SANTA CRUZ > LA GASTRONOMíA DE EL CALAFATE
Un recorrido gastronómico por los sabores de El Calafate, degustando la mejor cocina regional, preparada con carnes de la zona como la centolla, la liebre, el corderito al asador, el choique en escabeche y la trucha.
El pueblo santacruceño de El Calafate está trabajando al máximo de su capacidad durante esta temporada de verano, cuando los glaciares brillan con todo su esplendor. Pero además de la singularidad de sus paisajes, El Calafate se distingue por su tradicional gastronomía que, por su calidad y su carácter único, se convierte en una razón de peso más para viajar a la región más austral de la Argentina continental.
A la parrilla o al asador Uno de los restaurantes más tradicionales del pueblo es la parrilla Mi Viejo, ubicado desde hace doce años en Libertador 1111. Basta con pararse en la entrada del restaurante –frente al asador protegido por una vidriera– para sentir una tentación irresistible de probar la carne crepitante de un costillar de corderito patagónico que se asa a fuego lento encantando al transeúnte con su aroma. Una vez en la mesa, se puede abrir el apetito con una entrada de escabeche, ya sea con carne de liebre, choique (el ñandú patagónico), trucha o cordero. Si la idea es comer suave y liviano, se pueden pedir unas pastas que no serán unas pastas comunes y corrientes sino rellenas con un ingrediente típico de la zona como la centolla. El plato de pastas recomendado por la casa son los raviolones de centolla con salsa cuatro quesos ($ 25).
Otra de las alternativas “light” del restaurante Mi Viejo son los crêpes de espinaca con salmón en salsa rosa ($ 20). Pero si el viajero está dispuesto a dejar de lado las dietas por un rato –al fin y al cabo está de vacaciones–, el plato casi obligatorio es el cordero asado –con su crocante capa de grasa– ($ 13) o si no se puede pedir la variante llamada Cordero Mi Viejo, con salsa de champiñones y papas españolas ($ 22).
Una especialidad de Mi Viejo es la carne de choique, que se puede probar a la cacerola ($ 43) o como relleno de empanadas ($ 5). Y para los postres, siempre en sintonía con los ingredientes locales, la propuesta más original es el mousse de calafate con espejo de frutillas ($ 10) y el helado de calafate ($ 7).
Truchas y corderos Ubicado en Libertador 1150, Vera Cruz es un restaurante relativamente nuevo –inaugurado hace dos años–, que ofrece un perfil de cocina patagónica muy propio, con recetas únicas de su chef Daniel Herrera. Uno de los platos que el chef recomienda con mayor orgullo es el cordero al horno salseado, con aceitunas negras, tomate grillado y sazón de tomillo ($ 20). De todas formas, se puede optar por el tradicional cordero a la parrilla ($ 16). La trucha es el otro plato muy recomendable en Vera Cruz, y se lo sirve en diferentes modalidades. La trucha Metro Hotel viene con manteca, limón y perejil, conformando la receta que conserva el suave sabor original del pescado. Después está la trucha con puerros y almendras y si no –con un sabor un poco más fuerte– resta la alternativa de la trucha al roquefort (todas cuestan $ 22).
La cocina más tradicional también está presente con las pastas caseras (ñoquis, tallarines y ravioles), que cuestan entre $ 14 y $ 16) y la suprema de pollo con hongos, cebolla de verdeo y papas españolas ($ 19). Y para los postres se sirven crêpes de calafate ($ 12) y torre de merengues con frutas de estación ($ 9).
Asado a la tablita En funcionamiento desde 1968 en la calle Cnel. Rosales 28, la parrilla La Tablita es el restaurante más tradicional de la ciudad. Su especialidad es el cordero a la parrilla o al asador –así como una variada selección de achuras de esa misma carne–, cuya preparación está a cargo de un experimentado parrillero que lleva nada menos que tres décadas completas al frente de esa delicada labor gastronómica. Pero como toda parrilla “de ley”, La Tablita se especializa también en unos suculentos bifes de chorizo y de lomo con la mejor carne vacuna de la Patagonia. El precio promedio de una comida completa con bebidas es de $ 35 por persona. El precio de las porciones de cordero es $ 16 y una parrillada completa cuesta $ 40.
Una alternativa nueva en la gastronomía de El Calafate –que se está consolidando con un perfil propio en el pueblo– es el restaurante Pascacio M. Su identidad se construye en base a productos regionales como la centolla, la trucha, la liebre, el cordero y el choique. Un plato muy pedido es una tabla de ahumados de ciervo, jabalí, trucha y queso de oveja, compuesta también por carnes importadas como el pato, el conejo y el salmón.
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