EE.UU. Y FRANCIA. TRADICIONES CON CHOCOLATE
La búsqueda de huevos de Pascua es una vieja costumbre de Semana Santa en muchos países, pero en Nueva York y París tiene un carácter especial: tecnológico en una, tradicional en otra, sus protagonistas siguen siendo las golosinas de chocolate que recuerdan los tiempos en que se regalaban huevos como buen augurio.
› Por Graciela Cutuli
En los tiempos de gloria de la corte de los zares, el joyero Carl Fabergé forjó varias decenas de joyas con forma de huevo de Pascua para que la familia Romanov y otros poderosos del Imperio celebraran la Pascua, la principal fiesta de la Iglesia Ortodoxa Rusa. La tradición, que perduraría hasta que en 1917 la revolución bolchevique barrió con todos los oropeles zaristas, comenzó en 1885 cuando Alejandro III encargó un huevo de Pascua para su esposa, Maria Fiodorovna, recibiendo a cambio una pieza de arte de tal maestría que el zar pidió cada año un nuevo regalo –con sorpresa incluida– para volver a sorprender a la zarina. Nicolás II continuaría la costumbre, con Fabergé ya sólidamente instalado como orfebre oficial de la corte rusa, junto a un equipo de artesanos que produjeron algunas de las más increíbles obras de arte de su tiempo: así hubo huevos de Pascua para celebrar la terminación del ferrocarril Transiberiano, para la coronación de Nicolás II o para homenajear a la catedral de Uspensky, todos realizados en oro, plata, platino, cobre, acero y otros metales, con piedras preciosas como rubíes, zafiros, esmeraldas y diamantes.
El año pasado, un museo dedicado a la colección de huevos de Pascua de Fabergé y otras miles de piezas del joyero abrió sus puertas en San Petersburgo, con el millonario ruso Viktor Vekselberg –dueño de una importante colección– como mecenas. Pero no hay que perder la esperanza: algunos de los huevos de Fabergé aún tienen paradero desconocido, y tal vez algún afortunado, como ocurrió recientemente, compre a bajo precio uno de ellos sin saberlo, en una feria de antigüedades.
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FABERGÉ EN NUEVA YORK Mientras tanto, para no perder la mano en estas Pascuas se puede participar en la novedosa búsqueda del huevo que organiza la joyería Fabergé en Nueva York. El juego tiene todo el sello de la última tecnología: para la Big Egg Hunt de este año hay más de 275 huevos gigantes de un metro de altura, cada uno de ellos diseñado por un reconocido artista, arquitecto, fotógrafo, marca o celebridad, desde Ralph Lauren a Tommy Hilfiger o Diane von Furstenberg. Para participar hay que bajarse la aplicación The Big Egg Hunt, vía iTunes o Google Play, y hacer el “check-in” en cada lugar donde se encuentre uno de los huevos. Y así el feliz cazador recibirá información en el momento sobre la obra y su creador. El juego tiene fines benéficos: a partir del 18 de abril los huevos serán expuestos en el Rockfeller Center y subastados a partir del 25 en Sotheby’s. Para los participantes hay un incentivo extra, porque hay en juego tres joyas auténticas de Fabergé, pero la principal motivación es recorrer Nueva York, festejar la Pascua y jugar con la tradición.
Nueva York organiza, además, otras búsquedas tradicionales y no tanto a lo largo de todo abril: la Gran Búsqueda del Huevo de Pascua en el Central Park, con entrada libre; los juegos temáticos que propone el Museo del Niño de la Calle 83; la Clifford’s Egg Hunt que lanza el negocio de la editorial Scholastic, con lectura de cuentos sobre el famoso perro rojo; la búsqueda de la Lower Manhattan Church y por supuesto el Desfile de Pascua de Nueva York en la Quinta Avenida, el domingo de Pascua, entre una multitud de otras iniciativas en todos los distritos neoyorquinos, de Manhattan a Brooklyn, que se pueden consultar por Internet para conocer las fechas definitivas, que suelen anunciarse con poca anticipación. El rito se repite en muchas otras ciudades de Estados Unidos: por supuesto en los parques de Disney y otros complejos de diversión, pero también en la innovadora Eggstreme Egg Hunt & Helicopter Egg Drop, una de las iniciativas más originales, durante la cual en Miami se lanzan huevos de plástico de colores desde una serie de helicópteros, como ceremonia de apertura para que los chicos busquen en tierra los huevos de chocolate escondidos.
A LA FRANCESA París, por supuesto, no se podía quedar atrás en esta costumbre que tiene su explicación gracias al “conejo de Pascua”, un personaje de leyenda vinculado con el episodio bíblico de la resurrección de Jesús, que fue testigo de la buena nueva y decidió anunciarla distribuyendo huevos. Aunque en realidad la costumbre de intercambiar huevos parece muy anterior al cristianismo y está relacionada con los ritos de fertilidad, en una época del año que es la primavera del Hemisferio Norte. Volviendo a París (y sus alrededores), el programa de la “chasse aux oeufs” tiene una agenda más que cargada: afuera o adentro, en granjas o en zoológicos, en monumentos o en castillos, lo único difícil es elegir.
En el Zoológico de Thoiry, a 50 kilómetros de París, el descubrimiento de los animales exóticos se une a la caza de los huevos de Pascua, lo mismo que la búsqueda en las Granjas de Gally, también en las afueras de la capital francesa. No muy lejos, el Chateau de Breteuil encontró una forma de atraer visitantes en esta temporada mediante la organización de dos cazas de huevos por día (el domingo y el lunes de Pascua, que es feriado en varios países de Europa). No es mal recurso para un castillo que, como tantos en Europa, necesita mantenimientos costosos y por lo tanto se reconvirtió al turismo. En Provins, una deliciosa ciudad medieval amurallada que resulta ideal para viajar en el tiempo sin alejarse demasiado de París, también hay un juego imperdible: funciona como una búsqueda del tesoro que se organiza en familia y permite descubrir cada año nada menos que unos 7500 huevos de chocolate escondidos en distintos rincones de la ciudad. Siempre en las afueras de París, se organiza una megabúsqueda en los jardines de Vaux le Vicomte, donde se ocultan nada menos que 85.000 huevos de chocolate Léonidas, una de las marcas más prestigiosas de chocolate belga con negocios en las principales ciudades de Francia. Al mismo tiempo hay talleres (con chocolate y sin él) para todas las edades.
Poco a poco, la búsqueda se aproxima a París –pasando por el archifamoso Disney Village de Disneyland París, donde hay una larga lista de espectáculos temáticos– y llega hasta el Champ de Mars, al pie de la Torre Eiffel, donde se consigue un “pasaporte” para cazar los huevos y quedarse luego a disfrutar de una merienda chocolatada. Y no podían dejar pasar la oportunidad los huevos Kinder, que organizan búsquedas especiales no sólo en París sino en varios rincones de Francia, para delicia de los chicos y temor de los padres, obligados a armar sus artilugios-sorpresa. Por las dudas, como el tiempo en París puede ser traidor en esta época del año, varias de las búsquedas se organizan también bajo techo: como en el Playmobil Funpark, un área de juegos de 2000 metros cuadrados donde habrá grandes huevos de chocolate escondidos, o en el Hard Rock Café del noveno arrondissement de París. Y con mucho más que chocolate, también France Miniature –el parque que recrea los principales monumentos de Francia a pequeña escala, cerca de París– organiza hasta el 21 de abril un “salón del chocolatero”, con dulces animaciones para todas las edades, redescubriendo a orillas del Sena los secretos del tesoro de los dioses aztecas.
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