Domingo, 26 de enero de 2014 | Hoy
BUENOS AIRES. VACACIONES EN TANDIL
Pacífica y muy cercana a Buenos Aires, Tandil es referencia a nivel de deporte y salud, con múltiples alternativas recreativas y competitivas. Pero también la definen la llegada permanente del ferrocarril y su sello gastronómico de origen en quesos y chacinados.
Por Pablo Donadio
Fotos de María Clara Martínez
Tandil vive pacíficamente y desde hace varios años en ese límite complejo que separa una ciudad pujante de un pueblo calmo. Es una mezcla perfecta: ni mucho de uno, ni poco de otro. Tiene una intensa vida cultural y política, una universidad fuerte que atrae a los jóvenes y un desarrollo tenaz a nivel turístico, pilar central del crecimiento junto con la producción del campo. El ferrocarril, que llega aquí dos veces por semana en un tiempo prudente y a buen precio, es apenas un botón de muestra de su evolución, junto con la carta gourmet de algunos restaurantes que se suma a las ya clásicas ofertas de productos regionales.
Su propuesta deportiva y de salud la posiciona como un remanso para los que buscan terapias corporales, los mimos del spa y los masajes o simplemente la caminata y el descanso al aire libre. Pero también existen, para quienes lo buscan, entrenamientos y competencias a nivel profesional.
EL TANDILERO Cuando en la segunda mitad de los años ’70 comenzaron a discontinuarse los ramales argentinos, aniquilando economías regionales y sueños de prosperidad, Tandil también sufrió. Por cercanía, por conectividad, por solidaridad. La tarea se completó finalmente en los ‘90 y la ciudad no escapó a ese dominó, aunque lo padeció menos que otras por estar ya más consolidada que los vecinos pueblos emergentes. El año pasado, cuando se anunció su regreso tras 16 años de interrupción, muchos no contuvieron las lágrimas. “En cada viaje la gente nos agradece por la vuelta del tren con una buena onda increíble. Algunos pasajeros hasta te miran a los ojos y se emocionan. Es un mundo muy particular el del ferrocarril, y sus posibilidades tan grandes como el desastre que causó su desaparición”, resume Ezequiel Cáceres, camarero de este convoy al que se ha rebautizado El Tandilero. Desde su vuelta el servicio parte desde Constitución con dos o tres vagones, según la demanda. Se detiene en las viejas estaciones de Cañuelas, San Miguel del Monte, Las Flores, Rauch y finalmente llega a Tandil en poco menos de siete horas, transportando 280 pasajeros y reactivando el enlace de pueblos pequeños con grandes ejidos urbanos. Su personal de a bordo (guarda, jefe de tren, azafatas, mecánicos y conductores) cuenta que algunos coches fueron rehabilitados en la Cooperativa de Trabajo Talleres Junín, bajo la dirección técnica e industrial de ingenieros de Ferrobaires, mientras otros se repararon en instalaciones propias de la empresa, contribuyendo a la recuperación paulatina de la capacidad de trabajo de los talleres abandonados. El Tandilero realiza hoy cuatro viajes por semana, con tarifas accesibles ($100 en Turista y $120 en Pullman), cumpliendo horario y sobre todo, generando la esperanza de una vuelta completa de los ferrocarriles. Cuanta con un pequeño refrigerio y la particularidad de poder viajar con mascota y grandes equipajes. El viaje, tranquilo, cómodo y seguro, permite obtener otras imágenes de las ciudades y pueblos que se atraviesa, caminar y bajar en cada estación a respirar el aire campero.
TRANQUILOS Y A LOS TROTES Es sabido que Tandil se ha convertido en uno de los destinos más elegidos para el descanso a lo largo de todo el año, ya sea para despejarse, pasear sin apuro, disfrutar de un atardecer o de la lectura. Sus cuatro estaciones ofrecen alternativas para todos los gustos, desde city tours por bodegones y edificios históricos hasta los campos y sierras de los alrededores, escenario de caminatas, paseos a caballo, circuitos de bicicleta y cuatriciclos. Los relieves tandilenses se prestan también a la práctica del rappel, tirolesa y escalada. Hay también buenas canchas de tenis y dos excelentes campos de golf. Y, desde hace unos años, una pasión total por las carreras de aventura. A eso llegamos nosotros, y una vez en la estación enfilamos derechito al centro, para recibir una bienvenida con aroma a eucaliptos en el parque del lago. En ese entorno están el camping, el polideportivo, las piletas y un paseo natural por el que día a día los tandilenses y visitantes salen a correr y caminar, de cara al cerro del tradicional Castillo del Fuerte. Llegamos invitados a disputar el OSDE Cruce Tandilia, “reto al Precámbrico”, una de las tantas competencias outdoor que tienen a la ciudad como protagonista. “Sabemos que para muchos la carrera es una excusa para visitar nuestra ciudad, aunque en esta edición hemos superado los mil participantes, con visitas de excelentes runners del país y el continente”, afirmaba Charly Cetineo, uno de los organizadores. Clásico entre clásicos, esta carrera planteó además un tema que ya muchos locales hablan por lo bajo: promover a Tandil como Capital del Running. “La ciudad es reconocida por las pretemporadas que hacen los grandes clubes de fútbol, por sus deportistas profesionales, especialmente los tenistas y entre ellos, Del Potro. Pero hay muchas disciplinas y miles de amateurs que día a día eligen las sierras como lugar de entrenamiento y disfrute”, abrevió Marcelo Palai, uno de los responsables de Kumbre, empresa organizadora de eventos deportivos. Esta cita tuvo además un importante rol social, ya que se consiguieron más de 800 litros de alcohol para el Hospital de Niños y cerca de una tonelada de paquetes para el Banco de Alimentos local, donados por los corredores. El resto es hoy anécdota y el recuerdo de la sierra desde un lugar más aventurero, surcando senderos rurales y caminos de piedra durante 42, 21 y 10 kilómetros, según la categoría elegida. En ese andar se pudo disfrutar visualmente de otra de las disciplinas que tienta a los tandilenses: la náutica. El remo y la vela son los principales atractivos del Lago del Fuerte, la inmensa obra hídrica que administra los cauces que bajan de las laderas al valle. Entorno arbolado y silencioso, ideal para un día al aire libre con la familia, su espejo de agua es el escenario donde las escuelas de kayak, canoa y vela realizan prácticas y regatas cada fin de semana. A ellos se suman paseos personales que incluyen el canal que rodea al parque.
CUIDARSE PARA DESCUIDARSE Luego de entrenarse y hacer ejercicio hay que reponer calorías. La gastronomía regional es la indicada para eso, apoyada en dos pilares. El primero involucra la tradición de maestros queseros, salamineros y longaniceros, que se ubican entre los mejores del país y recientemente han obtenido el sello de “denominación de origen”, norma de calidad nacional con la que sólo cuentan un puñado de productos argentinos. Lujo local en ese sentido, Epoca de Quesos ofrece lo más variado de esta producción y supo adaptar el restaurante a su casa original de 1860, lo que le ha valido el galardón de Monumento Histórico. La cocina gourmet aporta el otro lado de la historia, con elaboraciones artesanales de la mano de reconocidos chefs que combinan carnes, verduras y aromáticas de la ciudad en exquisitos platos. El disco; los asadores con leña; los mariscos frescos de la cercana Costa Atlántica y las pastas caseras son la base de la buena cocina tandilense, posible de degustar en El Criollo y La Pulpería, donde el asado va de lo clásico a lo gourmet; o en Tierra de Azafranes, una arrocería que nada envidia los mejores locales orientales y donde Ricardo Cangros, un joven chef con pergamino internacional, prepara risottos inolvidables. Así la rueda vuelve a girar cíclicamente y la ciudad se transforma en el mejor lugar para recuperar el estado “perdido” en esas panzadas. La visita al mercado artesanal, al monumento del fundidor, al museo ferroviario, a la famosa Piedra Movediza y al Complejo Centinela son algunas ofertas que la próspera Tandil entrega además, como siempre, a sus visitantes.
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