Domingo, 7 de agosto de 2016 | Hoy
BRASIL > RíO DE JANEIRO, CAPITAL DE LOS JUEGOS 2016
Una guía para viajar a Río de Janeiro durante las Olimpíadas y no perderse en el intento. Los clásicos, las novedades, las reformas y las aplicaciones para optimizar los recursos, el tiempo y el dinero en la ciudad que será protagonista del calendario turístico-deportivo durante todo el mes.
Por Guido Piotrkowski
Fotos: Embratur
Si hay una ciudad que le rinde culto al cuerpo, esa es Río de Janeiro. Si hay una ciudad que condensa el ideal de vida urbana y naturaleza en estado puro, es Río de Janeiro. Si hay una ciudad que combina playa y montaña, deporte y bohemia, letra y música, es Río de Janeiro.
La metrópolis donde vive el Cristo Redentor, donde braman las Escolas de Samba y reina el carnaval; la urbe sin tiempos de urbe, aquella donde se meneaba la Garota de Ipanema antes de volverse canción; la ciudad donde el fútbol es religión y se juega en un templo llamado Maracaná, la que alguna vez fue capital de Brasil, es la primera ciudad sudamericana en albergar Juegos Olímpicos. Y eso es un hecho de justicia divina.
Luego de recorrer más de 180 ciudades a través de 17.000 kilómetros alrededor del mundo y atravesar buena parte de la geografía del gigante sudamericano, la llama que irradia los valores olímpicos de amistad, respeto y superación llegó a Río de Janeiro para inaugurar los XXXI Juegos Olímpicos de la era moderna, que comenzaron el viernes 5 y se extenderán hasta el domingo 21 de agosto. La misma llama se reavivará dos semanas después, en ocasión de la apertura de los Juegos Paralímpicos, que se llevarán a cabo entre el 7 y el 18 de septiembre.
De la competencia participan 206 países en 42 modalidades deportivas y 306 pruebas que ya comenzaron a jugarse en 32 estadios, dos parques olímpicos -uno en Barra de Tijuca y otro en Deodoro- y cinco estadios de fútbol en otras capitales (Belo Horizonte, Brasilia, Manaus, Salvador y San Paulo).
Así Río de Janeiro, que el año pasado cumplió 450 años y en 2014 fue sede de la final del Mundial 2014, le pone broche de oro a una etapa de grandes eventos que a su vez traen aparejadas reformas a una ciudad que siempre deslumbra.
Las Olimpíadas se dan cada cuatro años y ahora, por primera vez en la historia, las tenemos a sólo 2600 kilómetros, un par de horas en avión desde Buenos Aires, una perfecta oportunidad, una excelente excusa para visitar -o revisitar- la metrópoli que destila naturaleza por todos sus poros. Y que ahora es olímpica.
RIO AL AIRE LIBRE Pocas ciudades en el mundo tienen tantas alternativas de actividades al aire libre y durante todo el año. Y el mes de agosto se presenta como una época ideal, ya que el “inviernito” carioca tiene temperaturas agradables, y no tan agobiantes como puede suceder en verano. Así, deambular por sus calles o volar en aladelta, ir de boteco en boteco (bar) y museo en museo, asistir al ensayo de una escola de samba, y también –cómo no– echarse en la playa y zambullirse en el mar, son paseos que se pueden hacer bajo un sol placentero.
Durante estos juegos los peatones podrán presenciar algunos torneos que desfilarán por puntos clave de la ciudad, como la competencia de Vela en la Marina da Glória, uno de los puntos recientemente renovados, o las carreras de ciclismo alrededor del fuerte de Copacabana. Aquellos que se interesen tanto por el legado histórico-cultural y las tradiciones locales como por el ecoturismo o el turismo aventura pueden optar por el Rio Walking Tour, un servicio gratuito de la ciudad, que cuenta con diferentes salidas diarias y guías bilingües. Los paseos duran cuatro horas, de 10.00 a 14.00, mientras los de ecoturismo arrancan a las 9.00. Para participar hay que inscribirse en los puntos de información turística de Riotur o en el sitio web www.riowalkingtour.com.
Como en el pasado Mundial, las Olimpíadas también tienen su punto de encuentro para aquellos fanáticos que quieran seguir a los atletas en pantallas gigantes. Se trata de los sitios de esparcimiento Río 2016 Fest-Live Sites, que están emplazados en tres espacios: el nuevo Boulevard Olímpico en la zona portuaria; el Parque Madureira en la zona norte; y el Centro Esportivo Miécimo da Silva, en la zona oeste, todos con entrada libre y gratuita. A este se le suma el Live Site Barra, un espacio con capacidad para 25.000 personas en el epicentro del también novedoso Parque Olímpico de la Barra de Tijuca. El acceso, en este caso, es libre sólo para aquellos que tengan su ingreso al Parque Olímpico.
WEB, TRANSPORTE, SEGURIDAD Los Juegos Olímpicos, como los Mundiales, dejan legados arquitectónicos y estructurales para las ciudades organizadoras. Mejoras en los trazados viales, infraestructura, estadios, complejos de viviendas.
El transporte público resulta la manera más eficaz de moverse por la ciudad. Entre las opciones disponibles se encuentran las líneas de metro, el BRT (Bus Rapid Transit), el nuevo VLT (Vehículo Leve Sobre Vías) y una extensa red ferroviaria. Todos los medios de transporte son integrados, y para facilitar la movilidad se creó la tarjeta RioCard, con acceso a las líneas de colectivos metropolitanos, subte, trenes y BRT. Hay tres categorías diferentes de tarjeta: para un día cuesta 25 reales (US$ 7,50), para tres días 70 reales (US$ 20,90) y para siete días 160 reales (US$ 47,85). Para el resto de opciones de transporte público, los usuarios sin el plástico podrán pagar en efectivo un boleto ordinario.
En este sentido la Línea 4 del metro, que se encuentra funcionando desde el 1º de agosto, es una de las obras más importantes que dejan estos Juegos. Tiene 16 kilómetros de vías y cinco estaciones: Nossa Senhora da Paz, Jardim de Alah, Antero de Quental, São Conrado/Rocinha y Jardim Oceânico. Así, el viaje entre Nossa Senhora da Paz, en Ipanema, y Jardim Oceânico toma 13 minutos, y para ir desde la estación de Carioca, en el centro, hasta Barra de Tijuca, son 34 minutos.
Para estar informado de todo lo que rodea este evento monumental, desde la venta de entradas al calendario de actividades, guías turísticas, noticias y más, la web Rio2016.com es el sitio oficial y más completo en donde el visitante puede acceder a toda la información en varios idiomas. Aquí también se puede consultar la Guía del Espectador, un instructivo digitalizado con información útil que incluye cómo llegar a las zonas de competición, mapas de las tribunas, o servicios disponibles en cada estadio. Además, en la misma web también se puede descargar una guía de orientación por cada deporte. Asimismo, la App Oficial Río 2016 resulta ideal para estar informado sobre todo lo que ocurre y acompañar los resultados de las competencias en tiempo real.
A pesar de que la oferta hotelera se duplicó en los últimos seis años, la capacidad de la ciudad se encuentra a tope: ya hace meses se estimaba en el 90 por ciento el índice de reservas en los hoteles cinco estrellas, y ahora –pese al aumento notorio en las habitaciones de los hoteles tres estrellas, que según portales especializados se incrementaron más del cien por cient– Río tiene algunas otras alternativas fuera del circuito tradicional, como las plataformas de estadía en sitios como Airbnb.
Y si hablamos de seguridad, las autoridades brasileñas –con la colaboración de funcionarios de 55 países involucrados en el evento- organizaron un operativo sin precedentes en la historia del país: 85.000 efectivos velan por la seguridad de la Villa Olímpica, los estadios, las regiones turísticas y áreas estratégicas como los aeropuertos, además de dos centros de control que funcionan las 24 horas.
Con respecto a los temas que rodean la salud, el zika se presenta como uno de los más temidos por los visitantes. Sin embargo, un estudio realizado por investigadores de la Universidad de San Pablo concluyó que las posibilidades de que un extranjero contraiga zika durante las Olimpíadas son muy remotas. De todas maneras, continúan las medidas de prevención destinadas a reducir la presencia de mosquitos que transmiten la enfermedad. Las orientaciones prácticas son: usar repelente, mantener las puertas y ventanas cerradas o con mosquiteros, usar pantalones y camisas de manga larga.
RIO CLASICO Río de Janeiro es una de esas metrópolis bendecidas por naturaleza: es la jungla de cemento que tiene la selva urbana más grande del mundo: la Floresta de Tijuca. Por eso se reparte entre la exuberancia de su geografía sin par y los detalles tropicales de una cultura propia que bucea hondo en sus raíces afro, europeas e indígenas.
Nadie puede irse de aquí sin haber pasado por dos de sus emblemas: el Corcovado y el Pan de Azúcar. Bajo los brazos del Cristo más famoso del continente se obtienen una de las más mejores panorámicas de la cidade maravilhosa. Para llegar hay que tomar el trencito que parte desde la estación de Cosme Velho, o bien subir en vehículo hasta un sitio conocido como las “Paineras” y desde allí tomar una furgoneta que cubre el resto del trayecto. El Corcovado ya había pasado por una serie de reformas que incluyeron ascensores, rampas y escaleras mecánicas hacia el final del trayecto. Ahora se abrió un nuevo centro de visitantes, con terraza de comidas al aire libre, tienda de souvenirs y un espacio de exposiciones dedicado a la increíble selva del Parque Nacional da Tijuca.
El Pan de Azúcar es un morro de granito de 400 metros de altura, que emerge desde las aguas de la Bahía de Guanabara. Para subir hay dos alternativas: la tradicional, a bordo del teleférico que parte desde la Praia Vermelha, que a su vez tiene dos tramos: el primero hasta el Morro de Urca, con vista espectacular del Cristo y el segundo hasta el mismo cerro Pan De Azúcar. La otra es un poco más arriesgada y sólo apta para intrépidos y aventureros: escalando.
En el centro, alrededor del área conocida como “Cinelandia”, se encuentran algunos de los edificios más bonitos y antiguos de Río. Vale la pena visitar el Teatro Municipal, una construcción inspirada en la Opera de París; el Museo Nacional de Bellas Artes, que cobija una gran colección de arte local y sudamericano; y la singular Catedral, una especia de pirámide circular de 75 metros de altura, con una serie de bellísimos vitrales que van del suelo al techo.
Ahí nomás está el barrio de Lapa, por donde pasa buena parte de movida nocturna carioca, con muchos bares situados uno al lado del otro. Algunos tienen música en vivo, en general samba. En otros se arman las clásicas ruedas, improvisaciones alrededor de una mesa, que duran hasta que no haya más cerveza.
Por sobre los Arcos da Lapa, un antiguo acueducto, circula el “bondinho”, el antiguo tranvía que recorre el pintoresco barrio de Santa Teresa. Su trayecto es acotado: actualmente, luego de haber estado parado un largo tiempo por desperfectos, reanudó su recorrido el año pasado. Parte desde la estación pegada al edificio de Petrobrás en Cinelandia atraviesa los arcos y llega hasta el punto neurálgico de Santa Teresa, el Largo dos Guimaraes, un sector rodeado de bares y tiendas. Desde ahí se puede deambular por este morro de cuestas zigzagueantes y empedradas, donde cada esquina es una vista panorámica. En este pedacito de Río hay hermosos y antiguos caserones y ateliers que dan vida a la movida cultural de la bohemia carioca.
El sur de la ciudad está bañado por la franja de playas tradicionales: Copacabana, que se distingue por concentrar la mayoría de los hoteles frente al mar y una gran cantidad de kioscos sobre el paseo de la Avenida Atlántica; Ipanema, quizás las más linda de todas, la preferida por los más jóvenes y la mayoría de turistas, cuyo encanto irresistible es el de disfrutar del atardecer desde la piedra del Arpoador; y Leblon, el último rincón de esta tríada costera, que sobresale con una buena oferta de bares y restaurantes a pasos de la playa.
BARRIO OLÍMPICO Al otro lado del morro de Vidigal se encuentra la Barra de Tijuca, que cincuenta años atrás era un páramo y hoy es un moderno rincón de playas extensas, centros comerciales y exclusivos complejos de departamentos; restaurantes de alta calidad, discotecas, museos, centros culturales. La Barra es el punto donde se hace el festival Rock in Río, y el sitio adonde vinieron a instalarse buena cantidad de grandes cadenas de hoteleras. Y hoy es, justamente, epicentro de las Olimpíadas, una de las áreas que más se renovó.
En Barra de Tijuca está el flamante Barrio Olímpico, una de las sedes principales de la competencia, que tiene las más modernas instalaciones deportivas de toda América del Sur. Si antes se lo consideraba un tanto aislado, ahora queda más integrado con las nuevas vías de transporte construidas para facilitar el desplazamiento del público durante los Juegos. El metro llega hasta acá y hay carriles exclusivos para autobuses en este sitio donde están 14 de las 31 instalaciones deportivas, incluyendo el Parque Olímpico, la Villa Olímpica y el Centro de Prensa.
Por primera vez en la historia de los Juegos, la llama olímpica permanece fuera del estadio, en este caso ardiendo frente a la Iglesia de la Candelaria, ubicada en las inmediaciones de la zona portuaria, una de las áreas mas antiguas de la ciudad, que a la par de su encanto añejo y bucólico se volvió lúgubre y fue abandonada a una suerte de ostracismo. Pero con el advenimiento de las Olimpíadas, esta zona fue una de las más favorecidas de la mano del proyecto Porto Maravilha (Puerto Maravilla) inspirado en las reformas que se hicieron en Barcelona con vistas a los Juegos Olímpicos de 1992.
De la mano del novedoso transporte público VLT –un moderno tren que conecta el Aeropuerto Santos Dumont con la terminal de ómnibus y une a esta zona otrora aislada con el resto de la ciudad– vino aparejada la recuperación del patrimonio histórico y la creación de polos culturales como el Museo de Arte de Río, que traza un recorrido histórico a través del arte; y el Museo del Mañana, de ciencia y medioambiente, con el cosmos, la tecnología y la ecología como temas centrales. Proyectado por el arquitecto Santiago Calatrava, renueva la primera imagen que tienen de Río quienes entran por mar.
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