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En el primer capítulo de la novela La travesía de Luisa Valenzuela, una antropóloga curiosa se decide a participar como asistente en una cita a ciegas cuyo fin es una sesión de sadomasoquismo. Su misión es dejar en el guardarropas del MOMA de Nueva York un austero portafolio lleno de elementos, ella supone, a tono con el proyecto, retirar el ticket, colocarlo en un sobre cuyo nombre no se atreve a mirar y dejarlo en el lobby de un edificio de oficinas. Luego volverá al museo, espiará al hombre que va hacia el guardarropas y se lo imaginará disfrazándose en el baño con los elementos del interior del portafolio. Y todo lo hace para seguirle el juego a Ava Taurel, dominatrix, un personaje que es descripto como una walquiria, capaz de probarse bustiers en los puestos callejeros de Greenwich Village sin temor a dejar al desnudo sus pechos monumentales, una filósofa de los infiernos, pero doctorada en sexología. En Novela negra con argentinos, Ava Taurel reaparece en una fiesta sadomasoquista que incluye números organizados de acuerdo a las preguntas preliminares que ella suele dirigirle a sus clientes: “¿Soft bondage? ¿Ropa interior de mujer? ¿Látigo? ¿Asfixia? ¿Martirio genital? ¿Liviano o pesado?”.
Ava Taurel está en Buenos Aires ¿Por qué no? Como muchas “gringas” –en este caso noruega– que vienen a aprender a bailar el tango. Entrevistarla no es conocer a la persona verdadera que inspiró el personaje de Valenzuela sino, directamente, a otra persona. Ava Taurel dirige el Taurel Institute de Nueva York y se llama también Eva Norvind, nombre que, escrito en su tarjeta, lleva como aclaración: Psychosexual Counseling and Education.
Luisa Valenzuela conoció a Ava Taurel en México, cuando la dominatrix aún estaba casada con un importante personaje azteca. Luego se siguieron viendo en Nueva York. Ava-Eva admira a Luisa, pero parece tener la firme determinación de que ésta no se limite a vivir en palabras y se entregue a la noche de las experiencias S-M.
–Ayer con Luisa estuvimos viendo unas escenas de dominación en Internet que a ella no la excitaron en absoluto. Entonces después me quedé pensando cómo podría llevar a Luisa a que lo experimente. Después me di cuenta de que las imágenes eran muy crudas: es como ver las fotos de un coito. No te puedes imaginar lo que se puede sentir al respecto. Lo mismo que un culo con marcas de golpes te da una imagen falsa de lo que se trata el S-M.