Dom 01.08.2004
turismo

BRASIL • ARTE, HISTORIA Y CULTURA EN RíO DE JANEIRO

Bohemia carioca

Más allá de sus magníficas playas, el Pan de Azúcar, el Cristo Redentor y el Carnaval, existe otro Río también imperdible. Tomando como punto de partida el centro, donde el vanguardismo convive con históricos edificios, un paseo para deambular entre cafés culturales, museos y galerías de arte, regado con caipirinhas y bossa nova. Y una subida en tranvía al morro de Santa Teresa, la Montmartre de la ciudad carioca.

Por Leonardo Larini

En los elegantes espejos de las paredes se reflejan las discusiones acaloradas, las charlas relajadas y los diálogos románticos que hombres y mujeres mantienen en las dos plantas, coronadas en el techo por un enorme y distinguido vitraux, de la Confitería Colombo. Esas escenas –en la que no faltan una o varias soledades en algún rincón– sumadas al aroma del café, las sobrias lámparas, la tenue iluminación y el glamoroso diseño de estilo art nouveau remiten, de inmediato, a un típico recinto de París, Roma, Madrid o Buenos Aires. Sin embargo, suceden diariamente desde hace cien años en pleno centro de la capital carioca.
Es que cuesta imaginar otra Río de Janeiro, una Río de Janeiro más allá de sus magníficas playas, del Pan de Azúcar, del Cristo Redentor y del Carnaval, las caipirinhas y las infartantes garotas. Pero esa otra ciudad existe y es tan interesante como toda gran metrópoli del mundo. Para empezar a conocerla, basta con reemplazar unos pocos días de playa por distintos paseos que, tomando como punto de partida al centro, servirán para descubrir los aspectos más relevantes de la historia y la cultura de la “ciudad maravillosa”.
En esa zona, actual asentamiento de las empresas y del distrito financiero, es donde nació Río de Janeiro, primero como capital del imperio portugués y luego como capital federal, hasta que surgió Brasilia. En sus calles conviven edificios modernos y de vanguardia con construcciones antiguas que representan los 500 años de historia de Brasil, un contraste que fascina a los turistas. Uno de los sitios ideales para conocer el perfil colonial es la Travessa do Comercio, un hermoso rincón conformado por construcciones del siglo XVIII y ubicado en una de las esquinas de la Plaza Quince de Noviembre. Allí se encuentra el Arco do Telles, un fascinante y viejo pasaje cuyas antiguas casas –de altas puertas de colores y pintorescos balcones– se han transformado en bares y restaurantes con mesas que también ocupan los empedrados originales de las sendas peatonales. El recorrido colonial incluye la Iglesia de la Candelaria, una de las más antiguas, el Monasterio de Sao Bento, el Convento de Santo Antônio y la Iglesia Nossa Senhora da Glória do Outeiro, construida sobre el Morro da Gloria.
En el centro, el turista conoce la verdadera dimensión de Río, ya que tiene la posibilidad de adentrarse en el movimiento cotidiano de la ciudad y visitar los sitios más destacados que hacen que la cidade maravilhosa no sea únicamente un destino de playa.

ARTE BAJO EL SOL
Como muestra del Río urbano basta y sobra con la bellísima fachada del Teatro Municipal, un señorial palacio de ensueño en cuyo escenario brillaron, entre otros, Maria Callas, Igor Stravinski, Kurt Mazur al frente de la Filarmónica de Nueva York, el Ballet Kirov, Zubin Mehta dirigiendo a la Filarmónica de Israel y hasta el músico de vanguardia Philip Glass. Con una amplia cartelera de conciertos, ópera y ballet, el Teatro Municipal es sólo una de las múltiples alternativas culturales que ofrece Río de Janeiro. Sin ir más lejos, a pocos metros se encuentran el Museo Nacional de Bellas Artes y la Biblioteca Nacional, donde se preservan originales de la literatura clásica brasileña y un ejemplar de la Biblia de más de 500 años de antigüedad.
Si el visitante está interesado en la historia del país, entonces debe acercarse al Museo Histórico Nacional, donde encontrará todo lo referido a la época y las costumbres imperiales; al Museo de la República, que exhibe documentos de los tiempos en los que Río era la capital de Brasil; al Paço Imperial, un edificio construido en 1743; y, por supuesto, a Petrópolis, la ciudad imperial en la que se puede recorrer el palacio de veraneo de Don Pedro II y el museo del lugar, además de fastuosos y floridos jardines.
Otros interesantes museos son el de Arte Moderno (MAM), el de Arte Naïf, el de Imagen y Sonido –que posee la mayor colección nacional de films,documentos y grabaciones de la música popular brasileña– y el Centro Cultural Banco do Brasil, instalado en una construcción de 1880.
Como para redondear este panorama de arte, historia y cultura, en el Parque de Flamengo se encuentra el Museo Carmen Miranda, en realidad el gran homenaje de la ciudad a la diva brasileña que deslumbró a Hollywood en la década del ‘40. Aunque había nacido en Portugal, la estrella llegó a muy temprana edad a Río de Janeiro y, después de maravillar con su voz, su cuerpo y su inigualable aura a los cariocas, partió a los Estados Unidos y brilló a la par de Ingrid Bergman, Marlene Dietrich, Greta Garbo y Bette Davis. En el museo, formado por varios salones unidos por hermosos jardines, se pueden conocer objetos personales, vestidos, accesorios, joyas utilizadas en los films, tapas de sus primeros discos, premios recibidos a lo largo de su carrera y fotografías de sus películas más famosas, entre ellas Copacabana, en la que actuó junto a Groucho Marx.

EL MONTMARTRE DE RIO
Tampoco nos remite inmediatamente a Río de Janeiro la imagen de un tranvía. Pero ahí está, en pleno funcionamiento, transitando la calle Almirante Alexandrino, arteria principal del pintoresco barrio de Santa Teresa. Situado en los morros del área céntrica, éste es el distrito que eligieron para vivir los artistas, intelectuales y bohemios de la ciudad. Alejado del bullicio urbano y con maravillosas vistas del centro, la Bahía de Guanabara y la isla de Niteroi, Santa Teresa –algo así como el Montmartre carioca– conserva intactas construcciones de inicios del siglo XX y estrechas callejuelas plenas de magia con antiguas mansiones que actualmente son destacadas galerías de arte. Con acentuadas inclinaciones en su trazado, el barrio cuenta con más de 80 ateliers de artistas locales, muchos de ellos abiertos al público. Además, en sus inmediaciones se encuentra el Museo de Chacara do Ceu, en el que es posible tomar contacto con una de las colecciones de pintura más grandes del país, que incluye trabajos de Dalí, Monet y Picasso, entre otros.
Yendo a las zonas tradicionales de Copacabana, Ipanema y Leblon, la cultura se hace presente en el Café Severino –instalado al fondo de la librería Argumento– y en el Café Ubaldo, dentro de la librería Letras y Expresiones.

MUSICA FRENTE AL MAR
Las atracciones de Río, como las de toda gran ciudad, son infinitas y muchas de ellas no siempre están incluidas en los programas turísticos. Como ejemplos vale mencionar los paseos en botes a pedal en la Laguna Rodrigo de Freitas, ideales para el atardecer; el Museo Amsterdam Sauer de Piedras Preciosas, con más de 3 mil brillantes piezas; el Jardín Botánico, el Planetario, la inmensa formación rocosa Pedra da Gávea y el Parque Nacional da Tijuca que, con sus 3200 hectáreas, es la más extensa floresta tropical del planeta ubicada en un área urbana.
Y, para culminar estos recorridos, nada mejor que hacerlo con música. Instalarse en una mesita del famoso Vinicius Bar y, como De Moraes y Tom Jobin, deslumbrarse con alguna Garota do Ipanema mientras se saborea una rica cerveza helada al compás de la mejor bossa nova.

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