TURISMO DE AVENTURA - EXCURSIONES EN 4X4 POR TODO EL PAíS
Para multiplicar el paisaje
Informe sobre excursiones en 4x4 por los paisajes “fuera de ruta” más espectaculares y menos conocidos de la Argentina. Un paseo por la selva misionera hasta los saltos de Moconá. Una travesía hasta el “fin del mundo” en Tierra del Fuego. Los volcanes de La Payunia mendocina. El cruce de Agua Negra a Chile en la provincia de San Juan. Y en lo alto de la cordillera riojana, los flamencos rosados de la laguna Brava.
Por Julián Varsavsky
Salir a recorrer un país en una camioneta doble tracción es una de las formas modernas de viajar que, a su vez, permite recuperar el espíritu originario del viajero que exploraba los vericuetos más intransitados de algún confín, sin un mapa de ruta ni un calendario demasiado fijo. Así, con una camioneta se puede avanzar por paisajes desolados donde no hay caminos y la fauna vive en libertad, casi sin contacto con la especie humana. Por lo general, los fanáticos de las 4x4 –que tienen algo de aventureros y de amantes de la tecnología automotriz–, combinan la destreza al volante con una enorme cuota de contenido lúdico que, de alguna manera, les permite seguir jugando con los autitos como cuando eran chicos.
Ser dueño de una camioneta 4x4 no es condición necesaria para disfrutar de los paseos por algunos de los sectores más alejados y hermosos de la Argentina, ya que existen muchas empresas en todo el país que ofrecen servicios por uno o varios días a precios bastante accesibles. A continuación un informe con algunas de las mejores excursiones de este tipo que se pueden realizar. desde Misiones hasta Tierra del Fuego.
Verde misionero
Una travesía en 4x4 hasta los saltos de Moconá, en el sudeste misionero, es una excursión alternativa a las cataratas del Iguazú que resulta ideal para realizar en un fin de semana largo y puede incluir el alojamiento en una posada en medio de la selva. En el trayecto, que se inicia en la ciudad de Posadas, se visitan las Ruinas Jesuíticas de San Ignacio. Después de atravesar una zona de transición, con bananos y árboles medianos cubiertos de enredaderas, la ruta comienza a ser flanqueada por una vegetación cada vez más alta y tupida. Luego del arroyo El Soberbio se acaba el asfalto y el camino se convierte en una franja de húmeda tierra rojiza que se abre paso entre murallas verdes de 30 metros de altura. Casi sin poder precisar en qué momento, se ha entrado de lleno en la exuberante selva misionera del Parque Provincial Moconá.
Los saltos de Moconá son el resultado de una falla geológica que produjo un quiebre en el terreno formando una pared –y una catarata– de 3 kilómetros de largo. Allí el río Uruguay va cayendo sobre sí mismo en un estrecho canal entre dos paredes de basalto. En la 4x4 se llega hasta la orilla del río donde se aborda una lancha que se interna entre las dos paredes de piedra y sus saltos. En el flanco izquierdo comienzan a aparecer las cascadas, una tras otra, a lo largo de dos kilómetros y medio. Al regresar, se desembarca en un claro donde espera la camioneta para continuar la excursión por la selva hasta el borde del río, en la parte superior del salto. Allí se vadea el río a pie –que alcanza una anchura de 220 metros–, caminando con el agua hasta las rodillas hasta unas rocas para ver cómo el río se arroja al vacío desde la altura de 15 metros de la cornisa, con un rugido de aguas que repercute en los huesos de cualquier mortal.
Después de ese impactante encuentro con la naturaleza misionera, ha llegado el momento de relajarse y descansar un poco en el “centro de operaciones” elegido para recorrer el Parque Provincial Moconá: un cómodo refugio de dos pisos con cuartos construidos en madera, rodeado por una vegetación cuya verde densidad es lo único que se ve por las ventanas de las habitaciones.
En el "fin del mundo"
Uno de los circuitos de aventuras más interesantes en Tierra del Fuego es el que llega hasta el lago Fagnano, el más grande de la isla. El recorrido en la 4x4 comienza desde Ushuauaia por la Ruta 3 a través de la cordillera fueguina. Pero la aventura realmente comienza cuando la camioneta se desvía por senderos intransitados abiertos por los antiguos leñadores. El ondulado camino avanza por un hermoso bosque de lenga, un árbol que se ramifica recién en lo alto para captar la mayor cantidad del escaso sol, formando así un techo vegetal que no permite ver el cielo. Finalmente se desciende hasta el lago Fagnano para comenzar abordearlo sobre un lecho de piedras donde es frecuente toparse con grandes troncos que impiden continuar por la orilla. En estos casos, la única alternativa es adentrarse en el lago con las ventanillas cerradas porque el agua golpea las puertas del vehículo y salpica por los cuatro costados. Cuando un árbol caído obstruye el paso en tierra firme, el guía se encarga –hacha en mano– de despejar el camino.
La excursión incluye un asado a la leña junto a un arroyo, que se acompaña con vino tinto y una picada de salame y queso. A media tarde, después de tanta belleza y comida, se emprende el regreso por lugares agrestes donde siempre es posible quedarse atascado en un charco de barro. Pero como tanto los guías como la camioneta van preparados para estas contingencias, siempre se consigue salir del aprieto con la grúa que la camioneta lleva sobre el paragolpes delantero.
Volcanes mendocinos
Al recorrer las extensas planicies rodeadas de volcanes que conforman La Payunia, pareciera que se avanza entre los restos de aquella gran bola de magma burbujeante que fue la tierra alguna vez. Ya no hay más humo ni lavas ardientes, pero reinan el silencio y la reseca desolación de un gran cementerio geológico, donde sólo quedan las renegridas marcas de un cataclismo universal. Entre volcán y volcán, ásperas lenguas negras de lava endurecida dividen al medio la inmensidad de los valles del sur mendocino.
A medida que la camioneta 4x4 se interna por La Payunia, desfilan tras la ventanilla los majestuosos volcanes de perfecta forma cónica, cuyas entrañas estallaron durante un “Apocalipsis” de fuego hace muchísimo tiempo. Los hay desde los 200 hasta los 3000 metros de altura. Y prácticamente la totalidad del terreno está cubierta por restos volcánicos. Al pie del volcán Santa María –en el Campo de Bombas– hay una extensa planicie cubierta por millones de piedritas negras de unos tres centímetros que se acumulan formando un extraño arenal negro de gruesos granos. Su origen es la lava del volcán, que se fue degradando hasta partirse y desmigajarse por todo el suelo. Al caminar por el terreno, se descubren desperdigadas por el suelo numerosas piedras redondeadas del tamaño de las antiguas balas de cañón, que adquirieron su forma cuando la furia del volcán las despidió por los aires al rojo vivo.
Con una densidad de 10,6 volcanes por cada 100 kilómetros cuadrados, La Payunia aspira al cetro de ser el campo geográfico más prolífico en volcanes de todo el mundo. Y según los estudios científicos, probablemente lo sea. Al valor geológico de La Payunia se le suma una importancia ecológica de primer orden. El aislamiento geográfico y la falta de agua han mantenido a La Payunia prácticamente deshabitada, salvo por la presencia de algunos puesteros aislados. En consecuencia, es un área segura para diversas especies animales que la eligieron como refugio. La más común y la más numerosa es el guanaco. Por eso, no es difícil ver a algunos de los 11.000 ejemplares que viven en La Payunia correteando a la par de la camioneta a lo largo de todo el viaje.
Hacia Chile me voy
El cruce a Chile por el Paso Internacional Agua Negra –atravesando la cordillera de los Andes por la provincia de San Juan–, es una de las excursiones más coloridas y deslumbrantes de la región de Cuyo. El camino, si bien es de tierra consolidada, carece de complicaciones y lo ideal es recorrerlo con una camioneta 4x4.
El paseo asciende por encima de los 4000 metros sobre el nivel del mar donde las montañas carecen absolutamente de vegetación: no crece siquiera un mínimo yuyito. A simple vista no hay indicio alguno de que exista vida sobre la tierra. La aridez también deja al descubierto la compleja diversidad geológica de estas montañas, reflejando un abanico multicolor de minerales amarillentos, verdosos, rojizos, violetas, blanquecinos, ocres, marrones y anaranjados que, a veces, están cubiertos por solitarios manchones de nieve. Dos kilómetros antes del cruce a Chile aparece un gran brillo blanquecino tras una curva. A simple vista parece un glaciar que llega hasta el borde de la ruta, pero en verdad es una gran serie de penitentes, esa extraña formación de hielo que surge por una acción combinada del viento y el sol sobre grandes acumulaciones de nieve en terrenos de extrema aridez. Este fenómeno es muy particular en el mundo, y se da sólo en latitudes como las de San Juan y en algunos pocos lugares de Asia.
El camino trepa hasta los 4770 metros, donde está el mojón que señala el límite con Chile. Prácticamente al borde de la ruta se levanta el escarpado pico San Lorenzo, con sus descomunales 5600 metros de altura muy bien disimulados debido a la cercanía con otros gigantes cordilleranos.
Laguna Brava
Acaso ensombrecida por la fama de los paredones rojizos de Talampaya, la laguna Brava y sus coloridos paisajes de la cordillera riojana están entre los más hermosos y menos conocidos de nuestro país. Son paisajes alejados, cercanos al límite con Chile en el noroeste de la provincia. Y por estar a 4200 metros sobre el nivel del mar, son inhóspitos y desérticos, rodeados por un aura virginal de lugar intocado. Luego de una larga travesía en 4x4, se llega a un gran valle en cuyo centro está la laguna Brava, rodeada por majestuosos volcanes nevados que promedian los 6000 metros de altura. La camioneta avanza a campo traviesa hacia esa laguna azul zafiro que duplica en su superficie las siluetas invertidas de medio centenar de flamencos rosados, inmóviles frente a una playa de sal. Un viento helado sacude sin pausa los escasos pastos dorados de los alrededores, y un ambiente árido al extremo pero muy colorido predispone el ánimo para sumergirse en ese espejismo natural de tanta belleza que parece casi sobrenatural.