Domingo, 12 de febrero de 2012 | Hoy
ENTRE RIOS. GUALEGUAYCHú
El “Carnaval del país” comenzó en enero y no se detiene hasta marzo. Cada sábado, tres comparsas desfilan ante unas 25 mil personas. De la laboriosa trastienda de la fiesta –trajes, maquillajes, carrozas– al Corsódromo, crónica de una jornada carnavalera.
Por Guido Piotrkowski
“El Carnaval es todo para mí. Es el momento de mayor excitación y alegría. Uno hace cosas inimaginables para estar y ser parte, porque implica esfuerzos, gastos y sacrificios como no irse de vacaciones para no perderse una noche. El año dura tres meses y, luego, a esperar el Carnaval como si fuera un embarazo”, dice Pablo Lapalma, de la comparsa Marí Marí.
“El Carnaval forma parte de mi vida, de mis raíces. Yo nací con el Carnaval –afirma Gervasio Larrivey, maquillador de Marí Marí–. Mi infancia estuvo muy ligada a la fiesta. Tengo 36 años y Papelitos, la comparsa más antigua, cumple 35 ahora. Hace diez años que no tengo verano, porque vengo a trabajar acá. Es imposible separar mi vida profesional del Carnaval. Para mí es la vuelta a casa, a estar con mi familia. Trabajar acá es una pasión.”
“No me imagino sin Carnaval. El Carnaval me fue acompañando en mi vida. Salgo desde los 13 años, cuando me venía a ver el traje con la ropa de colegio. Ahora tengo 22 y me estoy por recibir en la facultad. Cambio vacaciones, lo que sea, por estar acá”, agrega, en la misma sintonía, Catalina Lagomarsino, reina del Carnaval 2009.
“Nosotros damos la vida por el club. Trabajamos todo el año para llegar hasta acá sin beneficio propio. Es como ser de Boca o River. Nosotros somos del Club de Pescadores, con eso te defino todo”, sentencia Ana Gelos de Pevereli, 68 años, fundadora, junto a su marido, de la comparsa O Bahía, del Club de Pescadores.
Es así, en Gualeguaychú, el Carnaval se vive a flor de piel, toda la vida y con pasión.
LA TRASTIENDA Es sábado, y en esta ciudad entrerriana, a 250 kilómetros de Buenos Aires, un sábado de verano es sinónimo de Carnaval. Estamos en el Club Central Entrerriano, sede de la comparsa Marí Marí, la “supercampeona”. Creada en 1981, con 18 galardones en su haber, es la más ganadora de las cinco que participan de la gran fiesta. De estas cinco sólo tres pueden participar anualmente. Este año compiten Marí Marí (última campeona), Papelitos (del Club Juventud Unida, la más antigua) y O’ Bahía (Club de Pescadores) Las otras dos, Kamarr (del Centro Cultural y Social Sirio Libanés) y Ara Yeví (Club Tiro Federal), deberán esperar al año que viene para volver al ruedo.
Aún faltan varias horas para salir, pero dentro del club ya se preparan para un nuevo desfile. Los maquilladores trabajan minuciosamente en cada uno de los rostros, que se transforman en obras de arte vivientes. En el taller, las costureras dan las últimas puntadas a los coloridos y brillantes trajes. Gervasio Larrivey es escenógrafo, estudió en la Facultad de Bellas Artes en La Plata y realizó la carrera de caracterización teatral en el Teatro Colón. Coordina el equipo integrado por doce maquilladores que se encargan de trabajar en los rostros de 220 personas. Larrivey maquilla con prestancia a Catalina Lagomarsino, elegida reina de la edición 2009. Mas allá, otra de las maquilladoras pinta a Gisela Pitavino, la reina que representa a la comparsa en este 2012. Y enseguida llega Elisa Greco, poseedora del cetro actual, hasta que se elija a la nueva reina.
“Termino de maquillar acá, me maquillo yo y desfilo con el traje de la comparsa que representa el mar austral”, dice Larrivey. El tema elegido por Marí Marí para este año es “Nun, el Guardián del Agua”. “Se refiere al agua como un elemento que da vida, como nacimiento de la humanidad. Contiene un mensaje ecológico: tomar conciencia por el cuidado del agua”, explica Pablo Lapalma, responsable de comunicación.
Frente a un gran espejo rodeado de fotos propias, se automaquilla Titi Ricciuto, una drag queen, como él mismo se define. Mientras se transforma en Nun, explica a Turismoi12: “Nun es un dios preexistente al resto de los dioses y en Egipto fue representado en un reptil o en un pez, según los lugares. Tiene que ver con la creación de las aguas básicamente. Con Adrián Buteri, el director de la comparsa, decidimos fusionar estos personajes y mezclar en este dios reptil y pez, y sumarlo a la estética drag queen que ya habitaba en mí. Nun se mueve en escena como un animal, va como nadando”, explica Ricciuto.
A unas pocas cuadras, dentro del amplio galpón del Club Juventud Unida, se preparan los miembros de Papelitos, la comparsa “más contestataria”, según definición de Joaquín Arias, su director. “Papelitos tiene un carácter social –decía Arias a Turismoi12 un mes atrás–. Pero como es una competencia, se ha puesto también la misma mentalidad de gestión de una empresa, que se lleva a la parte creativa. Yo prefiero llevar el relato para ese lado. Me gustan el grotesco, el humor. El Carnaval es eso.”
El tema de la comparsa es “Fogón de Murga”. Ludmila Beker, jefa de maquillaje, lo explica así: “La temática de este año es una forma de reivindicar el Carnaval tradicional, no da para llenar todo de plumas y lentejuelas. Sin embargo, con una comparsa de temática social, Papelitos ganó en 2009, y eso está bueno, porque se puede decir algo con la comparsa, más allá de la expectativa que tiene todo el mundo de ver chicas lindas semidesnudas”. Para Ludmila, quien sólo desfiló un par de veces, éste es un trabajo. “Vamos rotando de comparsa en comparsa. Pero uno se pone la camiseta del club donde está trabajando”, asegura esta joven artista que estudió Bellas Artes en La Plata y que ya puso su talento al servicio de todas las agrupaciones.
Mientras tanto, en el galpón de O Bahía, Ana Gelós de Pevereli, la omnipresente fundadora, se mueve inquieta. “Mirá qué hermosa ella, sacate una foto”, insiste. O Bahía saldrá última hoy –el orden es rotativo cada sábado–. “El problema de salir últimos es que se emborrachan antes”, apunta con sorna la mujer. Y se anima a decir que este año “salimos a ganar”. “Estamos cerca, pasa que la competencia es grande. O’ Bahía viene muy fuerte. Esperamos tener suerte”, vaticina, jugando con la temática de este año, cuyo título es, justamente, “Golpe de suerte”. La puesta intenta evidenciar las tentaciones, debilidades y vicios en que cae una gran parte de la sociedad, como el auge desenfrenado del juego, la especulación, la usura, la avaricia y el consumismo compulsivo. Muestra cómo, en procura de una satisfacción pasajera, muchos caen en lo contrario: la miseria, el hambre y la desesperación.
“Todas trabajamos con el fin de ganar. Hay rivalidad, pero no hay problemas. Nadie sabe el título de la comparsa hasta una semana antes de salir. El secreto se guarda”, asegura la mujer.
LA PREVIA Y EL DESFILE La temperatura asciende a medida que se acerca el momento de partir hacia “La Previa”, la antesala del Corsódromo, uno de los momentos cumbres de la fiesta. Cada comparsa camina desde su club hasta las puertas de la pasarela. Allí aguardan su turno calentando motores.
Ya están todos vestidos y listos para lucirse. Las chicas, esas que aparecen en todos los afiches, reinas, pasistas, bastoneras y bailarinas, se pasean en sus atuendos mínimos. Hay otros que llaman la atención con vistosos disfraces que representan personajes diversos. Se sacan fotos, beben, bromean, hacen los últimos retoques a sus trajes. Las carrozas, esplendorosas aun sin las luces que brillarán en el desfile, se alinean para salir. Los tambores de las batucadas truenan en la calurosa noche litoraleña. Cada comparsa entona su propio cantito. Saltan, bailan, se abrazan, se besan.
Por ahí anda el reinado de Marí Marí. Catalina, reina modelo 2009, parece tranquila. Sosteniendo una niña en brazos, dice: “Ser reina es un honor, un sueño. Es lo máximo para cualquier chica que sale en Carnaval”. También reconoce que se siente “cierta presión”. “La gente está con el ojo puesto en vos, sobre todo el día de la elección, porque la reina se elige aparte, no durante las noches de desfile.”
Gisela, la reina actual de la comparsa, se prepara para competir por el trono 2012. “Por ahí la gente no entiende lo que es salir en el Carnaval. Tal vez se imaginan que es algo inalcanzable, pero no es así. Invito a que todo el mundo venga a participar. Hay que vivirlo para ver qué es lo que se siente”.
Elisa Greco, la reina 2011, este año desfila como bastonera principal. “Yo salgo desde los ocho años y tengo 26. ¡Emplumada toda la vida! –bromea–. Ser reina fue como el sueño de mi vida, lo que siempre esperé, el broche de oro. Después que sos reina, ya sos una más. ¡Olvídate!”, sentencia irónica.
Shadia no es reina. Tiene 14 años y está disfrazada de Vaca Loca, un personaje típico. Se apresta a salir en Papelitos y posa para las fotos con sus compañeros. “Cuando era chica desfilé, pero no tenía conciencia. Uno de mis abuelos creó Kamarr y yo salía ahí. Este año es la primera vez que salgo de ‘grande’. No tengo una comparsa que me distinga, pero soy hincha de la que participo.”
Y ahora sí, la larga y festiva espera llegó a su fin. A desfilar. Entran las carrozas. Ahí está Nun, majestuoso, moviéndose como pez en el agua en lo más alto de la primera imponente carroza de Marí Marí. El público agita banderitas, saluda, grita, canta, baila. Y atrás pasa la bastonera abriendo una escuadra de hombres y mujeres peces. Y más tarde entrará Papelitos, con un gran carruaje que responde a los parámetros contestatarios de la comparsa: un gigantesco arlequín que pide silencio y una inscripción que dice “La fiesta de los pocos”.
El último turno de la noche es para O Bahía. La carroza es un casino rodante. En su frente, una máscara de dos caras: por un lado un hombre que sonríe, por el otro, el diablo. Cada comparsa desfila alrededor de una hora y cierra con la carroza musical.
Pasadas las 3 de la mañana, la euforia y el desfile llegan a su fin. El público se retira y los bailarines se van con la fiesta a otra parte. La jornada finaliza en esta ciudad que transpira carnaval. Y la fiesta volverá el sábado siguiente, y así hasta marzo, y luego a esperarlo de nuevo, como un embarazo. Porque aquí el Carnaval es para toda la vida.
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