Dom 02.09.2012
turismo

JUJUY. BICENTENARIO DEL EXODO JUJEñO

Caminos de la Independencia

La conmemoración del Exodo Jujeño –esta vez en ocasión de su bicentenario– se revive con fervor en San Salvador de Jujuy. Desfiles gauchescos y folklore signan una fiesta que evoca un hecho clave de la gesta independentista, y un enorme sacrificio del pueblo, obligado a dejar sus casas y sus medios de subsistencia.

› Por Guido Piotrkowski

Fotos de Guido Piotrkowski

Defender Jujuy o abandonar la zona, siguiendo la estrategia de “tierra arrasada” para refugiarse en Tucumán, Santiago del Estero o Córdoba. Esa fue la orden que recibió el general Manuel Belgrano, a cargo del Ejército del Norte, en julio de 1812, con el objetivo de que no quedara nada que pudiera ser utilizado por las tropas realistas en su avance desde Cochabamba hacia el Río de la Plata.

“Muchos dicen ‘el Exodo Jujeño’, como si hubiera sido uno solo. Pero en realidad han sido varios a lo largo de 1812. Se toma el 23 de agosto como la fecha emblemática, la que simboliza todos los éxodos que se vivieron aquí en Jujuy, de manera dramática e incluso muy violenta. Porque no se iba el que quería, se tenían que ir todos. Se dictó un bando militar y se aplicaba la pena de muerte a quien no respondía a ese llamado”, explica el guía Gabriel Salgado durante un paseo por los diques de San Salvador de Jujuy, en la semana de las conmemoraciones por el Bicentenario de esta gesta épica.

Un alto en la procesión, allí se distinguen los trajes típicos de las asociaciones gauchescas.

EL EXODO Doscientos años después, el episodio se celebra en Jujuy con bombos y platillos, porque se considera aquel éxodo como uno de los hitos fundamentales en el largo camino hacia la independencia definitiva de la corona española. Pero también fue un hecho muy triste, duro y desgarrador, en el que miles de personas se vieron obligadas, de la noche a la mañana, a abandonar sus hogares, sus animales, su terruño; a separarse de sus familias y marchar durante largas jornadas hacia una tierra que no era la suya. Cabe aclarar que la pena de muerte impuesta se debía a que entre la población jujeña había una porción que presuntamente simpatizaba con los realistas, y que en caso de quedarse podría ayudarlos en su avance. Por eso se obligó a todos a partir. Se estima que entre 10.000 y 15.000 personas marcharon desde Humahuaca hasta Tucumán, y muy pocos llegaron a destino; la mayoría fue quedando a mitad de camino.

“El bando emitido por Belgrano se presta a controversia. Si tenemos en cuenta que ocurrió en agosto, que es el mes de la roturación de las tierras para preparar los cultivos, creo que habrá generado un gran trauma en la población y no habrá sido nada sencillo movilizar a la gente a pie”, opina Salgado. La estrategia apuntaba a que el ejército de la corona española, superior en número, armamento y técnica militar, no encontrara dónde abastecerse y se viera entonces obligado a replegarse o continuar hacia lugares ignotos donde podía ser emboscado. La ventaja del ejército criollo era que conocía el terreno, sabía dónde abastecerse, dónde esconderse en las montañas. Además contaba con el apoyo de la mayoría de los lugareños, quienes brindaban información estratégica. “Si no hubiera sido por todo ese caudal de información y conocimiento del lugar, probablemente el éxodo podía haber sido un fracaso. Pero no, fue una especie de batalla ganada aun sin luchar”, señala el guía.

Los comerciantes debieron levantar sus comercios, cargar las mercancías y enviarlas en carretas a Tucumán, adonde se trasladarían con sus familias. Lo mismo debían hacer con sus chacras: arrear el ganado y partir con los peones, formando pequeñas caravanas. Igual que los pobladores de la Quebrada de Humahuaca, el único lugar por el que podían pasar las tropas enemigas. Estos pequeños agricultores se vieron forzados a dejar sus parcelas y cultivos para marchar a pie, con sus pertenencias a cuestas. Según la historiadora Viviana Conti, sólo un 15 por ciento de la población adinerada se mantuvo en Jujuy. Aunque no hay datos fehacientes, muy pocas personas de los sectores populares se habrían quedado tras la marcha del ejército conducido por Belgrano, que partió en la medianoche del 23 de agosto rumbo a Tucumán. Así, cuando los realistas llegaron se encontraron con una ciudad desierta.

Un mes después de la partida del ejército criollo, el 24 de septiembre, se libró la batalla de Tucumán, con una resonante victoria de las tropas de Belgrano, que regresaron a Jujuy seis meses después –el 22 de febrero de 1813–, con más de 700 kilómetros recorridos y varias batallas a cuestas.

El Gaucho Ríos, llegado desde Salta con su poncho al hombro, participa orgulloso de la celebración.

EL BICENTENARIO Los festejos por los doscientos años se vivieron a pleno en la capital jujeña. Entre las diversas actividades programadas, el 21 de agosto por la noche se hizo un relevo histórico en el Palacio de Gobierno, con cambio de guardia de honor de la bandera nacional emplazada allí mismo. Más tarde, en la vieja estación del Ferrocarril general Belgrano, en el sitio conocido como Los Hornitos, se inauguró una estatua en colores del general Belgrano, y se abrió la Feria de Comidas Regionales. En ese mismo lugar, un día después, una multitud se congregó para ver el “mapping” proyectado en las paredes de la estación.

El 22 de agosto, luego del acto oficial, se realizó la tradicional Marcha Evocativa del Exodo Jujeño, con la participación de agrupaciones gauchas llegadas de todos los rincones del país y algunas asociaciones de pueblos originarios. La marcha se dirigió hasta el puente Gorriti, sobre el río Xibi Xibi, en donde se hizo una quema simbólica de chozas.

Antes de la quema, el actor que representaba al general Belgrano, montado en su caballo, se detuvo en el puente para la lectura del bando ante los miles de personas congregadas. Poco después, las chozas dispuestas sobre el lecho seco del río se prendieron fuego, dando paso a uno de los momentos más emotivos de todo el festejo.

Miriam, una joven de la agrupación gaucha local El Algarrobal, ataviada con sus mejores ropajes tradicionales, dice a TurismoI12: “Para mí es una fecha muy importante, es revivir ese momento histórico en el que los jujeños no dejamos nada para los españoles. Es emocionante desde el momento en que empezás a caminar”.

Miguel Alfonso, gauchazo de pies a cabeza, pertenece a la Agrupación Gaucha de Alta Gracia, Córdoba, que participa todos los años. “Esto es muy lindo, es donde nace la patria; si no hubieran hecho el éxodo tal vez nos quedábamos sin patria. Por eso es muy emotivo venir acá”, dice el hombre, que acaba de caminar doce cuadras junto a los suyos. “Ahora vamos a la peña a bailar un poco y mañana desfilamos de nuevo.”

Más tarde, en la peña Asociación Gaucha Exodo Jujeño, los paisanos van llegando de a poco. A medianoche ya están todos revoleando el poncho a pura zamba y chacarera. Hasta aquí llegaron también los descendientes directos del mismísimo Belgrano y también de Juan Martín de Pueyrredón para ser partícipes de los festejos en conmemoración de esta gesta que tuvo como protagonistas a sus tatarabuelos.

Banderas en la marcha evocativa de un episodio clave para la gesta de la Independencia.

“Es en ese momento que el pueblo se pone en andas, se pone en marcha para defender y buscar la libertad y la independencia de la patria. El éxodo es una página sagrada de la historia argentina”, dice Manuel Belgrano, chozno del general y vicepresidente del Instituto Nacional Belgraniano. “A mí no me cabe duda de que Belgrano se cargó la Revolución de Mayo en sus espaldas. Siendo un abogado, le tocó ser militar y hacerse en los campos de batalla”, agrega.

Por su parte, Marcelo White Pueyrredón es descendiente directo de Juan Martín de Pueyrredón y de Cornelio Saavedra. “El éxodo es una bisagra en la historia argentina. A Belgrano le dieron la orden de retroceder hasta Córdoba y, como estratega, prefirió quedarse en Tucumán a pelear. Si hubiera ido a Córdoba obedeciendo las órdenes de Buenos Aires y los realistas hubieran ido para Capital Federal, hoy la historia sería otra”, cree el chozno de Pueyrredón, miembro de la Asociación Descendientes de Fundadores de la Patria.

Al otro día, desde temprano en la mañana, las diversas agrupaciones gauchas, alumnos de las escuelas, bandas militares y asociaciones varias se congregaban para participar del desfile en el acceso sur de la ciudad.

Por allí anda el Gaucho Ríos, quien se apresta para desfilar bajo el tórrido sol de este veranito jujeño en pleno invierno. A sus setenta años, este hombre va a cuanto desfile pueda llegar desde su Salta natal, donde se dedica a cuidar caballos. Larga barba blanca, y poncho salteño al hombro, Ríos –convencido y orgulloso de la gesta jujeña– dice a TurismoI12: “Qué grande ha sido esa gente, ¿no? Uno se siente pequeño al lado de semejantes hombres, que han hecho cosas tan importantes”.

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