Domingo, 20 de abril de 2014 | Hoy
CóRDOBA. PASEO NOCTURNO EN LA CAPITAL
Un recorrido por lugares históricos del centro y del barrio Nueva Córdoba descubre secretos de otras épocas, resguardados por gruesos muros de adobe. Tras la caída del sol, edificios civiles y templos develan sus historias a través de fachadas coloreadas con un nuevo sistema de luces leds.
Por Cristian Celis
Fotos de Cristian Celis
En la fría tarde cordobesa, las farolas de estilo colonial empiezan a reemplazar la luz del sol. Una delicada sinfonía de campanas marca las siete de la tarde y los turistas se reúnen en la puerta del Cabildo para comenzar el recorrido Córdoba Iluminada.
Paso a paso, la guía Marta Alvarez Moncada va uniendo historias de vida, fechas históricas y curiosidades con costumbres de otras épocas. “A veces, los turistas llegan con un familiar de Córdoba y, cuando termina el recorrido, el cordobés se da cuenta de que había un montón de cosas que no sabía de su propia ciudad”, explica Marta, quien hace más de 40 años que guía a porteños, santafesinos, cordobeses y europeos por La Docta.
La magnificencia de la Catedral (siglos XVI-XVIII) y del Cabildo (siglo XVII) resulta ideal para recordar que sus construcciones demandaron siglos. Más allá de la fachada iluminada del templo aparecen los nombres de los arquitectos jesuitas, las esculturas traídas de Francia, la multiplicidad de estilos arquitectónicos y el legado de los esclavos aborígenes que levantaron los muros. En las torres, a los turistas les llama la atención la presencia de ángeles con rasgos nativos. A la distancia parecen diminutos, pero para sorpresa de todos, la guía afirma que miden cerca de dos metros de altura.
SANTOS Y NO TAN SANTOS En el microcentro se respira historia, baldosa tras baldosa. Durante Semana Santa, revive el perfil religioso de la ciudad. Por las calles, niños y mujeres venden manojos de olivo para la Misa de Ramos, mientras los coros suenan en los templos. En el recorrido de la Córdoba Iluminada aparecen las historias de las primeras monjas de clausura del Virreinato del Río de la Plata, como Leonor de Tejeda Mirabal; la vida de algunos santos, como Santa Teresa del Niño Jesús, y de otros no tan santos, tal es el caso de Luis José de Tejeda y Guzmán –sobrino de la monja de clausura– quien encontraba más devoción en las damitas de la época que en los padrenuestros de su casa natal (hoy Museo de Arte Religioso Juan de Tejeda). Considerado el primer poeta argentino, los amoríos de Luis José (1604-1680) solían derivar en corridas por las huertas para huir de padres y novios celosos. Otro pícaro de la época era un tal Remigio de los Santos, quien a pesar del apellido solía aparecer desnudo en los conventos de clausura, alborotando a las monjitas desprevenidas.
Los relatos de esa etapa se reproducen frente al Monasterio de Carmelitas Descalzas y el templo de Santa Teresa (1628), ubicado junto al Museo de Arte Religioso. Aún hoy el monasterio sigue albergando hasta 21 monjas de clausura, un cupo que permanece inalterable desde el siglo XVII. Las anécdotas sobre las estrictas condiciones de vida de las religiosas en el pasado son increíbles: rejas entrecruzadas para desfigurar la imagen de los visitantes; diferentes formas de tocar campanas para pedir ayuda o recordar las oraciones del día y numerosas vicisitudes al salir por primera vez del claustro. Entre las más trágicas, la guía recuerda a la longeva religiosa que murió de susto al ver por primera vez un tranvía, tras décadas de encierro.
A pocas cuadras, la Manzana Jesuítica –Patrimonio de la Humanidad– incluye a la Iglesia de la Compañía de Jesús (1640-1676), la Universidad Nacional de Córdoba (1613) y el Colegio Monserrat (1687). Más allá de la vida de Duarte Quirós, la Reforma Universitaria, la curiosa forma de la bóveda del templo o la decoración de la Capilla Doméstica (1644-1668), muchos preguntan por la habitación donde se alojó el papa Francisco, Jorge Bergoglio, durante sus casi dos años en Córdoba. Cerca de la esquina de Duarte Quirós y Vélez Sarsfield, los flashes se multiplican frente a la cuarta ventana, la de la quinta habitación del monasterio jesuita, ubicado junto a la Capilla Doméstica.
EDIFICIOS CAMALEONICOS El olor a café impregna la vereda cuando una pareja abre las puertas del clásico bar Sorocabana, sobre la calle San Jerónimo. Durante el siglo XX, esa arteria fue una de las más importantes de Córdoba, ya que unía el centro con la estación de trenes. Allí se encontraban los principales hoteles.
Hoy la calle recobra brillo con las luces de los edificios del Banco de la Provincia de Córdoba (1889), el Teatro Real (1927) y la Lotería de Córdoba (1929), entre otros. En sus fachadas, un sistema de iluminación RGB con proyectores leds brinda múltiples tonalidades para sorpresa de algunos y el enojo de otros, de gustos más clásicos.
Cerca de las ocho de la noche, los edificios empiezan a cambiar su fisonomía de manera camaleónica, pasando de violeta, magenta y rojo a verde, azul y sepia, en sólo minutos. Uno de los más impactantes es el Teatro del Libertador (1891), junto al shopping Patio Olmos. Frente a la fachada del coliseo mayor, la guía nos recuerda que allí actuaron Enrico Caruso y Manuel de Falla. Exquisitos mármoles y aberturas acompañan la fachada neoclásica, obra del arquitecto italiano Francisco Tamburini. Afuera, mientras la luna contrasta con los colores de los proyectores leds, los autos transitan por la avenida Vélez Sarsfield, que deriva en la plaza homónima, donde por estos días funciona la Feria de Sabores y Dulzuras artesanales.
AGUAS DE COLORES A esta altura, conviene hacer un alto en los coquetos bares y restaurantes de la rambla de avenida Yrigoyen. De paso, viene bien disfrutar una típica confitura cordobesa, como los alfajores de fruta. Dos imperdibles: membrillo y pera. En el Paseo del Buen Pastor, junto a la fuente de aguas danzantes de luces multicolores, se reúnen cientos de jóvenes los fines de semana. En ese complejo funcionó durante años una cárcel de mujeres, pero hoy quedan pocos rastros de ese pasado.
La mayoría de los visitantes aprovecha para tomar algo en el sector gastronómico del Paseo, comprar artesanías en los negocios de las galerías internas o visitar el área de exposiciones y la ex Capilla neogótica (1905). Al ingresar, la mayoría se detiene impactada por los grandes murales con motivos religiosos.
Sin embargo, en Córdoba no sólo de paisajes vive el turista. Cerca de la fuente de aguas danzantes, la estatua del cantante Rodrigo es otro punto de interés. El ídolo cuartetero ya forma parte del patrimonio local. Es que en esta ciudad no hace falta caminar mucho para cruzarse con un auto en el que suena cuarteto o una gigantografía anunciando un show. Eso también distingue a la noche cordobesa.
Al frente del Paseo, nada mejor que terminar el recorrido ante la impactante fachada neogótica de la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús (1934), conocida como el templo de los capuchinos. Una de sus particularidades es la torre izquierda, que aparece incompleta para demostrar “la materia que perece”. La Docta está colmada de estos secretos que, durante un paseo nocturno, cobran otro color.
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.