turismo

Domingo, 30 de noviembre de 2014

FRANCIA. JUEGOS, ARTES Y CIENCIA

París, fiesta para chicos

La capital francesa puebla el imaginario del viajero con sus museos, sus barrios, su arquitectura y su tradición cultural. Pero mientras los adultos se regodean con La Gioconda y Montmartre, los chicos pueden divertirse con propuestas lúdicas y educativas.

 Por Dora Salas

Fotos: Oficina de Turismo de París.

“París es siempre una buena idea”, dice Sabrina, una Cenicienta años ’50 encarnada por Audrey Hepburn en una clásica comedia hollywoodense. Sin duda, la capital francesa despliega un abanico de propuestas arraigadas en el imaginario turístico, del Museo del Louvre a Notre Dame y de la rue Saint-Denis al Arco de Triunfo o la Torre Eiffel.

Pocos viajeros, sin embargo, sospechan que “la buena idea” parisiense abarca también a los chicos y a los adolescentes con parques, centros de juego, luz y sonido para acercarlos a la ciencia y la industria. Además, algunos paseos tradicionales tienen atractivos para los más pequeños, como los Jardines de Luxemburgo, que en otoño lucen un follaje multicolor y canteros que parecen surgir de un pincel impresionista.

Fue una italiana, Maria de Medici, segunda esposa del rey Enrique IV de Francia, quien en 1612 compró el predio a François de Luxembourg para construir el Palacio, ahora sede del Senado. Para los jardines adquirió más tierras, donde castaños y tilos crecen junto a otras especies ciudadosamente distribuidas. Senderos, estatuas y flores conviven en este parque de 22,45 hectáreas, ubicado en el distrito VI de París, con quince zonas de juegos, una calesita, un teatro de títeres y caminitos para aventurarse en mansos ponies.

Pero la imaginación infantil se desata en el estanque, donde nenes y nenas, empuñando una vara de madera, empujan pequeños veleros que se deslizan, chocan, cambian de rumbo o se atascan mientras los entusiastas capitanes corren tras ellos de un extremo al otro del lago. “¡Italia le gana a Suecia!”, dice un nene experto en reconocer las banderitas de los veleros, pero luego descubre que “Japón va muy veloz”. La posibilidad de soñar con estas grandes travesías sólo requiere tres euros por media hora de alquiler y pocos minutos de espera.

VIAJE AL FUTURO En pleno centro, cerca de varias estaciones de subterráneo (Réaumur Sébastopol, Arts et Métiers y Strasbourg Saint-Denis), los salones de la Gaité Lyrique albergan hasta el 8 de febrero próximo la exposición Capitán Futuro y el viaje extraordinario, en espera de un público “de 3 a 103 años”. Especial para días fríos o lluviosos, esta exposición abre un espacio de descubrimiento con distintas facetas y posibilidades para “embarcarse” en una “travesía poética” en el “universo fluido de las redes”. Pero, además de proponer “una inmersión fabulosa en las profundidades de la computadora, supermáquina de la vida cotidiana”, Capitán Futuro es un despliegue de luz y sonido que enseña jugando.

La espera del ingreso a la exposición se ameniza en el Centro de Recursos y Espacio de Videojuegos, donde chicos de distintas edades y procedencias experimentan muy concentrados con juegos que se renuevan periódicamente.

Al comenzar el “viaje extraordinario” aparece un campo de algas luminosas y colgantes que los chicos atraviesan en un primer paso de la consigna de la exposición: “Capitán Futuro invita a los pequeños y también a los grandes, a compartir su pasión caleidoscópica por el arte y las tecnologías contemporáneas”. Un desafío que lleva también a trabajar con un raro material parecido a la arena, modelable y no pegajoso, que representa un conjunto de dunas habitadas por ecosistemas en movimiento. “Los pececitos, mirá”, explicaba una nena a otra al tocar las dunas con la punta de los dedos y observar los diminutos objetos luminosos y coloridos que surgían y se desplazaban por la “arena” como si fueran seres vivos.

Ateliers para “construir el mundo” con sólo “cortar, pegar, imprimir, animar, dibujar, borrar todo y recomenzar”, juegos con luces y sonidos, rincones para dibujar, laberintos y máscaras son otras alternativas de este viaje por un planeta de sensaciones y situaciones novedosas.

Y si los chicos no están muy cansados, caminando sólo diez minutos se llega al Museo Nacional de Arte y Cultura Georges Pompidou (Centre Pompidou), donde hay actividades para toda la familia. Una Galería y un Atelier de los Niños están dedicados al público de 2 a 10 años, mientras que de los 13 a los 16 se puede acceder al Estudio, donde se organizan encuentros con “creadores de todos los géneros”.

LA VILLETTE La apuesta fuerte hacia el futuro con actividades creativas, educativas y lúdicas es, sin duda, el Parque de la Villette, con la Ciudad de las Ciencias y la Industria, la Ciudad de la Música, la esfera Géode, el Gran Salón (la Grande Halle) y el Cénit (le Zénith).

La historia de esta “pequeña ciudad” (Villette) de 55 hectáreas en el noreste de París, que ahora atrae como el “parque urbano del siglo XXI”, se remonta a una llanura, un camino romano, una aldea y un barrio popular. Allí funcionaron el mercado ganadero y el matadero, actividad que dio trabajo a miles de personas y animó la vida local con bares y restaurantes, entre otros negocios. Esta etapa se cerró el 14 de marzo de 1974, cuando fue abatido el último vacuno. Dos años después se abrió un concurso para la reorganización del predio y la creación de un parque público.

El parque pasó por diferentes períodos que culminaron con un concurso internacional en 1982, cuyo jurado fue presidido por el paisajista de Brasilia Roberto Burle Marx, y que contó con el arquitecto Renzo Piano y el músico Luigi Nono, entre otras personalidades. La obra se asignó al arquitecto franco-suizo Bernard Tschumi, quien concibió diversos escenarios que dan al visitante la posibilidad de elegir su recorrido entre polos científicos, culturales y musicales.

El proyecto, que se completó en 1995 y se encuentra a ambos lados del Canal del Ourcq, tiene galerías, pasarelas, llamativas construcciones rojas, cursos de agua, extensiones verdes, jardines y, en especial, actividades para despertar interés científico y cultural.

De las numerosas propuestas que ofrece la Villette, las dedicadas a los chicos merecen más de una visita. Para empezar, una diversión infalible: el Jardín de los Vientos y de las Dunas, un espacio al aire libre que da rienda suelta a las ganas de trepar y saltar en un ondulante colchón de aire de 70 metros de longitud. Sus creadoras estilizaron un paisaje marítimo con médanos sacudidos por el viento que permiten diferentes juegos de equilibrio y motricidad. Las grandes olas verdes del colchón se complementan con cadenas y puentes colgantes para trepar, molinos de viento, puentes y cometas. Y cuando el cansancio empieza a ser evidente, nada más adecuado que el tradicional carrusel o el juego de embocar aros en el cuello de patitos de plástico.

En el Parque también atrae el Jardín del Dragón, diseñado por Tshumi y François Ghys, donde abetos, robles y nogales iluminan el otoño con rojos y ocres que enmarcan al dragón, en realidad un tobogán que ya existía antes del concurso internacional de 1982. Ahora, este tobogán, realizado con bobinas y conductos de ventilación recuperados en el lugar, luce multicolor entre los árboles.

Sin embargo, el ingenio se desborda en la Ciudad de los Niños, de 4000 metros cuadrados, con entretenimientos desde los 2 a los 12 años separados en dos franjas de edad. Los juegos del primer sector (2-7) invitan a la interacción infantil y destacan la experimentación, la observación y el razonamiento en islas temáticas como “descubrir tu imagen”, “percibir y actuar”, “las manos en el agua” o una obra en construcción a la que acceden con cascos y chalecos “de verdad”, según comentaba un nene muy entusiasmado entre los ladrillos de goma, las carretillas y la grúa. Para los más grandecitos las áreas son Máquinas y Mecanismos, Investigaciones sobre la vida, Tú y los otros y Técnicas de comunicación. Entre estas últimas predomina un estudio completo de televisión que abarca todas las etapas de una emisión. La alegría y el entusiamo de los chicos contagia a toda la familia y predispone a nuevas visitas y nuevas exploraciones parisienses.

Carrera de veleritos impulsados por los chicos en los Jardines de Luxemburgo.

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La Géode de La Ciudad de las Ciencias de La Villette, un mundo de descubrimiento.
 
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