ESCAPADAS INVIERNO EN VILLA GESELL
Durante el invierno, la ciudad de Villa Gesell recupera la mayor parte del espíritu con que la soñaron sus primeros pobladores: como una reserva natural junto al mar. Recorridas en 4x4 por la Reserva Faro Querandí y sus dunas vírgenes, y las delicias de las fiestas del Chocolate y de la Cerveza.
“Piense en Gesell todo
el año”, pide y ordena a la vez el cartel que recibe y despide al
visitante en la entrada de Villa Gesell. Y en la ciudad se está preparando
todo para que el pedido sea cumplido de buena gana. El desafío de “La
Villa”, como la llaman todos los geselinos (y el de Mar de las Pampas,
Las Gaviotas y Mar Azul, que forman parte del mismo partido), es el de posicionarse
como destino turístico todo el año. Es que, además de las
playas, Villa Gesell ofrece una serie de atractivos que la diferencian entre
los demás balnearios de la costa bonaerense, y que son más disfrutables
cuando la ciudad recupera el ritmo que le es propio, fuera de la temporada de
verano.
Desde que Carlos Idaho Gesell soñó este lugar allá por
la década del ‘30 como un refugio natural para hacer una vida diferente
de la de las grandes ciudades, Villa Gesell guarda un plus distintivo. Hay algo
en sus calles serpenteantes, en los médanos que el viento va cambiando
de forma, en el aire que en los días de lluvia se carga del perfume de
pinos, eucaliptos y cortaderas. Algo del espíritu con que la Villa fue
soñada y proyectada por sus primeros pobladores. En los ‘60, ese
espíritu fue asumido por jóvenes que llegaron en búsqueda
de libertades varias y la transformaron en “la playa hippy”, esa que
Rodolfo Kuhn intentó retratar en su película Los inconstantes.
En esos años, el balneario se puso de moda entre cierto sector de la
clase media citadina. Más tarde vendría la depresión de
la década del 1 a 1, compartida por todos los destinos turísticos
del país. Ahora, los geselinos buscan levantar su actividad cuidando
un equilibrio delicado entre el crecimiento lógico de la ciudad y el
rescate de la forma de vida con que fue concebida.
CHOCOFEST Y WINTERFEST El próximo fin de semana largo, del 13 al 16 de agosto, Gesell prepara varias tentaciones para el paladar: La Fiesta del Chocolate y la Fiesta Invernal de la Cerveza. La Chocogesell, que organiza desde 1996 la Secretaría de Turismo de la Municipalidad, reúne todos los años a artesanos de la gastronomía y repostería expertos en el chocolate y sus derivados. Hay degustaciones, concursos de elaboración de tortas de chocolate y premios a los mejores reposteros y al mejor stand. La Winterfest, una fiesta tradicional organizada por la Sociedad Alemana de Villa Gesell, promete cenas show con orquestas y grupos de baile típico alemán. Y un menú con fiambres alemanes, costillitas de cerdo ahumadas, viena con chucrut y, por supuesto, canilla libre de cerveza artesanal. También habrá concursos literarios en alemán y castellano, degustaciones de las distintas cervezas y competencias clásicas como las del serrucho, de clavadores y de canto y baile.
POR LAS DUNAS La
reserva dunícula Faro Querandí mide 5757 hectáreas. Vistas
desde lo alto del faro, las playas parecen no terminar nunca. Durante todo el
año se organizan excursiones en vehículos de doble tracción
a cargo de guías especializados. Las excursiones también incluyen
una ascensión al Faro Querandí, la primera construcción
del partido (fue hecho entre 1921 y 1922). El faro, que aún está
en servicio, tiene una altura de 54 metros y en su escalera caracol se cuentan
276 escalones.
En la reserva hay dunas vivas que van cambiando de forma por la continua acción
del viento. Otras son dunas fijas, atrapadas en el paisaje por la vegetación.
Y también hay bajos interdunales, zonas que acumulan el agua de la lluvia
y albergan gran cantidad de especies vegetales. Algo así debe haber visto
en toda la extensión de la costa Carlos Idaho Gesell, cuando llegó
hasta estas playas castigadas por el viento en 1931 y emprendió una tarea
que por entonces tenía visos de locura: sembrar esas dunas rebeldes primero
y más tarde fundar a gusto un pueblo entre el bosque y el mar.
EL LOCO DE LOS MEDANOS
Todo empezó cuando Carlos Gesell compró 1680 hectáreas
de arena. Quería forestarlas y sacar madera para construir cunas, ya
que era el propietario de la recordada Casa Gesell de artículos para
bebés. La idea iba a ser mucho más difícil de llevar a
la práctica de lo que había imaginado, pero aquel alemán
testarudo que vivía patentando inventos y que se ganó el mote
de “loco de los médanos” no iba a dar el brazo a torcer así
nomás. El proyecto terminó siendo el de la fundación de
un pueblo.
La primera casa que construyó Carlos Gesell en 1931 es actualmente el
Museo y Archivo Histórico Municipal, y allí se conserva una parte
importante de la memoria de la Villa. La guía especializada Mónica
García habla con pasión de la ciudad y de su fundador: “Con
sólo ver el mapa de Gesell, uno encuentra diferencias: muchas calles
van dando vueltas, porque fueron abiertas respetando la topografía del
lugar, siguiendo las formas de los médanos”, destaca García.
“Don Carlos planeó así la zona residencial, y también
tuvo en su cabeza otra zona comercial y otra fabril. Si uno ve el mapa de Pinamar,
por ejemplo, encuentra un damero al estilo español. ¿Por qué?
Porque fue pensada desde el tablero de un estudio de arquitectura”.
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