turismo

Domingo, 21 de diciembre de 2014

NAVIDAD Y AÑO NUEVO. FIESTAS DE FIN DE AñO

Luces, brindis y música

El mundo festeja en los próximos días Navidad y Año Nuevo, las fechas que marcan el comienzo de un nuevo ciclo y que cada país conmemora según sus creencias y costumbres, pero siempre con música e iluminaciones, sea entre las nieves del norte o en las cálidas noches del Hemisferio Sur.

 Por Graciela Cutuli

Belén, cuna de las tres grandes religiones monoteístas, espera celebrar una Navidad en paz después de los conflictos de este año, un deseo que se extiende sin distinción de creencias al resto del mundo, donde locales y turistas se preparan para los festejos de Nochebuena y Nochevieja (o la fiesta de San Silvestre, el 31 de diciembre). La ciudad cisjordana es Patrimonio de la Humanidad y confía en que las fiestas navideñas le traigan de regalo el regreso del turismo: las autoridades locales esperan una llegada estable de visitantes entre el 21 de diciembre y el 6 de enero, con al menos 100.000 personas, después de la brusca baja de 200.000 turistas este año en comparación con el anterior. La ciudad bíblica ya tiene todo listo, con un gran árbol iluminado en la Plaza del Pesebre y un gran mercado navideño en funcionamiento en el Betlehem Peace Center. Ambos son clásicas postales navideñas oriundas de Europa, pero ya tienen ciudadanía global, como la tiene toda esta fiesta nacida con un carácter profundamente religioso en Medio Oriente y difundida con toda clase de matices seculares por el ancho mundo. De Munich a Londres, y de Colombia a Buenos Aires, Navidad se festeja en todas las culturas y todos los idiomas.

Mercadito navideño de Viena, donde se combate el frío con castañas calientes.

ADVIENTO EUROPEO Alemania, Austria y el este de Francia están en el origen de buena parte de las tradiciones navideñas por las cuales incluso con 40 grados a la sombra en otras partes del mundo se comen comidas hipercalóricas y se decoran árboles con nieve artificial. Visitar algunas de sus ciudades durante diciembre tiene una magia innegable: como ocurre en Munich, que le da la espalda al frío con un mercado navideño extendido por toda la zona peatonal, sobre más de 20.000 metros cuadrados. Se dice, de hecho, que el Christkindlmarkt –el mercadillo de Marienplatz donde cada año brilla un gran árbol iluminado– se remonta hasta los mercados de San Nicolás del siglo XIV, y por eso asegura ser el “original”. También fuera del mercado los pesebres, luces y angelitos inundan la decoración, no sólo de Munich sino de localidades cercanas como Memmingen, una ciudad medieval de la región rural de Allgau. Kempten, Ottobeuren y Oberstdorf forman parte de la ruta navideña local, que tiene su punto más brillante en Bad Hindelang, una de las principales metas del turismo invernal... y culinario, porque el frío se combate con calorías en la forma de panes y dulces especiados.

Austria no se queda atrás. La imponente Viena, con el árbol de la Rathaus y el del castillo de Schonbrunn, celebra con música: los conciertos y coros se multiplican en las numerosas iglesias, como preludio del gran concierto de Año Nuevo en el salón dorado de la Musikverein, espléndidamente adornada con flores donadas cada año por la ciudad italiana de San Remo. En la plaza frente al municipio, grandes decoraciones rojas dan la bienvenida sobre la Ringstrasse, donde se levantan 200 kioscos de madera en los que, además de recuerdos del Adviento, se olvida el frío con bebidas calientes, salchichas, pan negro y dulces. Otro mercado, algo más pequeño, se levanta en la Maria-Theresien Platz y revive algo de la dorada magia de Klimt, que tiene una importante exhibición de sus obras en el no muy lejano palacio del Belvedere, con una vista privilegada sobre la ciudad. También hay un mercadito navideño en Schonbrunn, el palacio de verano de los Habsburgo: allí se organizan conciertos junto al abeto navideño y exhibiciones de cocina de parte de maestros pasteleros. La catedral de San Esteban se suma con su sonar de campanas, y el Hofburg –el palacio imperial– con los kioscos blancos del mercado que lo rodea.

Hay que ir hacia Salzburgo, la ciudad natal de Mozart, para encontrarse con otra de las novedades de este año: es el nuevo Museo de la Navidad que se inauguró hace pocos días sobre la plaza que homenajea al músico. Allí se exhibe una variopinta colección de adornos usados durante todo el Adviento, Navidad y Año Nuevo, tanto en Austria como en el sur de Alemania, en el siglo que va de 1840 a 1940. La colección pertenece a Ursula Kloiber, que reunió pacientemente los objetos durante 40 años, después de recorrer toda clase de negocios de antigüedades y mercados de pulgas en Europa y Estados Unidos. El museo declina en 11 temas e incluye desde postales hasta un árbol navideño de la Primera Guerra Mundial, con decoraciones de cartón que representaban objetos no muy pacifistas pero bien del momento: barcos de guerra, fusiles, balas de cañón. El Museo de la Navidad tiene también un pesebre mecánico de 1880, un árbol decorado en estilo modernista vienés y una habitación decorada exactamente como se hacía en torno de 1910.

Aunque el árbol de Navidad es una presencia fija de las fiestas por doquier, hay que ir hasta Alsacia, en el este de Francia, para rastrear sus orígenes: se dice que es en Sélestat donde existe el primer documento escrito que prueba la existencia de un árbol navideño. La mención aparece en la adjudicación de un presupuesto municipal de cuatro shillings para pagar –en el remoto 21 de diciembre de 1521– a los guardias encargados de custodiar el bosque vecino, donde se conseguían los pinos para adornar la ciudad. En el edificio de la actual Municipalidad se puede ver la réplica del documento, en tanto en el centro hay un monumento con un árbol de piedra y un libro que lleva aquella fecha clave. Además, todos los años organiza una muestra de árboles en la iglesia de San Jorge y se realizan visitas guiadas por el centro histórico para contar la vieja historia.

Y París, bien al norte, si bien brilla todo el año –no en vano es la Ciudad Luz– en Navidad lo hace con más destellos todavía. Hay conciertos en Nôtre Dame y otras iglesias históricas, hay increíbles decoraciones en las vidrieras de las Galeries Lafayette y Le Printemps que concentran “la ñata contra el vidrio” de chicos deslumbrados, hay muestras especiales y un clima festivo general, regado por buen champagne y foie-gras, el plato estrella de las fiestas: pero no hay nada que pueda compararse con el espectáculo de los Champs Elysées iluminados, desde la plaza del Rond Point hasta el Arco del Triunfo, donde todo es una fiesta con miles de leds que crean una atmósfera de auténtica magia. Las luces duran hasta el 8 de enero y se pueden visitar en un bus panorámico gracias a un paseo que organiza Paris Citivision: además de los Champs Elysées, la fiesta luminosa tiene eje en la Avenida Montaigne, el Faubourg Saint Honoré, la Place Vendôme y el Forum des Halles.

Londres, eterna rival de París, no quiere quedarse atrás. La niebla y la tradicional oscuridad de los cortos días invernales se alegran también durante todo diciembre con miles de luces en Oxford Street, Regent Street, Covent Garden, con mercados navideños como los de la Tate Modern Gallery y la gran feria del Hyde Park Winter Wonderland. También se puede patinar en pistas de hielo al aire libre, y sobre todo asistir al imperdible espectáculo de fuegos artificiales de Año Nuevo, que este año por primera vez tendrá una entrada paga de diez libras: al parecer el objetivo es limitar un poco la impresionante afluencia de gente, que el año pasado llegó a medio millón de personas, ofreciendo un tope de 100.000 entradas.

Los alumbrados de Medellín, una de las ciudades latinoamericanas más decoradas en Navidad.

LUCES DE MEDELLíN Las ciudades latinoamericanas le imprimen a la Navidad un sello propio. Un clima generalmente más benévolo y tradiciones que no dudan en combinar raíces indígenas con costumbres importadas de Europa las hacen diferentes a las fiestas de fin de año de otras partes del mundo. Colombia es uno de los países donde más se disfruta diciembre, con una larga serie de eventos, fiestas, conciertos, novenas y recorridos por “los alumbrados” de Medellín, Cali y Quimbaya. Hoy estas iluminaciones son una forma de parte propia y una enorme atracción turística. En Medellín se visten de luz las avenidas y calles, donde se organizan desfiles, y las fachadas de las casas les agregan faroles de papel. Este año, el alumbrado se diseñó con ideas propuestas por la comunidad y tendrá más de 30 millones de luces, prendidas hasta el 12 de enero. En estos días se organizan carreras de luces 5k y 10k, un Carnaval de luces, mitos y leyendas, y un video mapping en la Catedral Metropolitana. Cerro Nutibara, La Playa, Avenida Oriental, Carabobo, San Juan, Junín, La 70 Norte y Las Palmas concentran las principales luces, sobre diferentes temas: fauna de papel, símbolos de paz, arbolitos de Navidad, flora musical y arco iris de paz. Medellín impresiona con sus números: se estima que cada año se usan unos 15 millones de lamparitas y 300 kilómetros de cables iluminados, que atraviesan al menos 21 parques y recorren más de cuatro kilómetros sobre el río local. Son protagonistas esculturas enormes, como Reyes Magos de más de tres metros de altura, árboles flotantes y grandes castillos, que por unos días relegan a las también voluminosas esculturas del hijo más famoso de Medellín, Fernando Botero. Por su parte, Cali también tiene iluminaciones, shows artísticos, un video mapping en la iglesia La Ermita, show de fuegos artificiales y eventos culturales. El alumbrado navideño tiene más de 2,2 millones de luces sobre distintos temas, como laberinto de árboles, personajes fantásticos y cometas al cielo.

Papá Noel también llega a Gramado, la capital de la Navidad en el sur de Brasil.

CARIOCA O LIMEÑA Cuando hay que festejar, Brasil no tiene la menor intención de quedarse atrás. Como todos los años, ya está encendido el enorme y espectacular árbol de Río de Janeiro, que se jacta de ser el árbol flotante más gran de del mundo. La construcción, sobre la laguna Rodrigo de Freitas, mide 85 metros de altura, pesa 542 toneladas y tiene más de tres millones de lamparitas: se lo puede admirar hasta el 6 de enero, con una magnífica proyección de imágenes inspiradas en el brillo de las estrellas, del sol y de la luna. Pero Brasil también tiene, además de la Navidad tropical carioca, una forma más tradicional de celebrarla en Gramado, la “pequeña Suiza” del sur del país. Caracterizada por la inmigración europea, en Gramado y los pueblos de los alrededores la Navidad cobra un aire centroeuropeo, entre chalets, chocolates artesanales y jardines repletos de flores. La costumbre llegó junto con los inmigrantes hace alrededor de un siglo: con el tiempo, el “Natal Luz” se afianzó y creció con el agregado de conciertos musicales, fuegos artificiales y reuniones de “viejos pascueros” –la versión local de Papá Noel– oriundos de todo el país. Todos los años se realiza además un gran desfile navideño en la Calle de las Hortensias, donde más de 200 actores en trajes acordes a la tradición marchan junto con muñecos gigantes y carrozas alegóricas. La fiesta suma también obras de teatro, villancicos, óperas al aire libre, marionetas, una aldea de Papá Noel y exposiciones alegóricas.

Si se quiere, en cambio, vivir una auténtica Navidad latinoamericana, Perú es el destino ideal. Cada una de sus regiones, de la costa a la sierra y la selva, tiene un carácter propio que fusiona de distinta forma los orígenes nativos y la herencia colonial. En la costa se celebra la Navidad Negra, con un culto al Niño Negro: es una fiesta que se remonta a la colonia, cuando los esclavos –convertidos al catolicismo– agasajaban con bailes y danzas de origen africano al Niño Jesús. La costumbre perdura en el Charmen y Chincha, donde en vísperas de Navidad hay baile, música y procesiones. En Chiclayo, en tanto, el 25 de diciembre desfilan niños vestidos de ángel cantando villancicos, mientras los pobladores ofrecen “empanadas de viento”, rellenas de carne, pasas y huevo. Y si en Lima la celebración es más típicamente urbana, con música y también compras, en la sierra se le reza al Niño Manuelito, una deformación de “Emanuel” (Dios con nosotros) que le quedó como apelativo al Niño Jesús. Ayacucho es conocida por los pesebres con artesanías locales, mientras en Abancay, Andahuaylas y San Jerónimo los pobladores celebran la Bajada de Reyes con la Danza de los Negrillos, que bailan durante toda la semana visitando diferentes hogares e instituciones para venerar al Niño Jesús. Por su parte los pobladores de Huancavelica bailan una danza pagano-religiosa de origen medieval, competitiva y asociada a lo demoníaco, donde se demuestran habilidades de ilusionismo y que tiene lugar entre el 22 y el 27 de diciembre. Los Tusuq o Layqas, considerados sacerdotes, adivinos, brujos y curanderos, eran personas muy respetadas por el pueblo. Los españoles, incapaces de erradicar la cosmovisión y mitología andina, aceptaron sus costumbres con la condición de que danzaran en honor al Dios occidental y participaran en los rituales de la religión católica. Y en Cusco, los villancicos en quechua suenan desde principios de diciembre, hasta que el 24 se organiza una concurrida feria en la Plaza de Armas, donde los pastores y artesanos de toda la región celebran el Santiranticuy o compra de santos, ofreciendo toda clase de figuras trabajadas en madera, piedra y plata.

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Las iluminaciones de los Champs Elysées, una fiesta de led y fantasía en el corazón de París.
Imagen: Oficina de Turismo de París
 
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