Domingo, 25 de enero de 2004 | Hoy
CATAMARCA EN EL DEPARTAMENTO DE TINOGASTA
En el oeste de la provincia de Catamarca existe un circuito turístico que recorre pueblitos perdidos entre las montañas, en los que se pueden visitar iglesias y casonas de hasta tres siglos de antigüedad, con paredes de adobe de un metro de ancho, tirantes y puertas de algarrobo. Algunos de estos templos albergan imaginería religiosa de Chuquisaca y pinturas cuzqueñas.
La llamada “Ruta del
Adobe” es un singular circuito turístico de la provincia de Catamarca
que recorre una serie de edificios e iglesias de varios siglos de antigüedad,
construidos con madera y adobe. Queda en el departamento Tinogasta, 280 kilómetros
al oeste de la capital de la provincia.
Este paseo por diversos pueblitos catamarqueños abarca 55 kilómetros
de rutas de asfalto con conexiones de caminos consolidados. Se lo puede recorrer
en un día tomando como base la ciudad de Tinogasta. Los monumentos y
construcciones fueron reacondicionados en los últimos tiempos por la
Secretaría de Turismo y Cultura de Catamarca con el apoyo del programa
nacional Generar Trabajo en Turismo, mediante el cual se contrataron a lugareños,
quienes fueron capacitados por instructores para aplicar las técnicas
originales de construcción.
El circuito comienza en la ruta nacional Nº 60, justo a la salida de la
ciudad de Tinogasta. Allí se encuentra una antigua casona que perteneció
a unos latifundistas europeos de apellido Del Pino. En la actualidad la casa
está deshabitada y se encuentra en un regular estado de conservación,
aunque se la puede visitar de 9 a 18 horas. El paseo continúa por la
misma ruta rumbo al norte hacia la localidad de El Puesto (ubicada a 16 kilómetros
de Tinogasta) donde está el Oratorio de los Orquera, una capilla privada
edificada a principios del siglo XVIII en homenaje a la Virgen del Rosario.
Su única nave tiene techos con vigas de algarrobo curvado y una torre
campanario con estructura circular totalmente realizada en barro. En su interior
hay una imagen de la Virgen, un óleo de la Sagrada Familia e imaginería
procedente de Chuquisaca, Bolivia.
Cinco kilómetros más adelante –en la localidad de La Falda–
está la iglesia de Andacollo, semiderrumbada por un movimiento sísmico,
cuya restauración se iniciará en poco tiempo. De un singular estilo
neoclásico, el templo fue levantado en adobe a mediados del siglo XIX,
con molduras talladas en cemento y cal.
El
Mayorazgo de Anillaco. La siguiente parada es en el pueblo de
Anillaco (no confundir con la localidad riojana), que fue el centro económico
y religioso más importante de la región. Allí se puede
visitar el Monumento Histórico Provincial llamado Mayorazgo de Anillaco,
un edificio de considerables dimensiones con paredes de adobe y techo de varas
de algarrobo curvadas, inspirado en las estancias andaluzas del siglo XVIII,
construido en 1712 por orden del terrateniente Don Gregorio Bazán y Pedraza.
Anillaco también cuenta con una iglesia de adobe, consagrada a Nuestra
Señora del Rosario. La iglesia data del año 1712 y sus paredes
de adobe miden un metro de espesor, el techo es de caña y barro y el
piso de tierra. Posee en su interior un óleo de la Sagrada Familia, y
el altar está trabajado en barro y tiene una imagen traída de
Bolivia de la Virgen del Rosario.
Esta suerte de “peregrinaje” continúa hacia el poblado de
Batungasta, ubicado a 32 kilómetros de la ciudad de Tinogasta, a orillas
del río La Troya. Pero esta vez no se visita una iglesia sino un sitio
arqueológico de un asentamiento indígena que fue poblado por varias
culturas (aunque es fundamentalmente incaico). Las ruinas están ubicadas
sobre el faldeo de un cerro, y sus recintos de piedra se encuentran en un estado
de conservación regular. Los datos del cronista español Pedro
Lozano evidencian registros de la existencia del poblado de Batungasta o Watungasta
en documentos que se remontan a la etapa temprana del siglo XVII. El nombre
“Watungasta” significa “pueblo de los grandes adivinos”
y su componente inca es particularmente valioso. Se trata de un testimonio de
más de diez siglos de ocupación humana ininterrumpida (500 d.C.
a 1600 d.C.). Era una ciudad fortificada –un pucará– con
viviendas simples y torres circulares que posiblemente fuesen un lugar de culto.
En casi 11 hectáreas se encuentran diseminados vestigios que señalan
la importancia estratégica del sitio enrelación con la comunicación
entre Chile, la alta cordillera y la región valleserrana de Catamarca.
El sitio se visita en alrededor de una hora.
Hacia Fiambalá. La recorrida continúa rumbo a Fiambalá, donde está la iglesia de San Pedro, ubicada 3 kilómetros antes del pueblo. Fue construida en 1770 por encargo del Capitán Domingo Carrizo y es un auténtico exponente de la arquitectura religiosa colonial. Tiene una sola nave con anchos muros de adobe y tirantes y puertas de algarrobo. En su interior se conservan una antigua imagen de San Pedro, la Virgen del Rosario y una colección de pinturas cuzqueñas. La siguiente parada es en la Comandancia de Armas de Diego Carrizo de Frite, construida en 1745. El recinto principal de este conjunto arquitectónico está compuesto por dos salones. En su interior se observan murales con figuras de soldados arcabuceros flanqueados por columnas salomónicas. Llama la atención el fino trabajo de carpintería en madera de algarrobo. En el museo de sitio de la Comandancia se exhiben algunos objetos encontrados como candeleros, monturas, botellas, recetas de remedios, llaves e instrumentos de labranza.
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