Domingo, 22 de abril de 2012 | Hoy
MENDOZA. UN SHOW PLANETARIO
A cien años del descubrimiento de los rayos cósmicos, base de la moderna física de astropartículas, el Planetario Malargüe avanza en la generación del primer show para domos realizado en la región. El circuito turístico-científico se completa con el Observatorio Pierre Auger, una moderna antena espacial y el Centro de Estudios sobre la Tierra, que trabaja sobre los pliegues de la cordillera andina.
Por Pablo Donadio
Al mirar las estrellas, cabe preguntarse cómo comenzó el Universo. El cielo profundo remite a los inicios de la vida: allí están las respuestas por las que el hombre espera y desespera, aunque los avances tecnológicos van entregando pistas sobre esos misterios y las ponen al servicio (y al asombro) de todos. Una sola tarde en el Planetario Malargüe, uno de los complejos más modernos de la región, alcanza para entender los motivos por los que interesa el conocimiento del Universo y dónde se para el hombre frente a tantos interrogantes. Con vistas a un mayor desarrollo, junto con otros escenarios de divulgación científica, Malargüe comenzó un proyecto para ampliar su Museo de Ciencia interactivo y producir sus propios documentales espaciales. De este modo será el primer organismo de lengua castellana en realizar sus propios shows para domo, con un modelo inicial de audiovisual enfocado a los rayos cósmicos, de los que la región sabe bastante.
CIELO ESTRELLADO Producto de su privilegiada geografía y de la pasión de algunos profesionales, el departamento del sur mendocino ofrece mucho más que nieve invernal y salidas ecoturísticas: así fue consolidando en los últimos años su circuito de turismo científico. “El objetivo principal es el diseño de shows propios, empezando por uno de los más ambiciosos estudios científicos en materia de astrofísica y física de partículas: los rayos cósmicos. Estas partículas de muy alta energía, analizadas en el Observatorio Pierre Auger, el mayor en su tipo a nivel mundial, son motivo de trabajo desde hace años en nuestra ciudad”, asegura Fabiana González, responsable del Planetario.
Punto de referencia de turistas, colegios de la provincia y el ambiente científico, su tecnología de última generación convirtió al complejo en uno de los atractivos centrales de la ciudad. Los visitantes son recibidos en un predio que conecta varios edificios por medio de peatonales organizadas, para llevar hacia distintos relojes de sol. Un placa de mármol egipcio rectangular orientada al norte, a través del cual se marca la hora, da la bienvenida al Reloj Vertical, que indica además los equinoccios y solsticios de invierno y verano. Otro Reloj Ecuatorial está construido a unos metros en piedra monolítica, y allí el Sol en su aparente movimiento gira sobre esa línea y recorre una banda metálica con números romanos donde quedan señaladas horas y minutos. Finalmente el Reloj Analemático, que marca el meridiano de Malargüe, posee en un extremo dos plantillas del tamaño de un calzado 40, donde hay que ubicar lo pies para que la sombra proyectada por la cabeza sobre una elipse metálica marque la hora correspondiente. Así, la estrella más importante es protagonista de la primera mirada al planetario, que continúa después con los telescopios, increíbles lupas que permiten ver Marte, Júpiter y la Luna con sus detalles y marcas en tiempo real.
Pero la atracción central está en el domo, ubicado bajo una enorme pirámide de paneles azules que albergan también las oficinas de programación, la sala de conferencias, baños, buffet y un sector de “merchandising espacial”. Allí se presentan ocho shows con distintas temáticas sobre el Universo, generalmente en combinación con una visita guiada por el Museo de Ciencia interactivo, para ver y tocar los aparatos. Los espectáculos se dan en una sala redonda con 65 butacas como las de un cine, pero con una cúpula de aluminio microperforado de 360 grados, que se transforma en la gran ventana al Universo. En pocos segundos se está plenamente sumergido en una burbuja espacial que recorre galaxias e interpreta la excitante vida de los astronautas, recreando el movimiento de los objetos desde una nave y compartiendo enigmas que llegan desde lo profundo del cosmos. Las imágenes simulan crepúsculos, centelleos, eclipses, meteoritos y lluvia de estrellas, desandando el camino que, se cree, dio vida a nuestro planeta, al sistema solar y a las múltiples galaxias conocidas. En simultáneo, un relator acompaña el fascinante camino espacial, con preguntas y respuestas, apelando al conocimiento de los participantes. “Estamos entusiasmados porque desde la técnica audiovisual podremos ofrecer mejores obras, sobre todo enfocadas a la física de partículas, y dar participación a ciencias como la astronomía, la paleontología, arqueología, ciencias de la Tierra y antropología con un relato en nuestro idioma”, completa González. De ser aprobado el proyecto, el primer audiovisual de rayos cósmicos abrirá las puertas a diversas técnicas de generación de imágenes de animación 2D y 3D, fotografía y video panorámicos, introduciendo nuevas herramientas como el navegador de cielos digital y la alteración de la imagen plana.
EL AMBITO PERFECTO La visita no concluye en el Planetario. La cortina cordillerana que protege la ciudad, que ya comienza a vestirse de blanco, no es sólo una referencia paisajística en Malargüe. En el mismo predio del Planetario, el Centro Internacional de Estudios de la Tierra (ICES) se instala como organismo de investigación y trabajo interdisciplinario para doctorados y tesinas.
Día a día se reúnen allí todas las especialidades que tienen que ver con las Ciencias de la Tierra, gracias a una eficiente y moderna red de comunicaciones locales. Además de estudiar la cordillera andina, el ICES es referente en materia de observaciones de geoquímica y acústica en las cadenas montañosas de América, Europa y Asia.
Alejada un poco del casco urbano y camino de su reserva natural Payunia, otra protagonista central del avance científico es la antena DS3. Con sus 35 metros de diámetro, 40 de altura y 60 toneladas de peso, es parte de la red europea Estrack, que se utiliza para comunicarse con naves robot enviadas al espacio. Dirigida por la Agencia Espacial Europea, trabajará con las misiones espaciales Gaia y ExoMars para obtener más información sobre el fascinante planeta rojo.
Finalmente, el lugar que no hay que dejar de conocer es el Observatorio Pierre Auger, pionero en la circulación del conocimiento científico. Se trata de un centro de investigación en el que han intervenido más de 350 científicos (en su mayoría físicos) en representación de 80 instituciones de 19 países. Todos sus conocimientos se vuelcan sobre los 3 mil kilómetros cuadrados de superficie que comprende la gran planicie precordillerana en estudio, bajo uno de los cielos más limpios del planeta. La actividad se da en las afueras, exactamente al descubierto: Malargüe es el complemento de otro observatorio ubicado en Estados Unidos, que cuenta también con condiciones naturales y científicas ideales para captar la caída de algunos de los mil rayos que se registran en cada metro cuadrado del planeta. Las maquinarias del Pierre Auger cubren la superficie con una red de 1600 detectores en forma de tanques y cuatro telescopios de espejo, a los que se sumarán pronto la recepción de partículas de energía por medio de microondas y antenas radiales. Una vez recogidos los datos allí y en su par estadounidense, se cruzan y analizan los resultados de esas pequeñas partículas que incesantemente llegan a la Tierra en forma de energía. Allí puede haber algunas respuestas interesantes sobre los misterios más sorprendentes de la vida
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