turismo

Domingo, 15 de enero de 2012

TIGRE UN RECORRIDO POR LOS SPA DEL DELTA

Días de agua y calma

Basta un viajecito a Tigre para relajarse en los nuevos spa con piscina, sauna, jacuzzi y servicio de masajes que han surgido en los últimos años. Desde un moderno hotel en Nordelta hasta una típica casona isleña reconvertida y complejos de bungalows, todas las alternativas para pasar unos días diferentes en el Delta.

 Por Julián Varsavsky

En la última década han surgido spa por centenares en toda la Argentina. Su éxito se explica porque se enfocan en el mal que afecta a casi todos los habitantes de las grandes ciudades: el estrés. Curiosamente, sin embargo, la tendencia tardó en llegar al lugar de relax por excelencia, aquel que eligen los porteños desde hace más de un siglo para escapar de la capital: el Delta del Tigre. Quizás el mero fluir del agua y el silencio perfecto de las noches fueran suficientes para lograr la ansiada calma, pero con el tiempo todo se sofistica y finalmente llegaron los spa a las islas y la zona continental, con sus piscinas climatizadas, jacuzzis, saunas, duchas escocesas, servicios de masajes y modernos equipamientos para tratamientos de belleza. No son muchos todavía –apenas cuatro– y TurismoI12 los visitó para ver si la novedad tiene algo que aportarle a ese mundo ya de por sí reposado que fluye lento hacia el Río de la Plata.

La antigua casona de la Posada Isla Escondida.

EN UNA ISLA En la primera sección del Delta, a 40 minutos de la Estación Fluvial de Tigre, la posada Isla Escondida no es un spa en el estricto sentido del término pero ofrece servicios como sauna seco, jacuzzi, clases de yoga los domingos, sesiones de masaje y sala de relax. Una parte importante del encanto es su edificio principal, una típica casona isleña con líneas inglesas elevada sobre pilotes y construida en 1892. Cuando su dueño actual la compró estaba en ruinas, literalmente partida en dos, pero fue restaurada a nuevo respetando la forma original y sus paredes de adobe con pinotea.

En su momento fue una casa de avanzada para el Delta, con sistema de agua caliente mediante serpentina y generador eléctrico. Aún hoy se respira en ella un aire a viejos esplendores, los mismos que evocan en el baño de algunas habitaciones las bañeras con señoriales patas de león. Pisos, techos y paredes de las espaciosas habitaciones son de madera. Y el espacio vacío que queda a la altura del suelo debajo de estas casas sobreelevadas fue cerrado para hacer un living comedor con vista al arroyo Esperita. Allí solamente se cena, ya que en los almuerzos la gente se hace instalar la mesa donde mejor le parece en las cuatro hectáreas de parques y bosques arbolados de Isla Escondida. Hay quienes comen directamente sobre un muellecito solitario viendo el agua fluir al alcance de la mano; otros eligen almorzar bajo un nogal o una casuarina, y están los que van a la sombra de las palmeras o las araucarias junto a la piscina. En la noche, los jardines se alumbran con antorchas.

Un lugar muy valorado para reposar en el jardín es un camastro marroquí labrado, con piso, paredes y lonas de gasa transparente cubriendo techos y ventanas. En total hay nueve cuartos, repartidos entre la casona principal y dos cabañas. Una es la cabaña flotante con cama matrimonial, que está semioculta entre una vegetación selvática del otro lado del arroyo –se cruza en canoa– y bordeada por tambores también flotantes que la elevan cuando sube el nivel del río (si no está en tierra). La otra es la cabaña tailandesa, que tiene dos cuartos, un balconcito y decoración con tallas budistas y adornos del sudeste asiático.

Entre los servicios del spa están los masajes, desde uno en los pies directamente en la cama a la hora del desayuno ($50) hasta otros con piedras calientes ($150) o un simple descontracturante de media hora ($100). Además de ir a dormir, en la posada Isla Escondida se puede simplemente pasar el día con un paquete que incluye sesión de yoga, una caminata guiada por la isla, uso de canoas, set de pesca, pileta, almuerzo y merienda ($250).

Uno de los pavos reales que se pasean por el muelle de Rumbo 90.

PAVOS REALES En el spa y lodge Rumbo 90 el visitante se levanta a la mañana, corre el cortinado de la habitación y se encuentra en la baranda de un balconcito con un pavo real y su abanico de plumas abierto, mirándolo fijo a los ojos. Ocurre que en este lodge ubicado bien adentro en el Delta –en la segunda sección, junto al Canal del Este– hay una pequeña comunidad de pavos reales y decenas de patos que pasean su elegancia junto a la piscina y el jacuzzi al aire libre, sin descuidar la gran terraza de madera junto al río donde se suele almorzar. El lodge tiene siete lujosas habitaciones y un completo spa con jacuzzi cubierto, sauna seco y a vapor. Además hay un circuito de caminata en la naturaleza y canoas para salir a remar.

Los huéspedes llegan en una lancha rápida del spa que tarda 30 minutos desde la Estación Fluvial. Algunos eligen especialmente ir entre semana, ya que esos días pasan muy pocas lanchas y a veces una sola pareja dispone del lodge completo para ella sola, como si estuviera en una isla desierta.

En el spa se ofrecen 35 tratamientos diferentes, entre ellos un masaje desfatigante que combina técnicas para favorecer la circulación aplicando fangos antiestrés que también alivian músculos doloridos y molestias de espalda, cuello y hombros ($320). Un tratamiento con mucha aceptación es la ozonoterapia, que se aplica en una camilla cubierta con una cápsula de plástico transparente y produce un efecto antioxidante, hidratando los tejidos y oxigenando la piel ($190). Otra alternativa es el llamado Baño Esencial, una inmersión en un jacuzzi de aguas cálidas con aceites minerales y sales revitalizadoras con fragancias aromatizantes ($320). Entre los masajes sobresalen el tailandés ($490), el shiatzu o digitopuntura japonesa ($300) y un relajante-descontracturante de 30 minutos ($210). También hay tratamientos con máscaras de colágeno, oro, algas y una con barro del Mar Muerto recomendada para pieles grasas y con acné.

Un capítulo especial en Rumbo 90 es su multipremiada gastronomía: incluso se puede ir solamente a comer. Los huéspedes se alojan con el sistema de pensión completa, que incluye el menú a la carta. Entre las entradas, el plato mayor es la terrina de la isla –ganadora del concurso “En busca del menú Tigre” 2009– compuesta por puerros, tomate y queso blanco sobre colchón de hojas verdes y jamón crudo. Pero hay alternativas no menos tentadoras, como la bruschetta estilo salmón –pescado salteado con cebollas moradas sobre bruschetta de polenta a las finas hierbas– y las mollejas al verdeo con tortilla española. Los platos principales incluyen pastas como los ñoquis de rúcula y los ravioles de calabaza, mozzarella y berenjena con salsa de salvia. Entre los pescados también hay otro ganador del menú Tigre, el Cítrico Dorado Rumbo 90, con el pescado cocinado en salsa de pomelo con vegetales grillados y arroz blanco. Otro es el salmón rosado en salsa de mango con timbal de cous cous y quinoa. O se puede pedir pez espada al limón en salsa cítrica con cebollas caramelizadas a la cerveza.

También se puede pedir, sin peligro de arrepentirse, costillitas de cerdo en reducción de salsa de ciruela con papas gratin a la crema. Y a la hora de los postres, la elección se hace difícil, con el Pecán Ganador –un flan casero a base de leche condensada, nueces Pecan y espuma de sabayón–, el bretón de coco y naranja –mousse de coco con crema de naranja sobre masa sablé– o el más clásico champagne con helado de limón.

El suave fluir del agua por los arroyos de Tigre.

BUNGALOWS EN EL CARAPACHAY En el Kilómetro 6 del río Carapachay se inauguró hace un año y medio el Delta Eco Spa, un lujoso complejo con 16 bungalows de madera elevados al estilo isleño y unidos entre sí por pasarelas de madera. Su sofisticado spa tiene jacuzzis individuales con un gran ventanal para observar la naturaleza, y una piscina climatizada en una especie de cubo casi todo de cristal. Todas las personas alojadas en los bungalows tienen acceso al spa y su circuito de hidroterapia, que comienza con cinco minutos de sauna a vapor y sigue con una ducha fría para luego hidratarse bien con un jugo de lima y continuar con diez minutos de sauna seco. Entonces una nueva ducha fría y descanso en la sala de relax. Lo novedoso de este circuito es que termina con una caminata de reflexología sin calzado por los 30 metros de un sendero con piedras y agua hasta los tobillos a temperatura natural, estimulando así las terminaciones nerviosas de la planta del pie.

La relajada hidroterapia se puede combinar con un baño en un jacuzzi al aire libre (o en el climatizado si hace frío) de veinte minutos. Además de este circuito, que se puede hacer dos veces por día, hay tratamientos con botas de presoterapia que reducen la retención de líquidos y la celulitis, un aparato multiplex tridimensional para tratar la adiposidad y la flaccidez y un equipo de ondas rusas que ejercita la musculatura tonificándola. También se dan clases de aeróbica y elongación, se aplican máscaras de fango y se ofrecen sesiones de masajes.

Alrededor del Ecolodge hay un sendero de caminata en la naturaleza que recorre el contorno completo de la isla en una hora. También se puede salir a remar en las canoas disponibles para los huéspedes.

Las cabañas de madera en el Delta Eco Spa.

SPA MUY ESTRELLADO En junio del año pasado se inauguró en el barrio Nordelta de Tigre un hotel 5 estrellas de la cadena Intercontinental, con spa en el sexto piso. El mismo tiene en la terraza del edificio un jacuzzi al aire libre y una piscina mitad cubierta y mitad al aire libre, climatizada los días fríos, con una vista espectacular a la Bahía Grande, una marina circular rodeada de edificios.

Gran parte de los clientes son porteños en plan de fin de semana, atraídos principalmente por el spa, que además salen a recorrer el sector colonial de Tigre, donde están algunas de las casas más antiguas de todo Buenos Aires. Otros se dedican a una jornada deportiva desde algunos de los tradicionales clubes de remo, recorren el Puerto de Frutos y el Museo de Arte Tigre (MAT) en el fastuoso edificio del antiguo Tigre Club. Pero la mayoría de los huéspedes se quedan tranquilamente en el Uno Qi spa del hotel. Allí los anfitriones recomiendan hacer el circuito de agua, que incluye una sesión de baño sauna seco y otro a vapor, una ducha escocesa a presión (hidrojets que impactan en todo el cuerpo) y luego un baño en la piscina con su cascada de masajes cervicales y poltronas dentro del agua, donde es posible recostarse para recibir caricias de burbujas de ozono.

Las instalaciones del spa incluyen una sala diseñada para clases de yoga, otra con futones en el piso para masajes tailandeses y una más con jacuzzi y camillas para masajes en pareja. Un cuidado muy especial está puesto en las técnicas de masajes. Una sesión de shiatzu cuesta $430; una de tailandés, $470 (75 minutos) y una con cañas de bambú, $400. Y entre los tratamientos hay un pulido corporal que se realiza con una mousse de chocolate que hidrata y nutre los tejidos rejuveneciendo la piel.

Además se hacen tratamientos anti-celulitis y anti-age, limpiezas faciales con barros y algas, terapias con radiofrecuencia y drenajes linfáticos. Entre los programas con buena aceptación en el hotel está uno dirigido a grupos de amigas, que son un día de spa –no necesariamente con alojamiento– que comienza con una sesión de yoga para seguir con el circuito completo de agua y terminar con un tratamiento facial de hidratación, nutrición o anti-age.

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Una postal típica del verano en los ríos y arroyos del Delta.
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