Dom 21.04.2013
turismo

SAN JUAN. TURISMO AVENTURA Y PUEBLOS CON TRADICIóN

Soplando en el viento

Cuesta del Viento es el dique sanjuanino que se convirtió en la meca de los amantes del windsurf, gracias a la fuerza que agita sus aguas cristalinas, de un increíble color turquesa. Pero hay muchas más actividades para realizar en un paisaje de ensueño, en cuyas cercanías se vive con calma rural al calor de las termas y los discretos poblados cordilleranos.

› Por Mariano Jasovich

Fotos de Mariano Jasovich

San Juan es una provincia de extremos, de paisajes andinos y grandes amplitudes térmicas, de postales de otro mundo –vale recordar su famoso Valle de la Luna– pero también de fértiles valles donde prosperan los viñedos. Con tanta diversidad a su favor, invita a un viaje iniciático de esos que quedan grabados en la retina de cualquiera que llegue hasta estas latitudes, y el otoño, con su clima templado, resulta una época ideal para aventurarse en sus relieves, donde sobresalen algunos paisajes lunares menos conocidos, como los del dique Cuesta del Viento, que se une a un espejo de agua color turquesa: un panorama inimaginable incluso en el mejor destino caribeño. Este dique es una imponente obra de aprovechamiento hidroeléctrico y turístico, que con el tiempo se fue consolidando como uno de los atractivos más relevantes del circuito que recorre gran parte de los departamentos sanjuaninos de Iglesia y Jáchal.

El singular paisaje lunar del Dique del Viento, que generó un nuevo atractivo turístico en el noroeste de San Juan.

NOROESTE LUNAR Cuesta del Viento se encuentra a 180 kilómetros de la ciudad de San Juan, en el extremo noroeste de la provincia. Como brotado en medio de las montañas, aparece el lago enmarcado por un panorama cordillerano que lo torna único en el mundo. Sobre el agua cristalina se reflejan los picos de las montañas más altas, que parecen transformarse en islas desiertas todavía a punto de ser descubiertas por los turistas.

Pero ¿cómo se originó este lago en medio de la “luna” sanjuanina? Se trata de un espejo artificial en el departamento de Iglesia, creado hace diez años por la construcción del dique Cuesta del Viento: así, por un azar de la intervención humana, se conformó uno de los paisajes más sorprendentes y desconocidos de nuestro país. Cuesta del Viento es hoy un centro de turismo de aventura donde salir a explorar los paisajes a caballo, en bicicleta, a pie o en un gomón de rafting por el río Jáchal. El sitio es, además, el mejor lugar del país para la práctica del windsurf.

Sin duda la Cuesta del Viento hace honor a su nombre, porque allí uno literalmente se vuela. Hasta el mediodía todo está en calma. Pero por la tarde el viento sacude hasta los autos estacionados en la orilla, mientras en el lago se producen olas y ráfagas de agua que se levantan varios metros sobre la superficie. La razón de tanto viento es una especie de embudo que se forma justo donde ingresan las corrientes de aire en el valle: por eso el dique es uno de los mejores lugares del mundo para la práctica de windsurf, sobre todo teniendo en cuenta que el 98 por ciento de los días está despejado y llueve apenas cinco veces al año. Para los principiantes se ofrecen clases de windsurf durante la mañana, cuando no sopla el viento, y se cuenta con un simulador terrestre para comenzar a familiarizarse con la vela.

Además, hace un par de años desembarcó un nuevo deporte: el kitesurf, que sumó numerosos adeptos este último verano. Incluso hay un parador que se dedica exclusivamente a albergar a los amantes de esta disciplina, que conjuga un parapente con una tabla de surf.

Sin embargo, si el turista no se anima al windsurf existe la opción de realizar travesías en kayak, saliendo por la mañana, para recorrer las islas formadas por las montañas sumergidas (y hasta nadar en las aguas cristalinas si el calor acompaña).

Las aguas del dique también están colmadas de peces, en especial pejerreyes: no hace falta más para atraer a los pescadores, aunque vale recordar que la pesca siempre es en embarcaciones. Según los lugareños, en la mayoría de las salidas pueden picar un total de entre 70 y 80 ejemplares, aunque el cupo por persona es de 30 unidades. Se pesca con una línea de profundidad media, con mojarras vivas como carnada.

Además, los alrededores del Dique del Viento cuentan con hospedajes muy económicos, un mercadito como para las compras y hasta un bar donde los turistas pueden disfrutar de las noches estrelladas y relajarse de la agitación del día.

Windsurf, la actividad más popular para aprovechar la fuerza de las ráfagas sobre la superficie del lago.

REFUGIOS CONTRA EL VIENTO Cerca del dique se encuentra uno de los centros turísticos de la zona, la ciudad de Rodeo, que atrae en el norte de San Juan a los amantes del turismo de tradición, descanso y placer. En Rodeo la naturaleza está presente en todos lados, incluyendo los reservorios indígenas que recuerdan cómo era la vida hace cientos de años.

Y si se busca conocer la tradición y las costumbres regionales, a unos 40 kilómetros de Rodeo se puede visitar San José de Jáchal, una localidad que aguarda apacible y cordial, dispuesta a develar en su recorrido toda la historia del lugar. Turismo cultural, rural y de placer, Villa Iglesia también se suma a la propuesta anexando sus rústicas construcciones y sus atrayentes paisajes.

Sin embargo, una de las excursiones más completas y originales que se realizan desde Rodeo es a la Cueva del Indio, donde se ingresa con linternas frontales a las profundidades de una montaña para caminar, arrastrarse y descender en rappel por sus oscuras galerías. A su vez las aguas termales de Pismanta están catalogadas como de las mejores por sus extraordinarias virtudes terapéuticas, y ofrecen actividades relacionadas con el bienestar del cuerpo. También se pueden probar algunos de los tratamientos más desafiantes, como la fangoterapia, los masajes con algas y relajarse en saunas y duchas escocesas.

Para completar el recorrido, cercanos a Rodeo se encuentran dos pueblos bucólicos próximos a la cordillera. Se trata de Tudcum y Bella Vista. El primero se caracteriza por sus casas de adobe y cercos de tapia, todo acompañado por plantíos frutales que aromatizan el aire. Este poblado es reconocido por sus exquisitos dulces caseros y sus artesanías en cuero, madera y lana, trabajadas con técnicas que mantienen los secretos de siglos pasados. La otra opción es Bella Vista, una localidad asentada en un valle pleno de bellezas naturales. De esta manera, se alcanzará el relax necesario para afrontar los desafíos de la Cuesta del Viento.

Finalmente, otro lugar para visitar en la zona es el paso Agua Negra, en el límite con Chile, un excelente punto de observación para observar la inmensidad de los glaciares andinos.

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