Dom 10.07.2011
turismo

CHINA HONG KONG

Puerta al Extremo Oriente

Hong Kong combina de manera especial la modernidad con el legado tradicional chino, un contraste que convierte a este antiguo protectorado británico en un lugar muy singular. Cosmopolita y oriental, pero con alma occidental, cautiva a los visitantes por su movimiento, sus luces y la exótica fascinación de sus playas, mercados y tiendas.

› Por Mariana Lafont

Si hubiera que elegir una capital para Occidente, Nueva York sería la gran candidata. Y su gemela oriental, Hong Kong. La capital de Oriente vibra de día y brilla de noche con sus incontables luces de neón. El trayecto del aeropuerto al centro de Kowloon –para ser más precisos a la Avenida Nathan, donde está la mayoría de los hospedajes– permite comprobarlo en un viaje por modernas autopistas rodeadas de miles de lucecitas que provienen de los altísimos edificios de esta mítica ciudad. Hong Kong es la mezcla perfecta de Asia y Occidente. Paisaje oriental con ritmo occidental, heredado luego de más de un siglo de dominio británico, que culminó el 1º de julio de 1997. Hong Kong es, junto a Macao, una de las regiones administrativas especiales del sur de China.

Su geografía es peculiar: la ciudad se distribuye entre la península de Kowloon y más de doscientas islas e islotes esparcidos en la costa del Mar de China Meridional y en el Delta del Río Perla, cerca de Cantón y Macao. El ex protectorado británico forma parte de China, pero conserva una economía capitalista estando bajo la soberanía de un país comunista. Además, mantiene un sistema administrativo y judicial independiente y tiene aduana y fronteras propias. Por ello para entrar con pasaporte argentino no hace falta visado, cuando sí hace falta para China.

La mayoría de sus habitantes son de ascendencia china Han, en tanto los europeos representan un pequeño porcentaje. También hay una gran comunidad filipina y otra de origen indio establecida durante la época colonial. Además, numerosos chinos llegan como turistas gracias a que en los últimos años se han reducido las restricciones en la entrada. En la calle se escuchan tanto inglés como chino cantonés (el dialecto más extendido), los dos idiomas oficiales.

Torres de gala. Luces y juegos láser les ponen color a los rascacielos de Hong Kong.

ESTILO PROPIO Hong Kong desarrolló un estilo propio por la presencia británica, origen de una influencia occidental mucho mayor que en el resto de China, y porque durante la época de Mao Tse Tung mantuvo costumbres y tradiciones culturales que en el resto del continente fueron prohibidas. Así, mientras en el resto de China se promovió el uso del mandarín y los caracteres simplificados como lengua oficial para propiciar la integración del inmenso país, aquí se mantienen el cantonés y los caracteres tradicionales. Además se continuó con el cine, la música y las novelas de entretenimiento que se habían desarrollado en Shanghai hasta 1949.

Hoy, Hong Kong hoy es uno de los principales centros de producción de cine, música y literatura popular de Asia. Y en la Avenida de las Estrellas –bella costanera en la bahía Victoria– hay esculturas que rinden homenaje a figuras como el legendario Bruce Lee. De día es un buen paseo, donde corre una linda brisa y se aprecia el paisaje de rascacielos de la ciudad. De noche la cita es a las ocho en punto para ver la Sinfonía de Luces, fabuloso show sincronizado de música, luces de colores y rayos láser que salen de varios edificios. El mejor lugar para verlo es en Tsim Sha Tsui, entre la Avenida de las Estrellas y el Centro Cultural de Hong Kong. Otra opción es observarlo desde el agua en alguno de los tours por la bahía.

Las altas torres de Hong Kong tocan el cielo con su perfecta geometría.

ISLA DE LOS RASCACIELOS Recorrer la isla de Hong Kong puede llevar al menos dos días. Desde Kowloon se va en metro o en el centenario Star Ferry disfrutando del aire fresco y la vista de la bahía. Este ferry es muy querido por los locales, a punto tal que en 2006 hubo una gran oposición a su reemplazo por otros medios de transporte. Una vez del otro lado parece que el visitante se metiera dentro de una maqueta de arquitectura. La geometría perfecta de los edificios (que en su interior alojan poderosos bancos y grandes compañías) asombra y abruma también.

Desde Kowloon cabe imaginar que toda la isla está llena de torres; sin embargo, sólo ocupan la franja costera y se concentran en las áreas de Central, Admiralty y Wan Chai. Después de Nueva York, Hong Kong es la ciudad con más rascacielos del mundo y cuatro de los quince más altos del globo están aquí. Para apreciarlos, de día o de noche, un clásico es subir al Victoria Peak, el mejor mirador de la ciudad. Se puede ascender en bus, taxi, a pie o en el Victoria Pike Tram, pero al atardecer la fila para acceder al histórico funicular es larga: en otras palabras, hay que ir con tiempo. Otra opción para tener una buena vista de Kowloon es subir al mirador del piso 43 del Banco de China: es gratuito, pero hay que llevar pasaporte. Esta torre, de aluminio y cristal, tiene 70 pisos y mide 369 metros. Fue construida en 1989 y hasta 1992 fue el edificio más alto de Asia.

Caminar por la zona financiera al principio cuesta un poco, ya que casi no se puede ir a pie por la calle por falta de semáforos y cruces peatonales. Todo está pensado para los automóviles. ¿Y dónde está la gente? En los cientos de pasos peatonales elevados que unen todas las torres de oficinas. La ciudad está organizada en varios niveles: el del metro, el de los autos y el de los peatones. De ese modo cada tipo de tránsito fluye más rápido. Por eso en las calles del centro financiero casi no hay gente ni tiendas. Los negocios se encuentran dentro de los edificios que, en su planta baja, albergan centros comerciales con gélidos aires acondicionados.

A medida que se va dejando atrás la bahía, al cabo de unas cuadras se llega a la zona verde y montañosa de la isla, de donde brotan más edificios con lujosos apartamentos. Desde allí se puede ir al viejo Hong Kong o hacia Causeway Bay. Lo mejor es tomar un tranvía que, como los buses, son de dos pisos. Es el medio de transporte más económico, el más utilizado por la clase media y es ideal para turistas porque, al ir más lento, permite apreciar mejor el entorno y tomar fotografías. Desde la parte antigua se puede ir al Soho, área alta venida a menos que desde hace unos años ha sido reciclada y alberga lindos bares y restaurantes. Para llegar hay una escalera mecánica techada que es la más larga del mundo y consta de varios tramos hasta llegar arriba de todo. Por allí también está Hollywood Road, con sus tiendas de antigüedades y mercado callejero. Y el aroma a incienso llevará hasta el templo de Man Mo, donde se rinde tributo a los dioses de la literatura (Man) y de la guerra (Mo).

La escalera mecánica más larga del mundo atraviesa el Soho, zona de bares y restaurantes.

VERDES OASIS En Hong Kong se da la interesante combinación de un gran centro cosmopolita rodeado de un entorno tranquilo a muy poca distancia. Con siete millones de habitantes, pero tan escaso y montañoso territorio, todo se construye hacia arriba y la gente vive “apilada” en altísimos edificios. Así la imagen dominante de Hong Kong es de puros rascacielos, pero paradójicamente el 75 por ciento de su territorio lo ocupan reservas naturales, parques y bosques con muchos senderos de trekking para recorrer. Es decir que, a pesar de su alta densidad de población, Hong Kong es una de las ciudades con más espacios verdes en Asia. Básicamente, se divide en tres partes bien diferenciadas. Por un lado la isla de Hong Kong propiamente dicha (adquirida por el Reino Unido en 1842), la parte continental de Kowloon (adquirida en 1860) y los montañosos Nuevos Territorios y la isla de Lantau (arrendados en 1899 por 99 años). Durante la mayor parte del siglo XX, estos últimos no estuvieron muy poblados: hasta que se supo que Reino Unido devolvería a China todo el territorio, y desde entonces la mitad de la población vive aquí.

Para un día más relajado y al aire libre hay que visitar alguno de los prolijos parques de la ciudad, verdaderos oasis entre tanto cemento. Allí, entre estanques con carpas y tortugas de agua, siempre hay alguien haciendo tai chi mientras otro se conecta a Internet (hay servicio wi-fi en casi toda la ciudad). Si se desea ir más lejos hay que tomar un bus a la parte más residencial y tranquila de la isla. En el extremo opuesto a los rascacielos se encuentran Repulse Bay y Stanley Beach. La primera –una de las playas más hermosas de Hong Kong– se ubica en una franja de arena en forma de medialuna perfecta que fue escenario de muchas películas. Dos imponentes estatuas de Kwun Yum y Tin Hau, diosas protectoras de los pescadores, dominan los pintorescos jardines que llevan a la playa. Un poco más lejos se encuentra Stanley Beach, con su ambiente tranquilo y marítimo y su mercado de baratijas, ilustraciones chinas, artículos de seda y objetos curiosos donde nunca falta la imagen de Mao al lado del Che.

EL ENCANTO DE LOS MERCADOS Como toda ciudad de Asia, Hong Kong tiene mercados de todo tipo y con encanto propio. Algunos están muy cerca entre sí y se ubican en la zona de Mong Kok en Kowloon. Un posible recorrido empezaría por el colorido y prolijo Mercado de Flores. A lo largo de Flower Market Road los negocios se suceden exhibiendo en las veredas incontables claveles, flores exóticas y baldes llenos de bambúes. Y dentro de algunas tiendas hay adornos, semillas, herramientas y llamativas plantas carnívoras. A unos metros de allí está el Jardín de Pájaros de Yuen Po Street. En este precioso huequito se reúnen los propietarios de pájaros cantores de la ciudad. Los orgullosos dueños exhiben a sus mascotas en coquetas jaulas o simplemente las hacen posar en su brazo u hombro. Es el paseo preferido de muchos niños que disfrutan viendo tantas y coloridas aves. Pero a quien le gusten los peces le conviene seguir caminando hasta el Mercado de los Peces de Colores en Tung Choi Street. Además de las peceras que hay dentro de los acuarios, en las veredas hay cientos de peces nadando en bolsitas de plástico esperando a su futuro dueño.

También en Kowloon, pero en la zona de Yau Ma Tei, se encuentra el paraíso de los coleccionistas de objetos y amantes del jade. En el Mercado del Jade se concentran puestos repletos de artículos de todo tipo, desde valiosas esculturas hasta pequeñas baratijas. Conviene conocer del tema (o ir con alguien que sepa) para no resultar engañado. En la noche se puede ir al bullicioso Mercado Nocturno de Temple Street donde los puesteros venden de todo: desde relojes hasta artículos de piel y ropa. Y no olvidar que se está en Asia, y ¡hay que regatear!

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