CHUBUT - COMODORO RIVADAVIA
Pura energía
En las profundidades, el petróleo. Y por los cielos, el intenso viento patagónico. Por arriba y por abajo, la ciudad de Comodoro Rivadavia es un indiscutido centro proveedor de energía. Pero más allá de las máquinas perforadoras y el parque eólico, a sólo 14 kilómetros también tiene la bella inmensidad de la playa de Rada Tilly.
Por Laura Isola
A diferencia del arte de las líneas de Nazca, y de su imprecisa explicación, el rayado de la tierra que se ve cuando se sobrevuela la zona de Comodoro Rivadavia se vincula con la palabra mágica que impregna la región: petróleo. Son los antiguos trazados sísmicos que servían para la exploración de los pozos petrolíferos y que se han dejado de usar por métodos más modernos, pero que permanecen rayando la tierra patagónica como un tatuaje indeleble.
Comodoro Rivadavia nació como ciudad en sus dos versiones: la romántica describe el 13 de diciembre de 1907 con las variantes del azar que llevó a José Fucks y Humberto Beguín a encontrar el petróleo, cuando las verdaderas intenciones de la búsqueda eran de agua. En la segunda, la exploración de hidrocarburos ya estaba en el aire y más precisamente en el Golfo de San Jorge. Por lo tanto, no sólo el agua era el anhelo de aquellos pioneros. Igualmente, la empresa no deja de ser menos arriesgada e interesante, teniendo o no la casualidad entre sus componentes.
Cuando Comodoro Rivadavia se funda en 1901, la escasez de agua era un problema y en 1903 la Dirección de Geología e Hidrología de la Nación envió una máquina perforadora. Aunque se llegó a 172 metros de profundidad, el agua no brotaba. Tres años después, Julio Krause, director de Minas, mandó traer una máquina alemana con mayor capacidad de perforación y en marzo de 1907 empezaron los trabajos. Se alcanzaron los 500 metros –el máximo de la perforadora– y seguía sin salir una gota de agua. Entonces, el responsable de la operación ordenó superar ese límite. El 12 de diciembre de 1907 un líquido negro y aceitoso, con fuerte olor conocido, brotó de los 540 metros de profundidad y nadie pudo tomarlo, aunque muchos se pusieron contentos. Hasta aquí, el mito se repite y convence con su fuerza narrativa. Sin embargo, desde fines del siglo XIX se venían haciendo exploraciones en distintas partes de la Patagonia en busca de minerales y ya había equipos y maquinarias importados para ese fin. Tal como los estudios del subsuelo de la época lo exhiben, y las investigaciones del Perito Moreno y hasta la simple observación del escritor Asencio Abeijón que refiere lo fácil que prendían las fogatas los indios con la ayuda de brea, es evidente que la existencia de petróleo en la región era altamente previsible. Es muy interesante, entonces, recorrer las instalaciones del Museo del Petróleo, el único en Sudamérica y uno de los cuatro del mundo. Aquí la historia del petróleo llega un poco más lejos y se puede observar cómo fue su formación, cuando la Tierra todavía estaba caliente.
DEJEMOS HABLAR AL VIENTO
Aunque la preponderancia del petróleo parece absoluta y signa las vidas de los habitantes (empresas petroleras, familias enteras dedicadas a esta actividad, museo y otras actividades), otro elemento compite con el oro negro: el viento. Nadie puede decir que conoce al viento antes de pasar por la experiencia de Comodoro Rivadavia y no sólo por la constante presencia, su fuerza y el modo en que modela las caras y el espíritu, sino por lo que entrega a cambio: 2.800.000 KHW de energía para el consumo de este lugar se producen en el mayor parque eólico del continente.
Con unos molinos gigantes que harían las delicias de un Don Quijote en su primera salida, el parque Antonio Morán funciona desde 1994 en las alturas de cerro Arenales y le imprimen al paisaje un inusual toque de cienciaficción.
OCIO Y ESPARCIMIENTO
Tanto petróleo y viento inevitablemente señalan el mundo del trabajo y del esfuerzo. Pero estos hombres y mujeres duros y fuertes de Chubut tienen dónde relajarse. Las playas de Rada Tilly, una bellísima villa balnearia a 14 kilómetros de Comodoro, ostenta la inmensidad de las playas del sur, con aguas tranquilas y kilómetros de sobra. Hay un apostadero de salvataje de lobos marinos al sur del pueblo y siempre es todo un espectáculo presenciar sus complicadas relacionessociales, a fuerza de gritos, empujones y aplastamientos. En las playas se practica parapente desde unos miradores ubicados a 160 metros de altura, con bordes acantilados.
Para los menos inquietos y contemplativos hay una muestra en el Centro de Exposiciones y Promoción Turística (Ceptur) que vale la pena visitar. Dentro del programa “Argentina pinta bien”, que vienen llevando a cabo el Centro Cultural Recoleta y Repsol YPF con una serie de muestras en distintas provincias argentinas, toca el turno de Chubut. Curada por Alberto Petrina, la exhibición funciona como muestrario heterogéneo y generalizador, al mismo tiempo. Diversas técnicas, aunque la fotografía predomine, interesan a los artistas de Chubut. Sin embargo, el paisaje vasto, inmenso y despojado los convoca a todos, de alguna manera.