CHILE. OTOñO/INVIERNO EN LA COSTA VALDIVIANA
Bordeando el Pacífico, al sur de Valdivia, una reserva privada y varias localidades anónimas protegen los últimos bosques nativos de la Cordillera de la Costa. Una zona que pretende dejarse ver no sólo en verano, y que según la organización WWF se encuentra dentro de los 25 puntos de mayor interés de conservación del mundo.
Los Liles, Huape, Chaihuín, Huiro y Huelcolla. Son los caseríos que se van descubriendo tras bajar del transbordador que une Niebla con Corral. Un transbordador inaugurado hace dos años, que les cambió la vida a estas comunidades costeras gracias a su mayor frecuencia –uno cada dos horas–, hasta la medianoche y todos los días del año. Las prestaciones del nuevo transbordador abrieron el apetito de estas localidades por dar a conocer sus tesoros naturales. Y su idea es hacerlo de modo sustentable con la flora y la fauna con la que conviven.
Desde 2005, una ONG viene realizando un proyecto de conservación de este invadido patrimonio natural nativo, incentivando a la vez actividades productivas de las comunidades aledañas. Ellas a su vez realizaron trabajos de reforestación, investigación y capacitación turística, iniciativas de las cuales fueron testigos los 5691 visitantes llegados a la reserva el verano pasado.
La idea es potenciar la cifra de modo responsable con el medio ambiente, promoviendo esta plataforma ecológica los 365 días del año, con lluvia o sin ella: algo no tan difícil, pues dicen lugareños y guardaparques que las precipitaciones ya no son las de antes y en temporada baja se encuentran sin problemas días de sol.
SECRETOS DEL BOSQUE El ripiado camino por el que se transita es parte de la Carretera Costera que se está construyendo a lo largo de todo Chile, y que aquí corre por laderas de la Cordillera de la Costa que caen abruptamente al mar.
Las preciosas panorámicas, que fusionan bosques y mar, pueden ser las culpables de pasar sin darse cuenta por Los Liles y Huape. La primera localidad ofrece el sendero Los Olivillos, que llega a un mirador que observa la costa hacia el norte. Además existe un camping a la orilla del mar.
En Huape se destaca el trabajo de un grupo de mujeres que instalaron junto al camino el restaurante Pesca Sur, con forma de barco pesquero. A 40 minutos de Corral, se descubre la principal comunidad de la ruta: Chaihuín, una localidad pesquera que no pasa inadvertida. Sus casitas y caleta rodean la desembocadura del río homónimo que llega a desaguar aquí, no sin antes serpentear entre una tupida vegetación y una lengua de playa asomada entre los cerros boscosos que rodean el escenario.
Muchos de sus 302 habitantes se capacitaron gracias a diversos organismos públicos y privados para desarrollar proyectos turísticos como el restaurante Fondo Marino, famoso por sus contundentes y únicos caldillos de mariscos, y las cabañas Los Ulmos, con preciosas vistas al mar. Un rubro al que otros chaihuinenses también se han sumado.
En Chaihuín comienza la Reserva Costera Valdiviana, cuya entrada es gratuita: de todos modos, es recomendable pasar a registrarse e informarse por la administración antes de continuar por alguno de los caminos que se ramifican en busca de las razones que llevaron a la World Wildlife Fund (WWF) –famosa por sus proyectos de conservación en todo el mundo– a declarar como “hot spot” o zona vulnerable este inexplorado punto del planeta. Una de estas razones se esconde a 17 kilómetros de la administración, ascendiendo por un camino que orilla el río Chaihuín, exclusivo para 4x4 y permitido sólo en compañía de guías locales capacitados por una ONG. El camino desemboca en el sendero Los Alerces, que atraviesa arroyos, cascadas y especies de la selva valdiviana (coihue, tepa, mañío y canelo). Tras tres kilómetros de caminata se llega a un relicto de 40 alerces de 2000 años de vida en promedio, donde se encuentra el segundo más antiguo que se conozca en Chile, con alrededor de 2500 años.
Estos alerces conviven con 77 especies de animales. Aquí se destaca una de las mayores poblaciones de pumas y pudúes del país, además de infinidad de aves como carpinteros negros, rayaditos, chucaos, comecebos y picaflores. Otro punto de interés inserto en este camino es el proyecto de restauración que se está desarrollando en 55 hectáreas de antiguos eucaliptos, plantando en su lugar especies nativas que se espera vuelvan a florecer. Se trata de una iniciativa pionera en Chile, que cuenta con la cooperación de lugareños, quienes talan los árboles plantados por las forestales para luego trasladar los troncos con yuntas de bueyes. Una parte de la madera extraída se dona a organizaciones comunitarias que la utilizan para calentarse y cocinar. Si todo funciona bien, el objetivo es repetir la iniciativa en otras zonas de la reserva donde los eucaliptos aún dominan un ecosistema que no les pertenece.
LITORAL RESERVADO Antes de pisar el acelerador por la Carretera Costera que se interna por la Reserva, vale la pena detenerse a cinco minutos de la guardería, junto a un cartel que invita a conocer el breve sendero Los Colmillos de Chaihuín, que más parece una cueva que se adentra por más selva valdiviana. El nombre del sendero se explica al llegar a sus miradores que dan al Pacífico, desde cuyas aguas emergen dos imponentes rocas con formas de colmillos ubicadas al frente de la playa de Chaihuín. A tres kilómetros de la administración se halla Huiro, donde familias campesinas mapuches huilliches también están desarrollando servicios turísticos, como cabalgatas y restaurantes típicos que preparan catutos y milcao. Aquí está el emprendimiento de Miguel Asencio, quien ha impulsado junto a su familia trabajos de artesanía en madera nativa y mermeladas de murta.
Tras pagar la entrada al predio, un sendero desemboca en una costa caracterizada por peñascos cubiertos de césped, olivillos costeros y matas de murtas, donde hay instalados sitios de picnic que se pretende convertir en sitios de camping. La idea es contemplar el Pacífico con calma, en especial entre febrero y fines de abril, cuando se convierte en el mejor mirador de ballenas azules, francas, jorobadas y orcas que transitan muy cerca de estas costas.
Quienes se quedan todo el año son cientos de escandalosos lobos marinos, arriba de unas rocas ubicadas a pocos metros del terreno de Miguel. Es la lobería, a la cual se puede acceder en bote desde Chaihuín y Huiro.
A 20 kilómetros de Chaihuín se llega a los trabajos de construcción de la Carretera Costera, que se espera reconfigure su trazado original dado el impacto que afectaría a una zona sumamente frágil, para muchos la más hermosa de la Reserva. Se trata del sector de las Lagunas Gemelas y la playa de Colún, atractivos unidos por un sendero que cruza un bosque de olivillos.
La belleza de esta desolada playa, a la cual también se puede llegar cabalgando desde Huiro, radica en su entorno: en especial en las cercanías de la desembocadura del río Colún, que nace y muere dentro de la reserva. En esta zona se encuentran restos de cerámica de indígenas que venían desde el valle a buscar productos del mar. Vestigios que están a punto de desaparecer a causa de los conductores que transitan con jeep encima de las ruinas.
En este sector se encuentran asimismo las dunas de Colún, que han ido invadiendo el bosque de olivillos que lo bordea. Sea como fuere, la mezcla de dunas, bosque, río y lagunas gemelas es una postal que muchos disfrutan acampando en verano.
Las vistas de la reserva se pierden hacia el sur, entre los bosques que esconden a Hueicolla, una localidad costera con alojamientos y restaurantes: hasta allí es preferible llegar por La Unión, para seguir descubriendo el secreto costero más vulnerable de la Región de los Ríos que se pretende preservar para las futuras generaciones.
Informe: Julián Varsavsky
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