ITALIA . CALLES DE ROMA CON HISTORIA
A pasos del famoso “Tridente” que desemboca en Piazza del Popolo, Via Margutta es una de las calles más emblemáticas de Roma. Arte, música y un paseo a la sombra de sus fachadas rojizas que vieron el paso de personajes ilustres del cine mundial.
› Por Graciela Cutuli
Fotos de Graciela Cutuli
Campo Marzio, o Campo de Marte, es uno de los 22 barrios o rioni de Roma: y si bien es cierto que hay otros “Campos de Marte” en el mundo –el parque parisiense a los pies de la Torre Eiffel, la estación de trenes de Florencia e incluso un parque en Lima– probablemente éste sea el más autorizado al uso del título, considerando que está en una parte de Roma donde existía antiguamente un altar consagrado a Marte, dios de la guerra, sin duda venerado y honrado por los romanos, expertos en aquellas lides. El terreno del ara o altar en cuestión se extendía al norte de las murallas levantadas por Servio Tulio, sexto rey de Roma, limitando con el Capitolio y el Monte Pincio.
Dos mil años más tarde, Campo Marzio no tiene recuerdo alguno de las guerras de sus antepasados. Hoy se lo conoce en Roma como el “barrio de los extranjeros”, en las laderas del Monte Pincio. Y allí mismo, donde antiguamente había talleres de artesanos y caballerizas, hoy se encuentran restaurantes y galerías de arte. Probablemente sea una de las zonas más transitadas de la ciudad: en estas cuadras está el “Tridente”, las tres avenidas diseñadas antiguamente para llevar el tránsito hacia las mayores basílicas de Roma. Son Via di Ripetta, que lleva hacia San Pedro; la central Via del Corso, con rumbo hacia el Laterano; y Via del Babuino, que ascendía hacia Santa Maria Maggiore. Una de las puntas del Triángulo del Tridente pasa por Piazza di Spagna, al pie de Trinità dei Monti, cuyas escalinatas florecidas en primavera dibujan uno de los más bellos paisajes romanos; y las tres avenidas confluyen en Piazza del Popolo, con sus iglesias gemelas y el histórico café Canova, uno de los favoritos de Federico Fellini.
Paralela a Via del Babuino y su constante animación, sale una calle mucho más discreta que se convirtió a partir de los años ’50 en una de las más exclusivas de Roma. Hogar de huéspedes ilustres, inspiradora del cine y de la música, Via Margutta es un rincón imperdible de la vieja Roma que resiste en una ciudad en constante transformación. Y hay quien dice que caminar por aquí es como andar por un pueblito de las afueras, pero en el corazón de la Ciudad Eterna.
ESCENARIOS DE CINE Desde La Dolce Vita de Fellini hasta su reciente heredera, La Grande Bellezza, de Paolo Sorrentino, Roma es como un gigantesco set cinematográfico. En las cercanías de Via Margutta, Piazza del Popolo es una de las locaciones de C’eravamo tanto amati (Nos habíamos amado tanto), de Ettore Scola, y un poco más allá la escalinata de Trinità dei Monti es escenario del encuentro entre Gregory Peck y Audrey Hepburn en Vacanza Romane (La princesa que quería vivir). El personaje de Gregory Peck vivía precisamente en Vía Margutta 51, en un edificio restaurado hace pocos años: fue allí donde se filmaron las escenas de exteriores de la película, las del patio, en tanto los interiores se filmaron en el número 33 de la misma calle. Allí se encuentra también la fuente donde se cuenta que solía descansar Audrey Hepburn entre las distintas escenas, frente a una de las varias galerías de arte que se suceden en las pocas cuadras de la calle. Todo no está como era entonces, ya que –magia del cine mediante– otros lugares que parecen cercanos están rodados en realidad en distintos escenarios de Roma, pero tampoco es tan difícil revivir en un paseo las 24 horas de romance de la célebre película. Y si es a bordo de una Vespa, mejor.
Con tanto celuloide de por medio, no extraña mucho que Federico Fellini y su esposa, Giulietta Masina –la mítica Gelsomina de La Strada–, hayan elegido vivir en el número 10 de Via Margutta, donde una placa recuerda a esa pareja que marcó décadas del cine italiano. Junto al dibujo de ambos, con rasgos infantiles, reza la placa: “Quante strade rare e belle so l’orgoglio dè sto monno / che t’incanti ner vedelle./ Io però sai che risponno?/ Via Margutta ormai è lampante /che le batte tutte quante / perchè è unica e speciale/ e per monno nun c’è uguale!” (¿Cuántas calles raras y adorables son el orgullo de este mundo, y te encantan cuando las ves? ¿Pero sabes qué te respondo? Via Margutta, ya es evidente, las supera a todas porque es única y especial, y no hay en el mundo ninguna igual).
Federico y Giulietta tenían una vecina ilustre: Anna Magnani, el rostro inolvidable de Roma Città Aperta. El escritor Gianni Rodari, uno de los grandes nombres de la literatura infantil del siglo XX, también eligió vivir aquí. Y la atmósfera única de Via Margutta fue elegida asimismo por Giacomo Balla, Giorgio De Chirico y Renato Guttuso para instalar sus ateliers, allí donde antiguamente sólo estaban las caballerizas de los grandes propietarios de palazzi en la paralela Via del Babuino. Entre tantos nombres ilustres, no se recuerda justamente el de aquel anónimo artista que un día abrió allí su taller, y desde entonces cambió para siempre el rostro de la calle. Pero estaría satisfecho de ver hoy “100 Pittori”, el evento que todos los años desde 1953 convierte Via Margutta en una auténtica muestra de arte a cielo abierto, con la apertura de los talleres artísticos y una exhibición de obras sobre el empedrado mismo de la calle. La muestra es auspiciada por el municipio romano, la provincia de Roma y la región del Lazio, una fiesta con más de 1000 óleos, acuarelas y dibujos seleccionados entre los trabajos presentados por artistas de distintos países.
Via Margutta inspiró, además de la famosa historia de la princesa que quería vivir, otras películas: Le modelle de Via Margutta, de Giuseppe Maria Scotese en 1946, y la más conocida Via Margutta de Elio Camerini en 1960. Pero también se hizo canción en la voz del cantautor romano Luca Barbarossa, que le rindió uno de los más bellos y duraderos homenajes en una canción que no tuvo éxito en el Festival de San Remo, veinte años atrás, pero igualmente se volvió un clásico popular famoso por su estribillo: “Amore vedessi com’è bello il cielo a via Margutta questa sera / a guardarlo adesso non sembra vero che sia lo stesso cielo / dei bombardamenti, dei pittori, dei giovani poeti e dei loro amori / consumati di nascosto in un caffè” (Si vieras, amor, qué bello está el cielo de Via Margutta esta noche / mirándolo ahora no parece cierto / que sea el mismo cielo de los bombardeos, de los pintores, de los jóvenes poetas y de sus amores / consumados a escondidas en un café”).
RESTAURANTES Y TALLERES El silencio de Via Margutta es un regalo en la concurrida Roma, ideal para para recorrerlo apreciando algunos de sus edificios históricos, como el Palazzo Patrizi Nari y el Collegio Torlonia, del siglo XIX, y sobre todo la célebre Fontana delle Arti, instalada en 1927. De mármol, sobre una base triangular, la corona un balde con pinceles que aluden a la tradición artística, lo mismo que los dos mascarones centrales apoyados en caballetes de pintor, que simbolizan –uno alegre, el otro triste– el cambiante estado de ánimo de los artistas. Encima de todo, el sello de Roma desde hace dos mil años: “SPQR”, Senatus Popolusque Romanus.
Casi en uno de los extremos, una pequeña vidriera imperdible pone el broche de oro a la visita: es un taller artesanal, sin cartel que lo identifique, donde aún se trabajan mármoles para fuentes, lápidas, placas instaladas en lugares públicos. Está en el número 53 y maravilla los ojos con sus estantes, paredes y mesas rebosantes de placas de todos los tamaños, con frases y proverbios que aluden en muchos casos a la historia de Roma, a su historia literaria y a la sabiduría popular. Carpe Diem, invita una de ellas, como si fuera un ruego que desde hace siglos Via Margutta cumple, para sí y para sus caminantes, confiando al arte el gozo de sus días.
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