BRASIL. PLAYAS DE MACEIó Y MARAGOGI
Con las aguas más azules de Brasil, en Maceió y Maragogi se respira un relajado ambiente nordestino, con música al ritmo de forró y pescado fresco saboreado junto al mar. En sus piscinas naturales se practica snorkeling, con el agua hasta la cintura en medio del mar.
› Por Julián Varsavsky
Los nordestinos son en Brasil lo que los santiagueños para los argentinos. Las piadas sobre ellos son famosas, y nuestro guía nos recibe con una al bajar del avión:
“Un nordestino que descansaba desde hacía varios días en una hamaca entre dos palmeras le preguntó a su madre:
–Mae, ¿tenemos suero antiofídico?
–No –le respondió ella–. ¿Te picó una cobra?
–No –dijo él–, pero allá lejos la veo venir”.
A los argentinos en general les encantan los chistes de nordestinos y además se los toman bastante en serio, porque al poner un pie sobre las arenas del estado de Alagoas no piensan en otra cosa más que en recostarse en una hamaca atada entre dos palmeras, con un coco helado entre las manos. Y de ahí no los mueve nadie.
EL GRAN QUILOMBO Nuestra combi sale del aeropuerto de Maceió y por los parlantes del techo, con centenares de agujeritos como un panal de abejas, brota la “miel” sensual y melodiosa del artista alagoano más famoso: los versos del cantautor Djavan. Teus sinais me confundem da cabeça aos pés / Mas por dentro eu te devoro / Teu olhar Não me diz exato / quem tu és / Mesmo assim eu te devoro / Te devoraria a qualquer preço.
“Exactamente por aquí, en los alrededores del aeropuerto Zumbi dos Palmares, estaba el Quilombo dos Palmares, una serie de aldeas fortificadas por una muralla vegetal hacia donde se escapaban los esclavos y también blancos marginales e indios. Allí vivieron libres durante 64 años unas 20.000 personas, hasta que en 1710 fueron derrotados después de varias incursiones militares”, nos cuenta Marzio da Silva, cuya piel color canela lo hace un posible descendiente de aquellos rebeldes liderados por el legendario Zumbi, quien terminó decapitado por los portugueses.
Cuenta también Marzio, como curiosidad, que el uso que se le da en Argentina a la palabra “quilombo” proviene de la poliandria que existía en ese bastión de ex esclavos. La razón era que de Africa se traían muchos más hombres que mujeres, quienes a su vez tenían mayores posibilidades de escapar. Se calcula que por cada tres o cuatro hombres en el quilombo había una mujer. Entonces ellas solían tener varias parejas a la vez, e incluso hijos con todos ellos, para evitar disputas.
PEQUEÑO PERO PODEROSO Alagoas es uno de los estados más pequeños de Brasil, pero con un peso cultural enorme para su talla geográfica. Hermeto Pascoal, el gran multiinstrumentista y compositor de una música que parece de otro planeta, emparentada con el jazz, nació en Arapiraca, estado de Alagoas. Deodoro da Fonseca –primer presidente de la República de Brasil– es otro nativo célebre. También Collor de Mello jugó aquí de local, comenzando sus correrías como intendente de Maceió y luego gobernador de Alagoas.
Celebridades aparte, la Virgen de Nuestra Señora de los Placeres es la patrona de Maceió. Y a eso se entregan los viajeros aquí, donde lo más común es pasar tres días en Maceió y cuatro en la zona de Maragogi.
Por lo general los viajeros van unos días a la playa más cercana a su hotel en Maceió, adonde llegan cruzando la calle. Y otros días toman excursiones para conocer playas alejadas del casco urbano. En total la ciudad tiene un frente costero que la excede con creces, alcanzando los 40 kilómetros de playa (su costanera mide dos kilómetros).
La excursión más común –la ofrecen agencias de viajes– comienza en la mañana para visitar la Playa del Francés. En el camino se hace un city-tour por la ciudad para conocer su casco histórico con edificios neoclásicos y art nouveau de mediados del siglo XIX.
En Marechal Deodoro, camino a la playa, la excursión hace una parada para caminar por las calles adoquinadas de este pueblito colonial, observando la arquitectura surgida en los dominios del primer presidente de Brasil, quien derrocó al emperador Pedro II en 1889. En la Plaza João XXII hay una iglesia de mediados del siglo XVIII y cerca de allí está el convento de San Francisco, levantado en 1684.
En la Playa del Francés se almuerzan mariscos y pescados mirando un mar casi tan azulado como el Caribe.
La segunda excursión que casi todos hacen desde Maceió es a las Dunas de Marapé, 60 kilómetros al sur de la ciudad. Se trata de una playa en una isla casi pegada a la costa, adonde se llega cruzando con un barquito las aguas de un río. En sus alrededores hay manglares y un pueblito pesquero que provee de comida fresca al restaurante que hay casi sobre la arena. Allí se come con el sistema bufete camarón frito, farofa (un cous-cous de maíz), carne de sol (seca y de buey), arroz, feijoada y camarones en leche de coco. En los alrededores de la playa habitan los monitos tití de pincel blanco, que se observan con asombrosa cercanía y son amigos de lo ajeno, sobre todo de la comida.
MARAGOGI La segunda mitad de un viaje por Alagoas transcurre por lo general en el pueblo de Maragogi, famoso por sus resorts de playa. Las aguas aquí están entre las más azuladas de todo Brasil, y por eso muchos llaman a la zona “el Caribe brasileño”, lo cual es, por supuesto, exagerado.
La excursión más asombrosa desde Maragogi es a las piscinas naturales del Galés, a donde se llega tras una navegación de seis kilómetros durante la bajamar. Cuando el mar baja su nivel, una barrera de coral deja atrapados a miles de peces de colores que los visitantes observan practicando snorkeling, e incluso a simple vista.
Lo curioso es que en medio del mar se salta de la embarcación y el agua le llega a la cintura, con una transparencia perfecta. Los peces más comunes son los sargentinhos de rayas azules y amarillas, que a veces se acercan a la luneta del snork y miran hacia adentro con curiosidad. Esta excursión se hace bien en las semanas de luna llena y luna nueva, cuando más baja el mar. Y como es la mejor de todas, conviene mirar el calendario lunar para definir la fecha de viaje.
A lo largo de un viaje por el nordeste, las piadas sobre nordestinos surgen a diario: “Dos nordestinos estaban recostados a la sombra de un árbol junto a una ruta, cuando pasó un auto a toda velocidad y dejó caer un billete de 100 reales. Pero cayó del otro lado de la ruta. Entonces Dadá le dijo a Mené: ‘Meu amigo, se o vento mudar, ganhamos o dia’ (si cambia el viento nos hacemos el día). Y siguieron recostados”.
Pero en el festivo nordeste nadie está a salvo de las piadas; tampoco los argentinos: “Dos porteños de vacaciones se gastaron toda la plata en caipirinhas y no podían regresar a Buenos Aires. Así que tuvieron que salir a pedir. Uno armó un speech sobre sus cuatro hijos y la esposa enferma. Y juntó diez reales. Al final de la tarde se encontró con el otro, quien había recaudado 5709 reales.
–¿Pero cómo hiciste?, ¿asaltaste un banco?
–No, Carlitos: simplemente escribí en un cartón: “¿Por favor me dé um real pra voltar pra Argentina?”.
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