EUROPA CENTRAL. EL RECORRIDO DEL RIN
En su viaje zigzagueante, el río Rin atraviesa paisajes míticos entre colinas coronadas por castillos y fortalezas medievales. Pero su curso también anuda las grandes ciudades de la región y es un eje comercial estratégico en la golpeada economía de la Unión Europea.
› Por Pablo Donadio
Una de las claves para la instalación y el consecuente desarrollo de comunidades y pueblos ha sido (y será) el agua. Siempre que haya un río, un lago o un pequeño curso que alimente la zona, el hombre estará allí. La razón es simple: el agua posibilita la vida. Pero más allá de cuestiones básicas de supervivencia, hay cauces que se han vuelto conectores indispensables entre ciudades, países y como salida al océano para naciones sin mar. Así, las aguas del Rin son esenciales para el comercio europeo. Nacido en los Alpes suizos, en el cantón de los Grisones, sus dos brazos centrales se unen para emprender un descenso feroz hasta el lago de Constanza. De allí en adelante inicia su camino ascendente hasta llegar a Holanda, donde fiel a su nacimiento vuelve a dividirse y desembocar en el Mar del Norte, formando un delta común con el río Mosa. En ese trayecto surca llanos y valles de montaña, atravesando poblados, grandes ciudades y campos donde sólo la naturaleza predomina durante 1300 kilómetros.
ALLA, TIEMPO ATRAS Relatos de la antigüedad hablan del Rin y del Danubio como fundamentales para el desarrollo del Imperio Romano. El Rin en particular supo ser una barrera norte contra las migraciones de los pueblos bárbaros, que se encontraron con fortificaciones en torno de su cauce y allí libraron cruentas batallas. Sólo tras la caída del Imperio Romano fue incorporado a la región germana, y en 1806 Napoleón I estableció la Confederación del Rin, ya conquistadas la casi totalidad de tierras a uno y otro lado del río. Pero el Rin fue motivo de disputa hasta bien entrado el siglo XX.
La canción nacionalista “La guardia junto al Rin” (“Die Wacht am Rhein”) fue un emblema durante la guerra franco-prusiana, casi al nivel de un himno nacional en Alemania, y muy popular hasta la culminación de la Primera Guerra Mundial. Después del conflicto, el Tratado de Versalles decretó el quite de tropas de “Renania” (tierras a uno y otro lado del río) con un plebiscito a favor de la reintegración, que franceses y alemanes finalmente aceptaron. Sin embargo, su reocupación por parte de Hitler en 1936 fue uno de los eventos más festejados por aquella Alemania. En tierras hoy holandesas, cuando el Rin ya se divide, el puente de Arnhem rememora el escenario central de la “Operación Market Garden”, cuando los aliados transportaron más de 100 mil soldados para ocupar puentes bajo dominio nazi. Ese episodio quedó inmortalizado en la película A Bridge Too Far (Un puente lejano, 1977) de Richard Attenborough. Otro puente famoso sobre el Rin es el de Remagen, motivo también de una película testimonial sobre la Segunda Guerra Mundial. Hoy, en la travesía de sus aguas por bellas ciudades y antiguos monasterios, castillos y grandes fortalezas de la Europa medieval, reviven imágenes de ese pasado lejano y cercano.
FACTOR ECONOMICO Pero la importancia del Rin no es sólo histórica. Actualmente es la vía fluvial con más movimiento de toda Europa, y constituye un eje comercial estratégico en la golpeada economía de la Unión Europea. Navegable en un tramo de casi 900 kilómetros entre Basilea (Suiza) y su desembocadura en el Mar del Norte (Holanda), el Rin es el rey de la región industrial del Ruhr, el tejido urbano más denso de Alemania, motor y polo fabril más determinante del continente. Esta región no representa una entidad natural ni político-administrativa; sin embargo es una unidad demográfico-económica consolidada, administrada bajo la Asociación Regional de Ruhr.
Los principales puertos del recorrido son los de Basilea (Suiza), Estrasburgo (Francia), Duisburgo, Mannheim, Ludwigshafen (Alemania) y Rotterdam (Holanda). Pero pese a unir a la región en términos económicos e históricos, los tiempos modernos han hecho del Rin un auténtico divisor de límites políticos: al bajar las cumbres alpinas, marca primero la frontera de Suiza con Austria y con el pequeño Principado de Liechtenstein, y desemboca en el lago de Constanza. Al salir del lago corre de Este a Oeste, sirviendo de frontera entre Suiza y Alemania, y a partir de Basilea el Rin vuelve a orientarse al Norte, tornándose navegable y marcando en un principio la frontera franco-alemana. En su recorrido final, tras dejar atrás la región del Ruhr, emprende camino holandés hasta las aguas saladas del Mar del Norte. La cuenca del río Rin abastece de toda su agua a Luxenburgo, por lo que el país aparece en todos los tratados del río. Desde la Convención de Mannheim de 1968, el Rin está considerado una región de “aguas internacionales” desde el último puente de Basilea hasta el mar, asegurando a Suiza un acceso libre al océano.
El curso del Rin está marcado también por numerosos canales que corren junto a él incluso durante varios kilómetros. Así lo conectan con otras desviaciones y ríos, como es el caso del canal Saint-Symphorien (con el Ródano-Saona) o el Rin-Meno-Danubio. El canal más famoso es el de Alsacia, construido en 1920, que permitió a Francia levantar una serie de centrales hidroeléctricas y represas, aunque la baja de agua trajo serios problemas de contaminación, con la consecuente desaparición del salmón 15 años después. Entre la década de 1970-1980 la Comisión del Rin elaboró indicaciones específicas para contener la contaminación, pero sólo la catástrofe del incendio en la planta química suiza de la empresa Sandoz, a principios de 1986, logró un punto final. Se inició entonces el saneamiento del río con la instrumentación de un Plan de Acción Rin Común, durante el cual los países intervinientes plantearon con seriedad la reubicación de fábricas y la implementación de proyectos como Salmón 2000, que permitió a las aguas del Rin volver a recibir salmónidos.
RECORRIDA Si bien las aguas del río fluyen entre costas célebres y puertos históricos, la faceta turística se explota de muchas maneras a través de cruceros y travesías que incluyen paradas especiales y ponen en marcha numerosas rutas de barcos turísticos. “La manera más conveniente de viajar en Europa”, al decir de algunas agencias. Lujosos hoteles flotantes se mueven al vaivén de la corriente, ofreciendo servicios cinco estrellas mientras se disfruta de cambiantes paisajes y la posibilidad de atracar en cada puerto para realizar excursiones. Asimismo, el curso del Rin ofrece leyendas y mitos de sus construcciones medievales que los guías explican entusiasmados, mientras se ven castillos, monasterios y fortalezas increíbles que han sobrevivido al paso de los años. Las cercanías del Rin gozan de un clima soleado, seco y cálido, por lo que suele darse en sus orillas la agricultura de viñedos, inspiradora de pintores y poetas. Colonia es quizá la más elegida de las ciudades alemanas en su cuenca, famosa por su carnaval donde las aguas del río reflejan la fiesta y el color de la urbe más antigua y cosmopolita del país. Conocida como la “Joya del Rin”, el río atraviesa cinco de sus nueve distritos, revelando la belleza de sus puentes y el romanticismo de las navegaciones nocturnas. Otra de las ciudades-atracción es la multicultural Estrasburgo, capital del valle medio del Rin, y francesa ante todo. Heredera de tradiciones culturales propias aunque con reminiscencias alemanas, allí se sintetiza una visión de la Europa culta, sede de importantes instituciones y empleada habitualmente como base para descubrir Alsacia, Baden, la Selva Negra y los Vosgos, siempre bajo el influjo de las aguas que nunca cesanz.
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