Dom 23.10.2011
turismo

CHILE. SECRETOS DEL PASADO EN LA REGIóN DE ATACAMA

El Valle del Huasco

En las profundidades del Valle del Huasco, en la región chilena de Atacama, se encuentra la desconocida Ruta de los Españoles. Un paisaje repleto de parajes tan cautivantes como inexplorados, que pueden ser recorridos a través de distintos senderos para descubrir los asentamientos de los primeros colonizadores españoles.

Lagunas transparentes entre cerros multicolores, vestigios y antiguas minas indígenas, milenarios fósiles marinos y una variada fauna andina son algunas de las fortalezas turísticas que se esconden en Vallenar, en la región chilena de Atacama. Y aunque a primera vista esta zona agrícola parece ofrecer poco al turismo, bastan 45 kilómetros ascendiendo por la cordillera e internándose por el Valle del Huasco para que la idea cambie radicalmente: allí, bajo imponentes montañas y un fértil valle, surge el pueblo de Alto del Carmen, puerta de entrada a dos valles que guardan una parte poco conocida de la historia de la conquista española y la ocupación precolombina.

Se trata del Valle de Tránsito, llamado así por ser una vía comercial con localidades indígenas transandinas y territorio ancestral de la cultura diaguita, y el Valle del Carmen, donde a partir del 1600 hubo asentamientos de pueblos extranjeros que desarrollaron un sistema agrícola de alto vuelo. Durante casi dos siglos ambas zonas fueron disputadas férreamente entre uno y otro bando, hasta que en 1797 se acordó repartir un valle para cada uno: el Tránsito quedaba en manos de los nativos, mientras a los forasteros se les entregaba el del Carmen, que no tardó mucho en ser conocido como el Valle de los Españoles.

ABRIRSE PASO Ya sean naturales o históricos, gran variedad de senderos se abre paso por el Valle de los Españoles. Uno de ellos es el llamado Camino Real, que nace en la salida sur del pueblo de Alto del Carmen. El recorrido de 12 kilómetros data de los tiempos de la colonia, cuando fue creado con el fin de unir fundos y pequeñas localidades agrícolas, y puede hacerse perfectamente en vehículo, caminando, en bicicleta o a lomo de caballo por un ancho camino de ripio.

Otro sendero histórico es la Piedra del Indio, cercano al sector de Los Canales, un kilómetro antes de llegar a San Félix (el pueblo más importante del Valle de los Españoles, a 25 kilómetros de Alto del Carmen). Este sendero obliga a cabalgar o caminar, dejando el auto o la bicicleta al empezar el trayecto. El recorrido sube a 1073 metros de altura, llegando a asentamientos de culturas agroalfareras que habitaron antiguamente la zona y dejaron su huella en pictografías, un sistema de sembrado en base a terrazas y un salto de agua como forma de regadío. El lugar también es ideal para conocer las típicas flores del valle, como la “garra de león” y la “pata de guanaco”, además de una gran variedad de hierbas medicinales.

Cerca de allí el Sendero del Eco, conocido porque el eco va y viene entre los acantilados, resulta una excelente opción de agroturismo. Tras subir una hora caminando o media hora a caballo, permite encaramarse arriba del mirador más alto del valle, para tener una vista estratégica de cómo los campos de naranjos, paltos y parrones bajan entre las montañas.

Una buena forma de completar una visita a la Ruta de los Españoles es realizando el Tramo de los Valles, que se enmarca dentro del Sendero de Chile y, después de 39 kilómetros perfectamente señalizados, une San Félix con la localidad de Pinte, en el Valle del Tránsito.

Esta ruta, utilizada durante cientos de años por indígenas que cruzaban de un valle a otro en busca de pastos para sus animales, se abre paso por la sierra Tatul, a un promedio de 2000 metros de altura, entre quebradas y cordones de montañas que esconden antiguos refugios de arrieros, petroglifos ancestrales y fósiles marinos. Este es el hábitat natural de la típica fauna cordillerana del norte, como guanacos, vizcachas, lechuzas y flamencos, que viven en pequeñas lagunas de aguas cristalinas donde se reflejan cerros de particulares formaciones y diversas tonalidades. Allí mismo se esconden antiguas minas indígenas de oro, que han dado origen a incontables historias y leyendas.

PISCO Y PAJARETE Además de la naturaleza, la riqueza de este valle se deja ver en sus tradiciones y costumbres. La elaboración de destilados es uno de sus grandes atractivos: muchos hogares incluso mantienen la receta ibérica a la hora de producir pisco, aguardiente y pajarete –un vino asoleado, fino y muy apetecido en estas tierras– que llegó desde Andalucía para quedarse.

Una buena forma de empezar el circuito es en el pueblo de Alto del Carmen, principal asentamiento del Valle del Huasco, donde conviven 5 mil personas que se dejan ver cada tarde en su plaza rodeada de pimientos, algarrobos y jacarandás, árboles característicos de la zona. En uno de los costados se ubica la segunda iglesia más antigua de la región: Nuestra Señora del Carmen, que data de 1826 y llama la atención por su torre pintada con graffitis. A una cuadra está la Casona de Huasco Alto, una de las primeras construcciones del pueblo, que se remonta a mediados de 1800. Hoy exhibe una muestra de antigüedades, artesanías típicas, fósiles y petroglifos hallados en quebradas de ambos valles.

La pisquera Alto del Carmen da la bienvenida a la ruta del pisco artesanal. Y si bien es cierto que aquí se procesan cantidades masivas de pisco, bastan seis kilómetros por el serpenteado pero asfaltado camino que recorre el Valle de los Españoles para llegar a la localidad de El Rosario y encontrarse con la pisquera artesanal Bou Barrueta, famosa por su refinamiento y baja comercialización. Francisco Bou es el responsable de mantener hoy la tradición de esta familia vasca mediante la elaboración de un producto sin químicos, que guarda en una bodega cuyo techo muestra un mural en homenaje a la historia del pisco en la zona: desde la llegada de las primeras cepas de uva y su intercambio con los indígenas hasta su actual elaboración.

Dejando atrás El Rosario surge, a cuatro kilómetros, en la localidad de Retamo, Esencias del Campo. Una hacienda colonial rodeada de viñas, que oficia de restaurante casero y hospedaje, dotado de una cálida decoración y diseños rústicos que simulan una bodega.

Finalmente, tras 15 kilómetros subiendo entre miradores que dan cuenta del valle que corre junto al río El Carmen, surge San Félix, un pueblo colonial muy similar al tramado de Alto del Carmen, cuna de la familia de Gabriela Mistral. Por ser el principal pueblo del valle, en San Félix se concentran las huellas hispanas heredadas por todos los poblados de la ruta y se destacan los quesos y leche de cabra, mermeladas caseras y artesanías de cerámica, totora, cueros y lanas. Sin embargo, el gran orgullo de San Félix es su pisco artesanal, encabezado por la prestigiosa planta Horcón Quemado, nombre con que era conocida remotamente esta localidad y que hoy indica una de las destilerías más antiguas de Chile.

Tal como en la viña de Bou Barrueta, en Horcón Quemado su propio dueño, Eduardo Mulet, es el encargado de mantener vigente la receta con que su abuelo, Bartolomé Mulet, comenzó a producir pisco a partir de 1909. Pasando entre máquinas donde el hombre sigue siendo el protagonista, bodegas con aroma a uva fermentada y las propias viñas, Don Eduardo enseña el proceso de elaboración y destilación. El paso por el alambique de cobre calentado a leña es la clave a la hora de elaborar alguno de los cuatro tipos de pisco que este descendiente de mallorquines produce en su laboratorio. Aquí, entre botellones, mezclas y degustaciones, se encarga personalmente de perfeccionar uno de los mejores piscos artesanales del país, reconocido incluso internacionalmente y uno más de los motivos para internarse en el histórico Valle de los Españolesz

Informe: Julián Varsavsky

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