ESCAPADAS - FIN DE SEMANA EN EL SPA
En la provincia de Buenos Aires ha surgido en los últimos años una serie de hoteles-spa, cuyo índice de ocupación se acrecienta en los meses del invierno. Una opción para escapar al estrés de la gran ciudad, entre masajes, saunas y piscinas climatizadas.
Si hace frío, se busca calorcito; si hay mucho trabajo, se busca el ocio. Y los spa parecen ser la opción ideal para quienes quieren matar los dos pájaros con un solo tiro. Cada año se inauguran en todo el país nuevos spas, y cada vez son más los hoteles que realizan una fuerte inversión para agregar este servicio pura y exclusivamente orientado al placer. Todo deriva –dicen los expertos–, de uno de los grandes males del siglo XXI: el estrés ligado al exceso de trabajo. La temporada fuerte de los spa es el invierno. A continuación, dos opciones en los alrededores del Gran Buenos Aires.
En Luján
En el Mora Spa lo primero que tiene que hacer el visitante es quitarse el calzado,
una antigua costumbre oriental ligada tanto a la tradición como al aseo
personal. Se ingresa por un arco morisco que remite al Palacio de La Alhambra,
y al avanzar se descubre imágenes de deidades tailandesas del Gran Palacio
Real de Bangkok, tallas de templos hindúes de Varanasi, estatuas budistas
de Nepal, lámparas marroquíes y jarrones chinos de porcelana.
El spa fue inaugurado en septiembre de 2003 y ofrece una serie de sofisticados
masajes que son un distintivo del lugar. El más original de los masajes
es el sonoro, que en los hechos es también físico, ya que trabaja
por la vibración que producen los sonidos de los instrumentos al rozar
el cuerpo. La sesión comienza con el canto de un mantra tibetano y el
tintineo de unos cascabeles. El instrumento más efectivo es el didgeridoo,
una especie de tronco hueco a través del cual los aborígenes australianos
soplan produciendo un sonido grave. El didgeridoo se coloca a dos centímetros
del cuerpo y produce una vibración placentera que reverbera hasta en
los huesos, acompañada de un envolvente sonido que va creando una cierta
somnolencia. Más tarde se recurre a unos cuencos tibetanos elaborados
con siete aleaciones de metal. El cuenco se coloca sobre la espalda de la persona
recostada boca abajo en un colchón. La técnica consiste en pasar
un trozo cilíndrico de metal por el borde del cuenco, que comienza a
vibrar asombrosamente y produce un sonido muy agudo y largo que va descendiendo
de a poco en intensidad y en vibración.
Las salas de masajes están ubicadas en el piso superior del spa, donde
hay un salón vidriado de relax con vista a la piscina climatizada. Una
modalidad muy solicitada es el masaje a cuatro manos para parejas. Se trata
de una combinación de diferentes técnicas que comienzan con elongaciones
musculares y masajes de digitopuntura (shiatsu). Por momentos se aplica la vibración
del didgeridoo y el golpeteo suave del masaje tailandés. Y por último
se realiza una aplicación de gemoterapia, que es la utilización
de piedras calientes en un masaje. Se recurre a piedras como lapislázuli,
cuarzo, amatistas y diversos cristales calentados en agua.
En Lobos
A una hora de la ciudad de Buenos Aires se levanta un
edificio de dos pisos en forma de ele, con una galería de columnas clásicas
que, combinadas con la piscina al aire libre, remiten a los antiguos baños
romanos. Tanta sofisticación y estilo en las líneas edilicias
del spa Aquae Sulis se explican porque los dueños y creadores del proyecto
son dos arquitectos que combinaron su profesión con el rubro turístico.
Eso se refleja también en el hermoso cubo de cristal que protege a la
piscina climatizada y a un enorme jacuzzi.
Los huéspedes de Aquae Sulis tienen acceso al jacuzzi, al baño
turco, las sesiones de aqua gym, gimnasia aeróbica y localizada, streching,
paseos en bicicleta por el pueblo y caminatas en una pista de atletismo. Las
instalaciones incluyen un sauna con piedras volcánicas que irradian calor
seco entre los 60 y los 85 grados que penetra en el tejido óseo y expulsa
los líquidos y toxinas del cuerpo. El baño turco, en cambio, despide
vapor con calor húmedo en una serie de tres cámaras sucesivas
interconectadas, donde se va pasando de los 35 a los 40 y los 65 grados. La
fangoterapia aplicada por dos especialistas cubanas formadas en Termas de Collantes
es un capítulo aparte en Aquae Sulis. La aplicación se hace en
tres etapas: primero se cubre todo el cuerpo con fango; luego se nutre y finalmente
se hidrata. La sesión cuesta $25. También se hacen aplicaciones
de fangoterapia anticelulítica.
En Aquae Sulis hay 14 masajistas que ofrecen una serie de masajes muy distintos.
El masaje oriental es uno de los más pedidos. Por un lado se utiliza
el shiatzu (de origen japonés) combinado con acupuntura. Luego se recurre
a técnicas chinas como el ki-gongo y el tueina, que son terapias para
dolencias localizadas. Por último, se recurre a la sutileza de las elongaciones
del masaje tailandés (una sesión combinando estas técnicas
cuesta $30 y dura cincuenta minutos)
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