Dom 31.05.2015
turismo

NEUQUéN. LUGARES FAVORITOS EN SAN MARTíN DE LOS ANDES

Como el ave fénix

A orillas del Lácar hay una ciudad, y en los alrededores de esa ciudad hay bosques, senderos, arroyos y cascadas. Quienes viven en ese paisaje, nativos o “hijos adoptivos” del lugar, comparten sus sitios favoritos para conocer ahora que el cielo volvió a despejarse sobre San Martín.

› Por Natalia Montaldo

No son pocos los que, cansados de la ciudad, eligieron el sur argentino para vivir en algún momento de sus vidas. O todas sus vidas. Año a año, son tantos los que llegan como los que se van, no necesariamente desencantados, y mucho menos por la ceniza volcánica.

San Martín de los Andes, en particular, atrae tanto a turistas como a emigrantes de otras partes de la Argentina por su escala humana, su belleza paisajística y la prolijidad de sus calles.

La misma naturaleza que atrapa, sin embargo, puede reservar sorpresas. Con la reciente erupción del volcán chileno Calbuco, la localidad se vistió repentinamente de gris: pero sólo por unos días. La lluvia y la inmediata barrida general organizada por toda la población, junto con el hecho de que no sigue cayendo material, ya están dejando entrever nuevamente los colores de la vegetación característicos del otoño.

Indicios claros de esta normalidad son la operatividad de los aeropuertos (tanto Chapelco como los cercanos de Neuquén y Bariloche), la apertura del paso internacional Mamuil Malal y el hecho de que el centro de esquí Chapelco esté previendo inaugurar su temporada invernal como estaba dispuesto, el 20 de junio y con nuevo medio de elevación (silla cuádruple).

Como la experiencia de cada persona es única, cada quien atesora en su memoria su paisaje favorito. Con el cielo ya despejado, con los lagos nuevamente brillantes y una nieve que se espera será puntual, estos son los cinco lugares favoritos de otras tantas personas que vivieron o viven en esta localidad de la provincia de Neuquén. Algunos nacieron allí y otros llegamos desde afuera. Algunos ya nos fuimos, y otros esperan regresar.

Lago Nonthué, donde se puede pescar, andar en bote y hacer largas caminatas.

LAGO NONTHUE, LA SOLITARIA Cecilia Tappa, una artista plástica nacida en Neuquén, vive en San Martín desde hace muchos años. Incluso ahora, cuando su única hija ya partió a estudiar a La Plata. Su lugar favorito es el lago Nonthué, a 48 kilómetros de San Martín, porque –cuenta– es el sitio que elegía para acampar con amigos cuando los niños eran pequeños. Además “como hay mucho lugar, aunque haya gente no se nota”. Y más aún porque de noche el cielo se muestra ilimitado. Junto a este lago hay un camping agreste, que permanece abierto sólo en verano, pero el sitio se puede visitar todo el año. Se destaca por su vastedad y por las muchas horas de sol en la buena temporada. Aquí se puede pescar, andar en bote y hacer largas caminatas.

Para combinar con este lugar es muy recomendable continuar unos pocos kilómetros más para visitar la cascada Chachín, uno de los mayores saltos de agua de la región, que supera los veinte metros de caída.

Camino de acceso al mirador del Filo Hua Hum, un lugar de pesca y para toda la familia.

BOSQUE SUMERGIDO Y EL FILO Hua Hum Tatiana se fue de Marcos Paz a vivir a San Martín de los Andes, sin escalas, para regresar a su ciudad natal con el saldo de un marido sanmartinense y dos hijos. Añoran algún día regresar a vivir allá en Neuquén y visitar sus dos lugares favoritos: empezando por el lago Escondido, a 26 kilómetros de San Martín, que forma parte de los siete lagos de la famosa ruta (ruta que, dicho sea de paso, acaba de concluir la obra de asfaltado después de 40 años, conectando San Martín y Bariloche en sólo dos horas y media). Su nombre le hace justicia: hay que prestar mucha atención entre el follaje para no pasarlo de largo, a tres kilómetros del lago Villarino, sentido San Martín-Villa La Angostura. El Escondido tiene un pequeño mirador, pero su encanto no radica en observarlo desde afuera, sino en navegarlo: porque sus aguas cristalinas, color esmeralda, dejan ver un bosque sumergido en el interior. No tiene costa y es por eso que rara vez tiene visitas prolongadas; aquellos que quieran adentrarse deben hacerlo en un pequeño bote o kayak, ya que no cuenta con bajada como para una lancha. La mejor hora del día para estar sobre el agua –recuerda Tatiana– es a media mañana (aunque por las características del lugar, en caso de estar con niños muy pequeños o abuelos muy grandes, mejor abstenerse).

El segundo lugar favorito de Tatiana y su esposo Fabián es el lago Filo Hua Hum, uno de los lugares más recomendados de la región para la pesca con mosca, cuya temporada va de noviembre hasta abril. De playa ancha y horizonte holgado, se ven las montañas recortadas sobre el agua y tiene múltiples senderos para recorrer.

A este sitio sí se puede llegar con toda la familia y bártulos al estilo Campanelli, para instalarse en el camping organizado que presta servicios durante el verano. Tiene proveeduría y opción de cabañas con ropa blanca, aunque hay que tener en cuenta la reserva previa. Las panorámicas del camino de acceso, castillo Von Hainel incluido, son un plus.

LA ISLITA Y EL MIRADOR Bandurrias Valentina es oriunda de Concordia, Entre Ríos, y junto a su marido Juan eligió San Martín para vivir, no una sino dos veces. Fueron, volvieron, fueron y allá están ahora nuevamente, con una hija adolescente que por el momento prefiere apreciar la belleza que le proporciona el wifi, y una más chica que está feliz de haber regresado a su ciudad natal.

El lugar preferido de Valentina es la Islita, porque “se puede ir caminando desde el centro de la ciudad, es un lugar de fácil acceso y el recorrido es una experiencia bosquepatagónica al 100 por ciento”. Si bien tiene tramos empinados, puede hacerlo en una hora cualquier persona que guste de caminar. El camino lo marcan unas chapitas descoloridas, clavadas en la corteza de los árboles, que van sugiriendo las mejores rutas cuando hay bifurcaciones, aunque todos los caminos conducen a destino.

El final de la subida tiene su recompensa, y bien vale el pequeño desvío para contemplar la vista que ofrece el Mirador Bandurrias sobre el lago Lácar y la ciudad. A partir de ahí se desciende todo lo ascendido, para llegar a la Islita bordeando las casas mapuches, la escuela rural y en primavera las espontáneas y copiosas cascadas de agua de deshielo. La Islita es una de las primeras playas que aparece, y debe su nombre al islote ubicado a poquísimos metros de la costa, al que se llega en un par de brazadas (de aquellos que se animen a nadar en las frías aguas del Lácar). Las playas son de piedra y arena y se puede acampar con permiso de la gente de la comunidad mapuche. Es un destino muy elegido por adolescentes y jóvenes locales por su fácil acceso y cercanía a la ciudad, características que sin embargo no le quitan tranquilidad.

También se puede llegar en auto por la RP 48 (de ripio) y en bicicleta hay acceso por ambos caminos, siempre que el ciclista se anime a confrontar pendientes y esquivar cipreses, radales, robles y coihues.

YUCO, SALTO DE PIEDRAS El agua en Yuco tiene la temperatura de un iceberg pero el color del Caribe. El espacio de playa no es grande, pero sí suave (no tiene piedritas, como la mayoría de las playas de la zona, sino arena). En general no corre viento y su distintivo son las grandes piedras que la circundan. La actividad predilecta en Yuco en verano es subirse a esas rocas y tirarse al agua incansablemente. No tiene mucha sombra, sólo la que dan algunos pocos ejemplares muy bellos de arrayán, y no se permite acampar: como atractivo adicional, desde allí parte la senda al sendero Las Corinas, apto para hacer en familia.

Yuco queda a 30 kilómetros de San Martín, por camino de ripio, y es el lugar favorito de esta cronista, que vivió cinco años en este rincón neuquino. Quienes quieran compartir su belleza deben saber que está sobre la Ruta 48 hacia Paso Hua Hum, por el mismo camino por el que se llega a Nonthué.

El otoño en San Martín de los Andes es el correcto epílogo de esos larguísimos días de verano donde cada rayo de sol se aprovecha como sólo los habitantes de la Patagonia saben estimar. Es la calma que antecede al huracán de la temporada de invierno, y el espacio perfecto en el tiempo para descubrir paisajes memorables.

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