daniel Nazar, sobrino de Ramos. En la sala se dictan talleres de danza, música y literatura. Durante 2010 y lo que va de 2011 se realizaron también ciclos de charlas y debates, y reuniones sociales en torno de fechas trascendentales de la escena nacional. Asimismo, hay proyecciones de cine nacional y se recorren los distintos barrios de la ciudad a través de un “cine móvil” provisto por el Incaa.

En las paredes de la Sala Pocha Ramos está fijada la fecha del Día de la Cultura local.

REFERENTE FOLKLORICO Militante de las causas sociales y poeta en esencia, con apenas 14 años y gracias a sus escritos, la Pocha recibió una invitación de la entonces primera dama, María Eva Duarte de Perón. Recordada por sus conferencias, fue colaboradora de los diarios santiagueños El Liberal y La Calle, de los riojanos El Independiente y El Sol, del catamarqueño La Unión y el porteño La Razón. Publicó en 1962 Cimas y Simas, y en 1994 Sangre a la intemperie, su libro de mayor éxito, que mereció al año siguiente la Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores.

Pero la Pocha era mucho más que esos pergaminos, y su compromiso y simpleza poética fueron musicalizados con claridad en “Poema a dos voces”, realizado con Carlos Alberto Artayer, en Santiago del Estero y Catamarca. Desde el 14 de agosto de 2005, día de su fallecimiento, se conmemora el Día de la Cultura Friense con eventos musicales y de lectura. “Frías aparece en el mapa santiagueño allá, muy al costado izquierdo de la provincia, en el suburbio, casi donde las políticas líneas de puntos decretan el fin de las eses y las chacareras. Pero Frías es y será un espejo luminoso capaz de dar la otra mirada, la otra manera de ser santiagueños. Y eso fue lo que la Pocha Ramos llevó en su palabra, en su memoria, en sus irrefutables poemas. Es, a mi modo de ver, ‘la’ poeta santiagueña. Pero claro, nació y vivió en Frías, lejos, donde más allá de los pesares se canta y se baila en gargantas añosas y jóvenes, en manos y piernas criollas y árabes, en silencios y gritos llaneros al pie de la sierra del Ancasti. Pues somos el albigasta (lugar de verdes frutos) con sus bañados. Si hoy nosotros cantamos de la manera que lo hacemos es porque Pocha nos enseñó el camino, porque nos supo mostrar con su poesía la esencia del ser friense. Porque nos hizo sentir la alegría de cantar al dolor y al amor del hombre, nuestra sublime y maravillosa tarea”, cuenta emocionado Raly Barrionuevo, músico e hijo de ese pago, al que le ha dedicado su chacarera “Frías”. El es apenas uno de los nombres que ha participado de diversos encuentros de formación con niños, adolescentes y adultos, al igual que el luthier de bombos Froilán González o el bailarín Juan Saavedra, trasmisores de la cultura local.

El viejo cartel del ferrocarril, en el corazón mismo de la ciudad.

AHI NOMAS En las cercanías de Frías, un conjunto de localidades tanto santiagueñas como catamarqueñas invitan a recorrer paisajes serranos, disfrutar del río y de otras ricas historias locales. A unos 15 kilómetros hacia el centro de la provincia, la primera parada lleva a las sierras de Choya y su pueblo, integrado a la propuesta turística de Frías. Si se recorren otros 15 kilómetros más al norte, dos villas sorprenden por paisajes y tranquilidad. La primera es Ancajan, cuyas condiciones naturales contrastan un poco los típicos paisajes santiagueños, mientras a poca distancia Villa La Punta exhibe la belleza de las serranías de Guasayán, con algunas quebradas llamativas.

“Del otro lado” de los límites provinciales, la localidad de Ancasti encabeza el departamento catamarqueño de igual nombre, y surge sobre una meseta boscosa y accidentada, entre verdes y plantaciones de frutales. Apenas alejado, el enorme embalse del dique Ipizca congrega a los amantes de los deportes náuticos, y es un lugar ideal para apropiarse de la frescura del agua cuando el verano castiga la zona. Hacia el norte, a unos pocos kilómetros, Anquincila ofrece varios cauces naturales, un camping balneario con verdes y tranquilidad, perfecto escenario para la pesca, y el contacto con la naturaleza, completando un círculo geográfico que retorna a Frías, como presagian tantas canciones que hablan del pago

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