SAN ANTONIO DE ARECO: LA FIESTA DE LA TRADICIóN
Estampa gaucha
Como todos los años desde 1939, en noviembre se celebra en San Antonio de Areco la gran Fiesta de la Tradición. Durante el fin de semana del 5 al 7 del mes próximo, los visitantes podrán asistir a un desfile de dos mil gauchos y sesenta tropillas de caballos por las calles del pueblo, competencias de destreza criolla y fogones con música folclórica en pulperías históricas como La Blanqueada.
› Por Julián Varsavsky
Fotos: Pablo Navas
Fue en la segunda mitad del siglo XIX –al aparecer el alambrado en el campo–, cuando el gaucho, aquel hombre mítico que erraba por la vastedad de la pampa, desaparece de la estratificación social argentina. La tierra había sido parcelada de manera rigurosa y no quedaba lugar para ese “hombre sin ley” que era el verdadero “dueño” de la tierra, segmentada ahora en numerosas estancias. Es así que, en un sentido riguroso, el gaucho deja de existir; se convierte en una persona “civilizada” a la que se necesita de manera estable, trabajando del lado de adentro del alambrado. Pero al mismo tiempo comienza una reformulación de la cultura gaucha y sus costumbres –los cambios de una cultura no significan su total desaparición–, cuya máxima expresión se encuentra hoy en la ya famosa Fiesta de la Tradición que se realiza todos los años en el pueblo bonaerense de San Antonio de Areco.
En el pago
Ya en las afueras de San Antonio de Areco aparecen los primeros indicios de que estamos en una zona eminentemente agro-ganadera: camionetas sucias de barro, silos cerealeros, molinos y mucha gente a caballo. Al andar por el pueblo se descubren a simple vista numerosas casonas de estilo colonial que denotan al menos un siglo de antigüedad, con sus ladrillos chatos y alargados del siglo XIX a la vista. Pero también las casas más modernas respetan ese estilo antiguo.
La Fiesta de la Tradición comenzará este año el viernes 5 de noviembre a las 21.30 horas, cuando se encienda el fogón en el patio de la histórica pulpería La Blanqueada. Y como en años anteriores, a lo largo de la noche comenzarán a llegar los paisanos de otros pueblos y, básicamente, los pobladores de Areco, mientras los tríos y cuartetos musicales van animando la fiesta con ritmos criollos del campo bonaerense: gato, triunfo, huella, triste y estilo. En cambio no se oyen chacareras.
El sábado es el día de “los hombres de a caballo”. Los jinetes vienen desde Azul, Arrecifes, Salto, Rojas y otros pueblos bonaerenses. Pero lo más llamativo son los gauchos que traen su tropilla de caballos –casi todos del mismo color–, arreados desde los diversos pueblos sin necesidad de atar a uno solo. La yegua madrina es la que los guía con su cencerro. Durante toda la fiesta arriban al pueblo entre sesenta y setenta tropillas, cada una integrada por unos doce caballos y con un solo gaucho al frente. De hecho, para un gaucho es un gran orgullo poseer una tropilla completa de animales de un mismo pelo (color). Estos caballos pueden ser overos (con un tono general claro y manchas oscuras que crecen de abajo hacia arriba), tobianos (como el overo pero con las manchas de arriba hacia abajo), gateados (con una crin que se extiende como una franja sobre el lomo hasta la cola), colorados, bayos, tordillos y pampas. Antes de enfilar hacia el Parque Criollo, las tropillas dan una vuelta al pueblo y desfilan frente a la municipalidad.
Destreza criolla
A la tarde comienza la parte más emocionante y vertiginosa de la fiesta: las competencias de destreza criolla. La jineteada es la prueba más tradicional, que consiste en montar a un caballo no domado durante el mayor tiempo posible. La “piolada puerta afuera” es otra prueba muy popular: se trata de enlazar a un caballo desbocado antes que cualquier otro de los contendientes. Además hay carreras de sortija y cuadreras (carreras de caballo a campo abierto). Por la noche se puede asistir al fogón de La Blanqueada. Como los miles de turistas llegan el domingo, el sábado es un buen día para disfrutar del ambiente criollo sin aglomeraciones.
Este año, el domingo 7 de noviembre se realiza el gran festejo del Día de la Tradición, en homenaje al natalicio de José Hernández, que en verdad nació un día 10. La fiesta comienza a las 10.30 de la mañana con el desfile de unos dos mil gauchos y todas las tropillas llegadas desde cada rincón de la provincia. Al frente del desfile va el gaucho abanderado, montado en un caballo de raza con un elegante emprendado de plata(cabezada, freno, collar y prestal). Luego de pasar frente a la plaza, la municipalidad y la parroquia de San Patricio, todos se dirigen otra vez al Parque Criollo para almorzar.
El Parque Criollo es un predio de 90 hectáreas al aire libre donde se concentran todos los visitantes. En los puestos se venden choripanes y carne al asador (se recomienda llevar cubiertos). También hay pastelitos de dulce de membrillo y batata. Como una rareza ya casi inexistente en la gran ciudad, en Areco y en su fiesta todavía pasan el heladero y el garrapiñero. Para los niños hay un juego criollo –se cree que proviene de los indios–, que consiste en atar un cuero de vaca a un caballo que lo arrastra con los chicos encima.
Gauchos de estos tiempos
¿Qué distingue a los gauchos de hoy a todo lo largo del país? Básicamente el hecho de ser un peón de campo asalariado que no cumple una función muy específica como la de antes, ya que el agro se ha industrializado en todas sus etapas. De todas formas, el gaucho actual es una persona que sabe instalar un alambrado, castrar un caballo, ordeñar, domar y jinetear animales y “cuerear” una vaca, una oveja o un cerdo. Incluso hablan con un acento y, como en todo oficio, tienen un vocabulario propio.
Por eso, pareciera que en San Antonio de Areco a nadie le preocupa demasiado el académico debate acerca de si el gaucho existe o ya no existe más. Aquí nadie se atrevería a discutirles a esos hombres de a caballo que desfilan por la calle que no son gauchos. Aun con todos los cuestionamientos que se les pueda achacar a stos “gauchos” desde la pureza de la definición, estos hombres son por lo general trabajadores rurales de toda clase. Muchos de ellos son simplemente jóvenes estudiantes que se sienten herederos de una cultura de campo y que desfilan por genuina tradición, como lo han hecho siempre sus padres y sus abuelos. En Areco desfila casi todo el mundo, desde el dueño de una estancia hasta el peón o el repartidor de diarios del pueblo. El Día de la Tradición es su fiesta más importante y le dedican largos preparativos. Cada persona prepara su caballo con suma devoción: lo tusan (le cortan el pelo), lo desbasan (le liman los cascos y colocan la herradura) y lo lavan muy bien. Quienes desfilan lo pueden hacer individualmente o con las agrupaciones de gauchos. También es común que grupos de vecinos de un mismo barrio salgan juntos a caballo a participar del evento. Quienes no van a caballo abren la puerta de su casa a los demás vecinos y también es común que saquen sillas y sillones a la vereda para ver el paso las tropillas. En estas improvisadas plateas, las rondas de mate con bizcochitos de grasa y cuernitos son interminables.
Después del almuerzo comienzan otra vez las pruebas de destreza criolla. Y con la caída del sol llega la ceremonia de cierre con una “retreta del desierto” alrededor de un gran fogón con la música de una banda militar. Los gauchos empiezan a girar alrededor de la fogata montados en sus caballos, gritando y saltando sobre el fuego con antorchas en la mano. Lo que en verdad están haciendo es representar una retreta como las que realizaban los soldados del ejército de Roca durante la Campaña del Desierto cuando se perdían y se llamaban unos a otros con gritos y clarines
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