Dom 24.03.2002
turismo

CORDOBA LA CUMBRE

En pagos de Manucho

Con 5 mil habitantes, a 1200 metros de altura y a 94 kilómetros de la capital cordobesa, La Cumbre es un remanso con aires de nobleza, vistas únicas y un fuerte patrimonio histórico.

Sus orígenes se remontan a fines del siglo XIX, cuando un gran número de inmigrantes ingleses llegó a las inmediaciones de su territorio para trabajar en la construcción del ramal ferroviario que unía Cosquín con Cruz del Eje. Fueron ellos quienes, instalándose para siempre en la zona, le dieron al pueblito original ese toque de distinción visible -actualmente– en sus distintos barrios y zonas residenciales. A la vez, impusieron las costumbres del té de las cinco y de la práctica del golf, deporte que tiene su club exclusivo –fundado en 1924– y cuyo campo es considerado uno de los mejores del país. Con la mezcla de su incomparable naturaleza y su perfil señorial –sumado a su aire puro y su silencio–, La Cumbre se presenta como un lugar ideal para alejarse de los infiernos urbanos y tomar contacto, literalmente, con la tierra y el cielo.

NATURALEZA PURA El Cristo Redentor es uno de los puntos más representativos de La Cumbre. Para llegar a él hay que subir por un hermoso camino que asombra por la cantidad y variedad de flores existentes entre la abundante vegetación. De ellas, sobresale el Jazmín de Chile, avistable –también– en casi todos los paisajes de los alrededores. A medida que se asciende, se disfruta de magníficas vistas del valle que, acompañadas por el aroma de las hierbas características de la zona -peperina, burro, tomillo, entre otras– producen una sensación única. En las cercanías se encuentra el manantial El Chorrito, que dispone de una pileta pública construida sobre el cauce del río. Este sitio es ideal para el asado del mediodía, aunque aquí es casi una obligación preparar un cabrito. En un rincón se encuentra el diminuto manantial de agua mineral que le da nombre al lugar. La visita a La Cumbre exige transitar los cuatro kilómetros hacia el oeste –ascendiendo la Sierra Chica– y conocer la Estancia El Rosario, fábrica de una de las variedades de alfajores más ricos del país. A través de un recorrido guiado por el interior de sus instalaciones, se pueden conocer algunos secretos de la preparación de los manjares mencionados y al finalizar el mismo –en un amplio salón de exposición– adquirirlos junto a otros productos como dulce de leche, mermeladas o jaleas. A unos pocos metros de la estancia está el camino que conduce al Dique San Jerónimo, un verdadero edén de agua, vegetación y cielo abierto. Es posible circular por la zona a través de distintas sendas ascendentes y luego, al regresar, fotografiarse junto a una hermosa cascada. Para completar la jornada conviene llegarse a El Camino de los Artesanos, situado en el área de El Pungo. Contrariamente a lo que se puede pensar, este lugar dista mucho de parecerse a una feria de puestos de collares y pulseras. Se trata de verdaderos locales –muchos de los cuales son, a la vez, los hogares de los artistas, que poseen talleres propios– que están instalados entre una corta distancia uno de otro sobre una senda más que paqueta. En ellos es posible adquirir piezas de platería, sweaters, productos de alpaca, cuero y alfarería, objetos y esculturas de madera, tapices y una infinita variedad de dulces, licores y especies. Sobresale Los Jardines de Yaya, una pequeña granja en la que sus dueños crean productos dulces y salados tales como higos “embarazados” de nueces y almendras, castañas en almíbar –o a la provenzal–, dulce de nuez, quesos de cabra y 650 variedades cuyas combinaciones asombran. El trayecto concluye en la confitería El Bosque, especial para instalarse en sus mesas al atardecer, y finalizar la visita saboreando alguna de sus exquisitas tortas o sandwichs.

UN ESCRITOR EN EL PARAISO En el barrio residencial de Cruz Chica se encuentra El Paraíso, la magnífica casona de estilo español que Manuel Mujica Lainez habitó desde 1969 –cuando la adquirió– hasta 1984, año de su muerte. Sus frentes de paredes blancas, y el delicado tejado rojo, le dan una fisonomía tan delicada como la prosa del inolvidable Manucho. En1987, su esposa –Ana de Alvear– decidió convertirla en un museo abierto al público. Con hermosos jardines externos, y finos muebles en el interior, sus ambientes son un fiel reflejo de las pasiones del autor de Misteriosa Buenos Aires. Durante el recorrido, el visitante puede admirar pinturas y esculturas de famosos artistas argentinos y –también– maravillarse con la fastuosa biblioteca personal del escritor. Además de los 16 mil volúmenes que la conforman, hay manuscritos de Rubén Darío, Marcel Proust y Federico García Lorca. En la planta alta se encuentran sus objetos personales más queridos: boinas, bastones, lapiceras, un sombrero inglés y la antigua e intacta Woodstock en la que trabajaba. Sus teclas permanecen solitarias, añorando la calidez de las manos de ese hombre que eligió a La Cumbre para escribir y vivir en paz. En las aproximaciones hay otras antiguas casonas –como Granada, Toledo y Sevilla– que engalanan esta distinguida zona.

AGUAS TRANSPARENTES Y SIERRAS Entre las excursiones que se pueden realizar desde La Cumbre se destaca la del Cerro Uritorco, en Capilla del Monte, a sólo 18 kilómetros. Para escalarlo es conveniente hacerlo con algún guía. Por otro lado, si el turista está acompañado por su hijos pequeños, el lugar indicado es Los Cocos, en donde se encuentra el complejo recreativo con entretenimientos para niños El Descanso y una aerosilla que culmina en un confitería con deslumbrantes vistas. También es aconsejable dedicarle una jornada íntegra a San Marcos Sierras, un poco más adelante. Ir temprano al río Quilpo, disfrutar de su agua transparente y sus playitas y –antes del anochecer– volver al pueblito, pasearse por los puestos de la pequeña feria de artesanías y, finalmente, deleitarse con cualquiera de los platos de preparación casera disponibles en los bares situados alrededor de la plaza principal.
Hacia el otro extremo de La Cumbre se encuentra Cuchi Corral, sitio al que concurren amantes del aladeltismo y el parapente de todas partes del mundo. Allí, en el Cerro El Mirador, tienen a disposición una plataforma de lanzamiento de 400 metros. Otros paseos interesantes, además de las cabalgatas diurnas o nocturnas, son el del las Tres Cascadas –ubicadas en el cauce de uno de los afluentes del río Ascochinga–, el del río Pintos, y la visita a la plantación de lavanda Domaine de Puberclair, un complejo agroindustrial dedicado a la producción de fragancias.
En cuanto a la zona céntrica, hay una amplia oferta gastronómica en pizzerías, parrillas y restaurantes, además de un cine, pubs, museos y galerías de arte. Dos sitios de visita obligada son el antiguo Gran Hotel La Cumbre y el Bar La Esperanza, una eterna fonda de esas que ya no existen, ubicada sobre la calle principal. Respecto del alojamiento, existe una gran variedad de hoteles, posadas, cabañas y residenciales para todos los gustos y presupuestos.
Los aromas se confunden en el aire surcado por pequeñas bandadas de cotorritas. A lo lejos se escucha el extraño quejido de los zorros. Mientras anochece, algunas montañas aún permanecen doradas y brillantes recortando el cielo. En La Cumbre, momentos mágicos como éstos se pueden vivir todos los días. A la noche, el Cristo Redentor –fosforescente en las alturas– protege la paz de este lugar único.
Informes al (03548) 451154 o
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