Dom 09.12.2012
turismo

ENTRE RIOS. VERANO A ORILLAS DEL PARANá Y EL URUGUAY

Tierra de todas las aguas

Agua en todas sus formas: dos grandes ríos enmarcan y le dan nombre a la provincia litoraleña, donde las fuentes termales ponen su sello de norte a sur del territorio y proponen la diversión de nuevos parques acuáticos. Un reino natural donde se puede nadar, navegar, explorar El Palmar, avistar aves y gozar de una temporada veraniega diferente.

› Por Graciela Cutuli

Gualeguaychú, Colón, San José, Victoria, La Paz... Cercado por las aguas, el territorio entrerriano es una opción refrescante para el verano, a lo largo de una provincia jalonada de termas que se convirtieron en reinos de diversión para chicos y grandes, y rica en propuestas de turismo natural accesible y cercano. Aquí es posible internarse en los senderos del Parque Nacional El Palmar, recorrer sus arroyos en kayak, salir a pasear en bicicleta por sus verdes cuchillas, conocer algo de la colonización “gringa” que selló el carácter de la provincia, divertirse en los parques de agua y explorar las orillas de sus ríos e islas.

Carnaval entrerriano, la vistosa y alegre fiesta del Litoral en enero y febrero.

GUALEGUAYCHU Y CONCEPCION Gualeguaychú invita a la primera parada, un rato después de pasar el puente de Zárate-Brazo Largo, con dos complejos termales a falta de uno: aquí están las Termas del Gualeguaychú y las Termas del Guaychú, para una pausa refrescante en sus piletas recreativas. Pero, sobre todo, aquí está el primer carnaval enterriano, bautizado “Carnaval del País” y listo para empezar el 5 de enero. La fiesta será todos los sábados siguientes hasta el primer fin de semana de marzo, en el corsódromo local. Vestuarios, coreografías, carrozas y música forman parte de los desfiles encabezados por las comparsas Ará-Yeví, Kamarr y Marí Marí: así decenas de miles de plumas, cientos de miles de lentejuelas y un escenario imponente serán los protagonistas a lo largo de todo el verano, consagrando una vez más al Carnaval de Gualeguaychú como el mayor espectáculo del verano argentino. Ya en la zona, quien guste del turismo rural puede aprovechar el circuito de los pueblos del sur, como Urdinarrain, Larroque y Gilbert, o bien los paseos en catamarán por el río, para descansar y pescar.

Retomando la ruta algo más hacia el norte, Concepción del Uruguay está estrenando su nuevo parque acuático dentro de su complejo termal (que también ofrece restaurante y alojamiento en bungalows). Durante diciembre, el parque acuático sólo abrirá los fines de semana, pero a partir de enero la apertura será diaria: allí se podrán disfrutar los toboganes gigantes de más de cinco metros de altura con sus piletas complementarias, y los juegos infantiles. Como la ciudad es famosa por su circuito histórico, y sobre todo por el cercano Palacio San José, bien vale aprovechar las noches veraniegas para realizar las visitas nocturnas al imponente edificio construido por Urquiza en los tiempos de la formación nacional.

Playas de arena en Colón, sobre el río Uruguay, para recrear la ilusión de las vacaciones tropicales.

COLON Y EL PALMAR Colón, el puerto sobre el río Uruguay al que llegaron las primeras familias de la colonización suiza en la región en el siglo XIX, es uno de las localidades más clásicas del turismo enterriano. Por el momento sus termas están en proceso de renovación, pero la amplia oferta de la región permite compensarlo con las de San José, a unos cinco kilómetros (el complejo es pequeño pero también tiene la ventaja de contar con toboganes de agua y juegos infantiles), o las de Villa Elisa, a unos 20 kilómetros. Villa Elisa, que se conoce como la “ciudad jardín” del corredor entrerriano, es famosa entre los chicos por su pileta con olas, que funciona durante el verano precisamente porque cuenta con aguas frías. También hay piscinas recreativas y, por supuesto, las piletas termales tradicionales. El complejo ofrece la posibilidad de alojarse puertas adentro en su propio hotel, a un paso del spa donde se ofrecen tratamientos revitalizadores a base de agua termal.

Volviendo a Colón, recomendable por sus quesos y embutidos artesanales, las opciones recreativas se multiplican. Aquí se puede visitar la finca productora de nueces de pecan La Reina y las instalaciones de la Bodega Vuillez Sermet, toda una rareza en tierra entrerriana: al menos ahora, porque cuando se instalaron aquí los inmigrantes franceses, suizos, italianos y saboyanos, trajeron consigo sus formas tradicionales de elaboración del vino. Así, a principios del siglo XX Entre Ríos tenía miles de vides y era uno de los grandes proveedores de vino para Buenos Aires, hasta que las leyes nacionales decidieron favorecer la producción cuyana y forzaron la desaparición de los viñedos. Ahora, Vuillez Sermet rescata aquel saber en las antiguas instalaciones de la bodega Fabré y ofrece vinos que están abriendo la puerta del Litoral como una región apta para la producción.

La ciudad es también un excelente punto de partida para explorar en excursiones náuticas las islas del río Uruguay, las selvas en galería de sus orillas y los bancos de arena, que en verano son el eje de la vida playera. Aguas transparentes, palmeras y arenas blancas crean un curioso aire de “Caribe fluvial”, y sobre todo al atardecer, cuando la afluencia de veraneantes es menor, la ilusión se acrecienta hasta volverse casi perfecta. Otra linda salida es la que parte de Colón para explorar la zona ribereña rica en cantos rodados y piedras semipreciosas, aprendiendo las razones por las cuales aquí se pueden encontrar ágatas, jaspes y frutos petrificados, arrastrados por las aguas del río. Toda la región depara sorpresas en este sentido, y no hay que dejar de visitar el Museo de Selva Gayol, una artesana que posee rarezas increíbles y se explaya generosamente a la hora de explicar el contenido de sus vitrinas.

Colón, además, es la “puerta de entrada” al Palmar, un parque nacional creado para proteger la palmera yatay, una especie longeva –puede vivir más de 200 años– que antiguamente cubría grandes áreas del territorio y ahora –avance agrícola mediante– necesita preservación. Además de las palmeras, aquí se protegen otros ambientes típicos de esta parte del Litoral enterriano: la selva en galería, el monte xerófilo y el “espinal” o pastizal, que conforman en conjunto el hábitat de numerosas pequeñas especies de roedores, reptiles y aves. Como en todas las zonas de humedal, la vida a orillas del río y en las zonas más bajas de pajonal –es decir donde los terrenos son más bajos e inundables– tiene una extraordinaria riqueza: aquí y allá el ojo atento puede descubrir la presencia (o las huellas) de tortugas acuáticas, hurones, culebras, pájaros carpinteros, batracios, zorrinos, diversas aves carroñeras y hasta ñandúes.

Enfrente del Parque Nacional se encuentra la Aurora del Palmar, un complejo que bien vale visitar para pasar el día, recorriendo a caballo la zona de palmeras, remando en kayak por las aguas del arroyo El Palmar o siguiendo sus circuitos para mountain-bike. También está la opción de realizar un ecosafari en vehículos especiales, para aprender a interpretar las señales de la naturaleza. En algunas fechas especiales, durante el verano, se organizan salidas nocturnas a caballo, para descubrir bajo la luz de la luna el placer de remar en canoa o simplemente quedarse escuchando los sonidos de la noche.

Juegos en los complejos termales, que tienen piletas recreativas para grandes y chicos.

TERMAS DEL NORTE El corredor del río Uruguay todavía tiene otras localidades para disfrutar del verano en el agua: Concordia, en particular, tiene varias playas sobre el río, como Nebel, a 200 metros del puerto y con vista a la ciudad uruguaya de Salto. Un poco más lejos, el balneario La Tortuga Alegre está cerca de la represa Salto Grande y es conocido como pesquero: hay bajada de lancha, juegos infantiles y un sector de camping. Otros prefieren las playitas de la zona llamada Villa Santo Grande, rodeadas de bosques de pinos y eucaliptos: son las favoritas de quienes buscan ambientes más tranquilos y practican deportes náuticos (Playa Sol, Punta Viracho, Las Palmeras, Los Médicos, Las Perdices o la más agreste Península de Soler).

Finalmente, aunque es la última del recorrido viniendo desde el sur, fue la primera en iniciar la exploración de aguas termales en la Mesopotamia: se trata de Federación, que se consolidó desde principios de los años ‘90 como uno de los principales complejos de la región. El parque termal está dentro del trazado urbano, cerca del centro comercial y de las orillas del Salto Grande, de modo que se convierte en uno de los más recomendables para quienes no se manejan con vehículo propio. Tiene piletas termales, piletas recreativas con agua fría para el verano y una nueva pileta con olas, además de servicios de spa. Y Federación también ofrece lindas opciones para el turismo natural: en el Parque El Aromito, una reserva forestal dentro de la ciudad, se puede conocer la vegetación de la selva en galería y numerosas aves. Un poco más lejos, a doce kilómetros, la Reserva Forestal Chaviyú muestra un ambiente de lago, islas y galerías, con un gran monte de eucaliptos; además se ofrecen salidas de canotaje, safaris fotográficos, navegación por los arroyos y –para los más arriesgados– salidas de supervivencia en las que se enseña a manejarse sólo valiéndose únicamente de los recursos de la naturaleza y mucha maña.

En canoa por los cursos de agua de La Paz, el famoso pesquero del norte provincial.

A ORILLAS DEL PARANA Ya está dicho que en Entre Ríos es el reino del agua y que sus pesqueros despiertan la tentación de todos los aficionados a la caña, pero si hay uno insoslayable, ése es La Paz, a orillas del río Paraná. El nombre lo tiene bien puesto: paz es la sensación que transmiten el tranquilo casco antiguo, el atardecer sobre el río visto desde las piletas termales de aguas saladas, la vegetación que se extiende densamente a orillas de los arroyos. Para los amantes del turismo natural y de la fotografía de fauna y flora, el lugar imperdible es el Circuito Parque de la Aventura, una zona boscosa junto a las barrancas del río Paraná que se puede recorrer en bicicleta, a pie o a caballo.

Por supuesto, en verano el Paraná y los arroyos como el Cabayú-Cuatiá se disfrutan como nunca, ya sea en canoa (aquí hay una conocida escuela de canotaje que hizo de la actividad una de las favoritas de los chicos paceños), en catamarán o en lancha. Así se puede llegar hasta un antiguo saladero hoy abandonado, la Barranca Negra, y la Reserva Ictícola Curuzú Chalí, que se extiende sobre 15.000 hectáreas de un delta perfecto para la pesca. Los más hábiles con la caña podrán capturar surubíes, bagres, patíes y sobre todo dorados, el “tigre de los ríos”, que es la especie más combativa y favorita de los aficionados a la pesca. En la última semana de febrero, como todos los años, La Paz organizará la Fiesta Nacional de la Pesca Variada de Río y volverá a ponerse en el centro del calendario de la pesca nacional.

A orillas de un arroyo, la paciente y atenta espera de un martín pescador.

DONDE GANA EL AGUA Casi cerrando el círculo que regresa hacia al sur de la provincia, esta vez a orillas del Paraná, el último alto de este verano entrerriano está en Victoria, justo enfrente de Rosario y conectada por el vistoso puente sobre el río. Lejos del trajín de su vecina santafesina, Victoria conserva ciertos aires de pueblo a pesar del crecimiento de los últimos años. Una vez más, aquí se cruzan las historias de la inmigración con los comienzos de la nación argentina, de la mano de una geografía que le valió su primer apodo de “ciudad de la siete colinas” y un estilo arquitectónico que le ganó el segundo, el de “ciudad de las rejas”. Pero en verano Victoria es sinónimo de Carnaval: aquí se organiza uno de los más populares de la provincia, junto con el de Gualeguaychú (también hay carnavales en Concepción, Gualeguay y otras localidades entrerrianas). A partir de mediados de enero, agrupaciones como Batuque, Satanú do Samba y Alimará preparan sus carrozas, carruajes y trajes para desfilar ante miles de personas que colman la ciudad, partiendo de la Costanera local. No hay que confiarse, se debe reservar con tiempo si se quiere encontrar lugar en algunos de esos fines de semana, entre el 12 de enero y el 23 de febrero. La gente del lugar y de los pueblos vecinos se suma a la fiesta, a los disfraces y las murgas, sin olvidar la elección de la reina del Carnaval, toda una tradición que se cumple con entusiasmo desde hace años. Y si el agua carnavalesca no fuera suficiente, hay que darse una vuelta por los balnearios sobre el río y por el parque Victoria del Agua, que sobre unas 40 hectáreas ofrece piletas termales y recreativas, cascadas, áreas de solarium, deslizadores de distintas alturas y un sitio elevado desde donde contemplar el atardecer. Un buen broche de oro, puesto por el sol mismo, para concluir la gira entrerriana con el ritmo que marcan el río y el agua.

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