Domingo, 17 de noviembre de 2013 | Hoy
EE.UU. DALLAS, 50 AñOS DESPUéS
Hace cincuenta años, John F. Kennedy era asesinado en Dallas. La ciudad texana conmemora el “fin de Camelot” con visitas guiadas especiales que evocan el episodio, un curioso Museo del Sexto Piso especialmente dedicado al fatídico 22 de noviembre de 1963 –aún lleno de interrogantes– y un memorial.
Por Graciela Cutuli
Hasta que Dallas se transformó en una célebre serie televisiva sobre millonarios, petroleros y desaguisados familiares, el nombre de la ciudad texana estaba asociado por sobre todo a un episodio trágico, en un día igualmente trágico. Debía ser un día cualquiera, pero fue uno de esos que se marcan con piedra negra en el calendario: aquel 22 de noviembre en que, 50 años atrás, un misterioso disparo puso fin a la vida del presidente John F. Kennedy, manchó de sangre el traje rosa de Jackie y causó un impacto tal entre quienes lo vivieron, que aún recuerdan vívidamente lo que estaban haciendo al enterarse de la noticia.
Medio siglo más tarde, Dallas parece otra ciudad: para los turistas, es una meca del shopping y un lugar repleto de entretenimientos para chicos y grandes. Dan fe la pista de patinaje del centro comercial Galleria Dallas, el show de justas Medieval Times, el parque de diversiones Six Flags over Texas, el Perot Museum of Science, el Museum of Art, y muchas atracciones, museos y monumentos. Pero la historia sigue estando ahí, muy cerca, y ejerce una fascinación persistente probablemente porque, a cincuenta años de distancia, las preguntas sobre el 22 de noviembre de 1963 todavía no fueron respondidas. Y Dallas ofrece entonces la posibilidad de buscar las propias respuestas.
EN EL SEXTO PISO El recorrido que sigue las huellas del asesinato de Kennedy en Dallas debe empezar en el Sixth Floor Museum sobre la Plaza Dealey, que cuenta la crónica del crimen y se reconcilia con la memoria del presidente examinando su legado. A pesar del nombre, ocupa dos pisos, el sexto y séptimo, de un antiguo depósito construido en el siglo XX que antes se conocía como Texas School Book Depository. El sexto piso está dedicado a la colección permanente, y el séptimo a las exhibiciones temporarias. Además, en ocasión del aniversario, durante todo noviembre el museo tiene horarios de apertura extendidos (excepto el 28, cuando se celebra el sacrosanto Día de Acción de Gracias y Estados Unidos se paraliza). Y el mismo 22 habrá entradas a precio reducido y un horario diferente: el museo abrirá sus puertas a partir de las tres de la tarde –una vez terminada la conmemoración oficial de la ciudad de Dallas– y hasta las ocho de la noche.
El antiguo depósito, en la esquina de las calles Houston y Elm, es un edificio de ladrillos levantado en 1901. En los años ’60 pertenecía a una compañía privada que almacenaba y distribuía textos escolares para escuelas públicas de Texas: allí trabajaba un tal Lee Harvey Oswald. Y desde el sexto piso, según se comprobó después, se lanzaron los disparos fatales. Siete años después del magnicidio, la Texas School Book Depository Company se mudó, pero el edificio siguió en pie como un testigo mudo de aquel día. En 1977 las autoridades del estado compraron el edificio con la idea de instalar oficinas administrativas: sin embargo el sexto y séptimo piso siguieron quedando vacíos. Finalmente, allí abrió sus puertas en 1989 el Museo del Sexto Piso, con una exhibición histórica que analiza los hechos del 22 de noviembre pero también la repercusión que tuvieron en la vida de la nación y en el mundo. Parte del piso fue restaurado para mostrarlo tal como estaba en 1963, respondiendo a las expectativas de los visitantes en peregrinación histórica. Unos años más tarde, la exposición pudo extenderse al piso superior, ampliando notablemente el espacio disponible para nuevas muestras, exhibiciones temporarias y eventos especiales en torno de la figura de Kennedy, que cincuenta años después sigue siendo objeto de discusión y controversia, una vez que se levanta la capa brillosa que le impusieron las revistas apoyándose en el mito de Camelot. Ese mito que Jackie Kennedy ayudó a forjar apenas unos días después del asesinato de su marido. La entrevista a la revista Life donde apareció aquella expresión, tomada de un musical de Broadway: “Un breve y brillante momento, que se conoció como Camelot”, se encuentra en el último anexo del museo: la Reading Room, en realidad una importante biblioteca con libros, revistas, diarios y otros materiales sobre Kennedy, su asesinato y el contexto de los años ’60.
En total, el museo tiene unos 40.000 objetos, imposibles de exhibir en su totalidad pero en parte disponibles en una exhibición virtual en su sitio web, y en parte visibles a través de solicitudes especiales para investigadores. Hay desde afiches de la campaña Kennedy versus Nixon de 1960 hasta numerosas filmaciones de aficionados que registraron la visita presidencial a Dallas en 1963, pasando por el archivo fotográfico del diario local Dallas Times Herald –hoy cerrado– y material relativo a la investigación de la Comisión Warren. En ocasión del aniversario, además, hay una muestra especial con entrevistas a doce personas que fueron testigos directos del asesinato, en algunos casos incluyendo grabaciones de sus palabras o fotografías muy poco posteriores a los acontecimientos.
EL TOUR KENNEDY Antes o después del museo, el tour conmemorativo del 22 de noviembre en Dallas debe pasar por la X marcada en medio de Elm Street, donde Kennedy cayó bajo los disparos, para concluir en el cercano grassy knoll, o montículo herboso donde algunas teorías aseguran que se apostó un segundo tirador. Los testimonios, es sabido, fueron de todo menos coincidentes. Y las conclusiones todavía resultan dudosas: como resultado, en el inglés popular de hoy grassy knoll es una expresión relacionada con el ocultamiento y la sospecha.
Pero en Dallas también es posible realizar visitas guiadas específicas que recorren muchos más lugares relacionados con el asesinato de Kennedy. Algunas opciones son breves, y requieren apenas un par de horas, pero hay también algunas de día completo, totalmente personalizadas (y realizadas sólo en inglés, vale tener en cuenta). El recorrido básico incluye la Plaza Dealey y el grassy knoll, así como un paseo en auto por la casa de Oswald y el Texas Theatre, donde el principal sospechoso de los disparos fue detenido. Un tour más largo incluye estos lugares y también el Trade Mart donde Kennedy debía pronunciar su discurso, el lugar donde Oswald subió a un ómnibus urbano, la entrada de emergencia del Parkland Hospital adonde el presidente fue llevado agonizante y la ubicación del Carousel Club de Jack Ruby, que asesinó a Oswald apenas dos días después de la muerte de Kennedy, como para oscurecer el misterio un poco más todavía. A medida que se alarga la extensión de la visita se van agregando lugares, incluyendo la tumba de Oswald en el Rose Hill Cementery y muchos otros sitios que probablemente sólo resistirían los expertos, los muy curiosos o los historiadores que investigan el episodio. Otras visitas, más especializadas todavía, llegan hasta a seis días de duración y abarcan los alrededores de Dallas, incluyendo la posibilidad de hablar con algunos testigos de aquella jornada que se prestan a hablar con los visitantes, como para no dejar ningún cabo suelto en ese intento de convertirse en detectives del pasado.
Cincuentenario obliga, en estos días el foco estará entonces puesto en Dallas. Para el 22 de noviembre se espera una multitud en la ciudad, que entretanto tendrá la ocasión de comprobar que en medio siglo tuvo tiempo de modernizarse y cambiar de cara definitivamente. Las Dallas hostil a la que Kennedy temía ir ya no podría ser reconocida por los protagonistas de la tragedia de 1963 en esta ciudad turística y comercial que año tras año multiplica sus atracciones, pero también sigue llevando la historia a sus espaldas.
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