Domingo, 6 de abril de 2014 | Hoy
BUENOS AIRES. MINITURISMO EN DOLORES
Doscientos kilómetros separan Buenos Aires de Dolores, alto tradicional en la ruta a Mar del Plata. Una ciudad más nombrada que conocida, que se considera el “primer pueblo patrio” e invita a fines de semana tranquilos, a la vera del campo, pero también a descubrir una larga historia.
Por Graciela Cutuli
Todo el mundo sabe dónde queda Dolores. Los carteles indicativos sobre la Ruta 2 invitan allí a seguir derecho rumbo a Mar del Plata, meca veraniega y de fin de semana largo, o bien a desviarse para tomar el camino que va hacia el Partido de la Costa y sus sucesivos balnearios. Pero ¿cuántos avanzan un poco más y, más allá de los paradores que proponen un alto en la ruta, cruzan la entrada de ciudad? La entrada en cuestión habla del “primer pueblo patrio”, pero hoy Dolores es en realidad una ciudad clave en la región centro-este bonaerense, cabecera de partido y cabecera del departamento judicial homónimo. Un largo camino desde su fundación, que a imagen y semejanza de la de Buenos Aires también fue doble.
UN POCO DE HISTORIA Buenos Aires ya era una “gran aldea”, y la Argentina, un país recién independizado oficialmente de España cuando, en agosto de 1817, se intentó la primera fundación de Dolores, nacida a partir de una primera guarnición militar instalada al sur del río Salado para ganar territorio a los nativos pampas. No sería con mucho éxito: las tribus indígenas la arrasaron en poco tiempo. Sin embargo, una década más tarde, en 1827, se logró el repoblamiento definitivo. De todos modos, la temprana fecha de fundación –poco más de un año después de la independencia nacional– le valió el título de “primer pueblo patrio” que hoy ostenta orgullosamente.
“En realidad –cuenta María, oriunda de Buenos Aires pero radicada en Dolores por trabajo hace varios años– no es tan fácil encontrar huellas de ese pasado. Como en otros lugares, no se conservó demasiado, más allá de algunos edificios históricos y de los cascos de las estancias cercanas. Sin embargo, la historia sigue estando presente, y es el motivo que atrae a muchos de los visitantes cuando pasan, generalmente rumbo a la costa, y paran aquí unas horas o una noche. El otro es ritmo de vida: porque aunque nosotros sentimos mucho movimiento, sobre todo en días de semana y fuera de la feria judicial, en comparación con Buenos Aires esto es muy tranquilo.”
La parte principal de la historia de Dolores se puede conocer en el Museo Libres del Sur, que recuerda en particular ese episodio de la historia del siglo XIX, pero tiene un interesante espacio dedicado a los pobladores originarios, a los gauchos que forjaron el carácter de esta parte de las pampas, al transporte –con grandes carretas y galeras– y a la fauna de las llanuras bonaerenses, con ejemplos de muchas especies autóctonas y exóticas. El nombre del museo remite al movimiento Libres del Sur, que formaron los opositores a Juan Manuel de Rosas en 1835, bajo el mando de Pedro Castelli (hoy la plaza principal lleva su nombre). La revolución se gestaba con revolucionarios de Dolores, Chascomús y Tandil, pero fue descubierta por el gobierno rosista y así desembocó, el 29 de octubre de 1839, en el Grito de Dolores, que terminaría con la captura y ejecución de Castelli. No eran tiempos blandos: la cabeza del líder del movimiento se exhibió durante años en una pica, en la plaza que lleva su nombre... En la plaza, que durante muchos años se llamó Constitución, hoy se puede ver una réplica de la Pirámide de Mayo.
DE CIUDAD Y CAMPO A la gente de Dolores, cuentan los lugareños, les gustan las reuniones y festejos. Se pudo ver hace pocas semanas, durante las fiestas de Carnaval, que convocan a los vecinos en las calles para los desfiles y corsos, y en la Fiesta de la Guitarra, que se celebra todos los años en marzo (cerca del Museo Libres del Sur, un monumento homenajea el instrumento en cuestión, en recuerdo del guitarrista dolorense Abel Fleury). También se podrá comprobar en Semana Santa, cuando se organiza una representación de La Pasión, con decenas de personas en escena, en el anfiteatro del Parque Libres del Sur, un complejo con lago artificial situado junto a la Ruta 2.
Cuando se va de visita, de todos modos, hay un lugar que cualquier dolorense será el primero en mostrar: es la estación de ferrocarril, habilitada el 15 de agosto de 1874, por donde hoy siguen pasando los trenes que van a Mar del Plata. El típico cartel blanco y negro de las estaciones ferroviarias, y sobre todo el túnel de árboles que la rodea, forman el escenario típico de una foto bucólica, sobre todo con el follaje otoñal: casi inevitablemente, la estación figura en el listado de posibles locaciones cinematográficas que compila el gobierno bonaerense. Pero en Dolores hay muchos otros edificios interesantes, generalmente dispersos en una ciudad de arquitectura ecléctica donde conviven algunos intentos de recreación histórica con el gusto diverso de quien se construye su propia casa: así están la iglesia Nuestra Señora de los Dolores, de estilo romano, frente a la plaza principal; el Palacio de Tribunales con sus columnas griegas; la neocolonial Escuela Nro. 1; el Centro Cultural levantado en estilo art déco. Y sobre todo el Teatro Unione, que algunos consideran el más interesante de los que existen entre Buenos Aires y Mar del Plata, construido al estilo lírico italiano entre 1876 y 1913 y con una notable acústica. Mientras tanto, en una discreta casa de típico estilo italianizante, de profusas molduras y ventanas estrechas y alargadas, vivió Juan Vucetich hasta su muerte. Nacido en la actual Croacia, en los primeros años del siglo XX, fue el creador del sistema más perfeccionado de identificación mediante las huellas dactilares, considerado el más confiable y aplicado en todo el mundo hasta que empezaron a llegar los modernos métodos biométricos. La antigua cárcel, fundada en 1877, fue la primera de la provincia y parece hacerse involuntario eco de los trabajos de Vucetich.
TURISMO AVENTURA El entorno rural de Dolores invita al descanso en las estancias que, además de la tradicional producción de ganado bovino –la más típica de esta parte de la provincia– abrieron sus puertas al turismo. La más famosa es Dos Talas, que perteneció a Pedro Luro: su hija, Agustina, construyó el casco de estilo ítalo-francés en 1893, rodeado por jardines diseñados por el paisajista Carlos Thays. Aún se conserva una valiosa biblioteca, que guarda el recuerdo de algunos visitantes ilustres, como Federico García Lorca, Victoria Ocampo y Ricardo Güiraldes. Hoy se puede pasar un día de campo o alojarse en el lugar, tal vez para salir luego a jugar en el Club de Golf local, sumarse a un safari fotográfico de aves o animarse a un vuelo en el aeroclub. Los amantes del agua, en cambio, tienen su gran fecha en la primera semana de diciembre de cada año, cuando se organiza el Encuentro Nacional de Kayaks, con una travesía no competitiva a remo de tres días desde Dolores hasta San Clemente, por el Canal 9 y la Bahía de Samborombón.
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