turismo

Domingo, 23 de diciembre de 2012

AMERICA LATINA. FIESTAS NAVIDEñAS

Luces de felicidad

En el universo latinoamericano, Navidad se celebra con calor, en todos los sentidos: uno lo pone el clima, el otro la gente. Iluminaciones callejeras, pesebres con sincretismos que unen la tradición católica con las creencias originarias y banquetes que suman a la tradición europea los productos americanos ponen el sello de una gran fiesta global y familiar.

 Por Graciela Cutuli

En el continente del mestizaje, la Navidad es una fiesta donde lo religioso y lo familiar se unen en una celebración llena de matices. Con diferencias marcadas por las tradiciones y las culturas, sin olvidar el contexto particular que toque en cada una de las muchas naciones que conforman este vasto espacio geográfico-cultural, allí están los pesebres gigantes, los coros de niños entonando villancicos, las ciudades decoradas como para una gran fiesta y –cómo no– las corridas de última hora para llenar de regalos el famoso abeto importado de las tradiciones centroeuropeas. Porque la fiesta navideña tiene un sincretismo notable: por allí anda el Papá Noel vestido de rojo por una famosa marca de gaseosas, saludando niños en los centros comerciales de medio continente. Por allí también el panettone que impusieron los italianos en los países adonde emigraron masivamente, mudándose junto con su mesa propia del frío del Hemisferio Norte. Y no faltan los fuegos artificiales y petardos que saludan ritualmente las doce de la noche en muchas ciudades, para llegar a su apoteosis una semana más tarde en la celebrada Nochevieja. Es curioso, pero interesante viajar durante el período navideño, porque al ambiente de renovación que impone el fin de año se suman la alegría de las decoraciones y, en muchos países de nuestra región, el comienzo inminente de las vacaciones veraniegas.

COLOMBIA ES LUZ Las postales de París o Nueva York iluminadas para Navidad tienen un buen rival en este hemisferio: durante todo diciembre, las calles de Colombia se van llenando de luces que anticipan la gran fiesta, a partir de la “Noche de las Velitas”, el 7 de diciembre. Ese día –que precede al tradicional encendido del árbol navideño, el 8 de diciembre–- se reitera cada año el ritual de encender numerosas velas o faroles frente a las casas: así se va preparando el camino, según la costumbre, para que la Virgen vaya bendiciendo los hogares. Desde entonces, ciudades como Bogotá, Medellín y otras se llenan de luces y alumbrados en una auténtica fiesta de colores. En Medellín, el concepto de este año es “Naturaleza, vida y luz”: a través de este lema, las luces urbanas recrearán en miniatura los ecosistemas del país, desde el páramo hasta el Caribe, en un recorrido por las zonas de vida colombiana, ricas en flora y en fauna, con climas diversos y variadas topografías.

Los números impresionan al nivel de las capitales europeas: habrá 18 millones de luces y un recorrido de 35 kilómetros para unir 70 sitios, entre calles, avenidas y parques. El punto de partida es el Parque Bicentenario, para pasar luego por el pequeño Parque Simona Duque, el Teatro Pablo Tobón Uribe, la avenida La Playa hasta Plaza Botero, y Carabobo hasta San Juan, incluyendo la avenida Oriental. El circuito se dirige luego hacia el río Medellín con su antiguo Puente Guayaquil. En el recorrido incorpora el Parque de los Pies Descalzos y el Cerro Nutibara, además de otras vías emblemáticas como las avenidas Las Palmas y la 33.

En la fiesta luminosa conviven las tecnologías más avanzadas –controles electrónicos, luces led, videomapping y rayos láser– con elementos artesanales como el papel metalizado, cables y alambres. El resultado es tan vistoso que el año pasado Medellín se ganó un lugar en el “top ten” de los destinos de luces navideñas elaborado por National Geographic.

Mientras tanto, Bogotá tendrá una Ruta de la Navidad 2012 concentrada en cuatro zonas de la ciudad a través de tres corredores estratégicos por sus distintos puntos cardinales. La ruta tendrá 86 kilómetros de mangueras luminosas, 220.000 metros de extensiones de miniled y 8,5 millones de lamparillas. A ello se sumarán nieves, burbujas, música, luces, agua, césped iluminados, árboles interactivos que hablan y relatan cuentos a los niños. Y por si fuera poco, habrá 82 máquinas de burbujas que se activarán cada hora durante diez minutos.

BRASIL A LA EUROPEA Cualquiera pensaría que la Navidad brasileña tiene aires de Carnaval de Río. Pero nada de eso se puede encontrar en Gramado, la ciudad del sur del país que forma parte de la llamada Ruta de las Hortensias y que algunos conocen con el apodo de Pequeña Suiza: aquí florece un período navideño con aires centroeuropeos, con jardines coloridos y chalets de madera, con chocolates artesanales y mucha herencia italiana y alemana. Los inmigrantes europeos comenzaron a instalarse en el sur de Brasil hace alrededor de un siglo, y trajeron con ellos las costumbres de las fiestas natalicias, celebradas con tanta dedicación que se extienden desde principios de noviembre hasta mediados de enero. Gramado bautiza su fiesta con el nombre de Natal Luz: y la celebra con fuegos artificiales, conciertos de música lírica, reuniones de “viejos pascueros” oriundos de todas las localidades brasileñas, árboles de Navidad y luces de todas las formas y colores. Aunque la ciudad es encantadora todo el año, diciembre y principios de enero son entonces los mejores momentos para visitarla, sobre todo si se viaja con chicos: ellos, pero los grandes también, quedarán asombrados con el Gran Desfile de Navidad por la Rua das Hortensias, que concentra a más de 200 actores en trajes navideños con muñecos gigantes y carrozas alegóricas. Y desafiando toda lógica, de pronto se larga también una nevada, en pleno verano... Mientras tanto, se multiplican los espectáculos alusivos: como el musical La fantástica fábrica de Navidad, con un imponente despliegue de bailarines, trajes y músicos; la ópera al aire libre Nativitaten, que cuenta el origen de la celebración con villancicos, juegos de luz y agua y fuegos artificiales; y El arca de Noel, con marionetas y muñecos. Y no es todo, porque también se puede visitar la Aldea de Papá Noel, asistir por las noches al Encendido de Luces, con sus 25 millones de minilamparillas, sumarse al desfile de la Banda de los Soldaditos de Plomo por las calles principales o disfrutar de la Exposición de Renos. Sin dejar de probar –-tradición obliga– la fondue de chocolate, que le pone un toque dulce a toda la festividad.

PERU NAVIDEÑO Lima se adorna en diciembre, y con el boom de la gastronomía peruana sin duda las fiestas de fin de año son toda una experiencia vinculada con la buena mesa. Pero la Navidad más linda para ver está en los Andes, donde Cusco organiza cada 24 de diciembre en la Plaza Mayor la Feria de Santurantikuy, considerada la mayor feria de arte popular, artesanal y costumbrista del país (por “santu” o “santos” y “ticuy” o “venta”). Lograda expresión de mestizaje, la cita es el corazón de una fiesta que incluye desde los arreglos en los balcones hasta las iluminaciones dispuestas por el municipio local. La fiesta del Santurantikuy comenzó a celebrarse en Perú en tiempos de la colonia española, en la Plaza Mayor de cada localidad: era la época en que los sacerdotes recorrían pueblo por pueblo en busca de evangelizar a los habitantes, quienes por un lado fueron aceptando la imposición, pero por otro conservaron latentes sus propias tradiciones, con la Pachamama e Inti a la cabeza de su panteón. La Navidad cusqueña tiene hoy día en el centro de sus celebraciones al Niño Manuelito, el otro nombre del Niño Jesús, porque justamente los sacerdotes catequizaban a la población hablándole de Emanuel, el niño nacido en Belén. Meses antes comienzan los preparativos de los artesanos, que se concentran luego el día previo a la Nochebuena en la Plaza de Armas, llevando su Niño Manuelito en incontables actitudes diferentes. Junto con él va, como en todo pesebre, toda una parafernalia de pastores, angelitos y animales, que los cusqueños se llevan de la vistosa feria andina para decorar las escenas del nacimiento armadas en sus casas.

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Millones de miniluces encienden Medellín durante diciembre, para celebrar la Navidad.
 
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