Dom 01.08.2004
turismo

MINITURISMO • UN MONASTERIO EN CARMEN DE ARECO

Lejos del mundanal ruido

A 130 kilómetros de Buenos Aires, el centenario Monasterio San Pablo -perteneciente a la Congregación Pasionista de los curas palotinos– ofrece toda la calma de un ambiente monacal, amable hospitalidad y un austero alojamiento en la inmensidad del campo bonaerense.

› Por Julián Varsavsky

Una ruta de tierra que nace en el poblado bonaerense de Carmen de Areco y atraviesa las vastas extensiones de la llanura pampeana lleva hasta el Monasterio San Pablo. El centenario edificio aparece a la distancia, semitapado por unos frondosos cipreses y eucaliptos. Un nuevo desvío avanza entre dos hileras de pinos como un pasadizo que apartará definitivamente a los visitantes del mundanal ruido. Para eso fue creado, justamente, con la finalidad de crear un submundo de acuerdo con los parámetros de la vida monacal. Pero en la actualidad ya no habitan religiosos en el lugar y quienes disfrutan de ese ambiente calmo al extremo son los viajeros que buscan una alternativa más sencilla (y económica) a los lujos que ofrece una estancia turística tradicional.
La estadía de unos 20 turistas por fin de semana le sirve a la congregación para mantener en buen estado el costoso edificio de estilo italiano, de 125 años de antigüedad. El lugar es mantenido como una especie de reliquia histórica por los monjes de la Congregación Pasionista con sede en la Iglesia de la Santa Cruz, donde fueron secuestradas las monjas francesas Alice Dumon y Léonie Duquet.
¿Qué buscan los viajeros que se alojan en este monasterio? Pocas cosas: un ámbito silencioso, muchísimo espacio verde a los cuatro costados y la tranquilidad necesaria para leer sin apuro y salir a caminar. El personal del monasterio es laico y recibe a los visitantes con amable hospitalidad, acompañándolos a las austeras habitaciones que alguna vez pertenecieron a los monjes. En cada cuarto hay un pupitre de madera junto a un gran ventanal con vista al parque. El baño es compartido y se mantiene aseado todo el tiempo. El Monasterio San Pablo abrió sus puertas al turismo hace tres años y sus instalaciones incluyen sala de juegos de mesa (pool y ping pong), otra con hogar a leña y DirecTV, un tanque australiano que sirve como piscina y 15 hectáreas de parque arbolado.
En la parte trasera del monasterio hay una hermosa capilla gótica de 1888, que es la réplica de una original que existe en Irlanda. La decoración incluye las típicas cruces celtas con tréboles en sus extremos y un círculo rodeando el punto donde se cruzan los dos maderos. En su interior, una luz tenue ingresa por un enorme vitral con la imagen de los tres santos irlandeses más importantes: San Patricio, San Columba y Santa Brígida. El estilo celta se debe a que el surgimiento del monasterio estuvo ligado a las familias irlandesas que poblaron el noroeste de la provincia de Buenos Aires a principios del siglo XIX. A un costado del parque hay un viejo cementerio en cuyas lápidas están grabados los nombres de muchos sacerdotes irlandeses.
Una particularidad del campanario de la capilla es que no tiene campana, porque la que se consiguió resultó ser muy chica para esa torre. Como no era cuestión de desperdiciarla, se construyó un campanario de menores dimensiones sobre el monasterio, y desde entonces allí repica la pequeña campana.

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