Domingo, 13 de marzo de 2005 | Hoy
AVENTURAS > RAFTING POR LOS RíOS ANDINOS
El rafting es un deporte que ha ganado gran popularidad en los últimos años, gracias al nivel de adrenalina que produce. Además es tan seguro que ni siquiera hace falta saber nadar para disfrutarlo. Desde Mendoza y San Juan hasta Neuquén y Bariloche, un informe sobre los mejores ríos del país para hacer rafting, una aventura en gomón que ofrece la posibilidad de admirar, desde un punto de vista privilegiado, los paisajes más espectaculares de la Argentina.
Por Julián Varsavsky
La consigna principal al bajar un río haciendo rafting es “segregar adrenalina a borbotones”, para que bulla como el agua en el torbellino de los rápidos. De alguna manera es como en los parques de diversiones y sus montañas rusas de agua, pero con la diferencia de que esos juegos en verdad copian el vértigo que se puede encontrar en la naturaleza. El original de esas réplicas vendría a ser el rafting, y es justamente su carga de autenticidad la que garantiza las emociones fuertes, tanto por la aventura como por el embelesamiento ante la belleza de los paisajes.
El rafting es considerado un deporte en equipo, seguro, placentero y muy sencillo, que consiste en navegar en balsa inflable un río caudaloso. Y la práctica más común es la turística, es decir que una empresa dedicada a esta especialidad se instala en algún punto de afluencia masiva de viajeros y arma pequeños grupos de personas ansiosos por experimentar este deporte por primera vez. El primer paso es equiparse con chaleco salvavidas, casco y traje de neoprene o chaqueta impermeable (según la época del año). El guía y conductor de la embarcación da una charla informativa y antes de partir le entrega un remo a cada uno explicando las voces de mando: “adelante”, “atrás”, “derecha”, “izquierda” y “alto”. Todo comienza en calma, con un suave traqueteo amortiguado por la goma inflable hasta que el guía dirige el gomón a toda velocidad hacia una roca apenas sumergida, y al pasar por encima todos saltan en los asientos como en un colectivo que se ha “tragado un lomo de burro”. A los 10 minutos ya todo el mundo está empapado por los saltos y con los pies sumergidos en el agua que va invadiendo la embarcación (hay aliviaderos para el desagote).
¿Qué pasa si el gomón se da vuelta?; la posibilidad siempre existe, aunque en verdad depende de los viajeros. El guía suele preguntar de antemano, y si todos están de acuerdo entonces el gomón se da vuelta. Pero si esto ocurriese no hay nada que temer. Los ríos donde se practica rafting nunca son profundos ni el caudal incontrolable. La orilla está a pocos metros y el casco y el chaleco protegen de las rocas.
Aluminé Considerado por los especialistas como el mejor del país para la practica de rafting y kayak, el río neuquino de Aluminé tiene como valor agregado la impresionante belleza de sus paisajes en medio de la estepa patagónica. Es un río ciclotímico que por momentos explota de furia en concéntricos remolinos, y al instante se apacigua en felices remansos. Está dividido en dos circuitos: el Abra Ancha y el Superior.
Además del atractivo de sus violentísimos rápidos, el circuito Superior tiene la ventaja de comenzar en el nacimiento del río en el lago Aluminé, donde están los paisajes más hermosos de la zona. Las aguas son muy azules y a cada costado flanquean la orilla centenares de araucarias, esos árboles aparasolados que pueblan la Patagonia norte de Neuquén. Durante el vértigo de la bajada a veces se puede observar al pato de los torrentes nadando contra la corriente de los rápidos.
Superior es exclusivo para quienes ya tengan experiencia en rafting y un buen estado físico. El nivel de complejidad está catalogado como grado III y IV “plus”, con un desnivel constante de 150 metros. En los hechos se trata de un solo rápido casi sin remansos que mide 12 kilómetros. Un dato a tener en cuenta es que en este circuito es muy común que el gomón se dé vuelta, ya que en los hechos se va rebotando de piedra en piedra. En ciertas ocasiones la balsa queda varada en una piedra y hay que bajarse para poder salir. Entre los rápidos más preciados está el Guikiki, con diez olas sucesivas y grandes pozos con corrientes contrarias. Otro es El Cañadón, donde se forma una especie de tobogán de 60 metros donde la balsa alcanza unos 40 kilómetros por hora. Al final hay una ola que forma una verdadera pared de agua.
Abra Ancha mide 8 kilómetros que se recorren en una hora y cuarto en una bajada de rafting. Tiene un desnivel de 20 metros y una serie de quince rápidos escalonados. La mayoría de los rápidos del circuito Abra Ancha son grado II (aptos para chicos desde los 6 años en adelante) y algunos de grado III. Aunque en verdad no hay límite de edad para una bajada de rafting, y ni siquiera hace falta saber nadar. Al final del descenso, aquellos que todavía tengan un resto de adrenalina pueden subirse a una pared de roca montañosa y practicar un clavado desde 8 metros de altura.
La ciudad mendocina de San Rafael se ha convertido en los últimos años en una suerte de Meca del turismo de aventuras. El “centro de operaciones” está en la zona de Valle Grande, a pocos kilómetros de la ciudad y a las puertas del famoso cañón que recorre el río Atuel. Este río está catalogado como nivel de dificultad II y una de las alternativas muy divertidas para recorrerlo –y mucho más vertiginosa– es el doky, un gomón inflable para sólo dos remadores. Un experto conduce el doky y el turista va en el asiento de adelante remando a la par. Con esta modalidad uno va prácticamente dentro del agua e ingresa de lleno en los rápidos, así que es muy factible darse vuelta, lo cual no es un problema salvo por el remojón.
También existe la posibilidad de practicar el “cool-river”, un simple gomón redondo en el que una sola persona se acuesta boca abajo –con casco y patas de rana– y se lanza al agua de cara a los rápidos, que estallan a centímetros de la nariz (siempre con un instructor al lado).
El ámbito del Parque Nacional Nahuel Huapi y el río Manso son el principal lugar de Bariloche para la práctica de rafting. En oposición a su nombre, el Manso es un río furioso y accidentado que reúne las condiciones ideales para esta disciplina. El paseo es ideal para hacerlo en familia, ya que es una salida de día completo que comienza a la 10 de la mañana y termina a las 19, recorriendo en el auto los lagos Mascardi y Gutiérrez. Al dejar atrás la laguna Huala Hue se desciende por un camino boscoso hasta el lago Steffen, donde nace el río Manso Inferior. Allí comienza la navegación para recorrer un tramo de una hora por unas aguas bastante tranquilas que permiten disfrutar del bosque andinopatagónico en todo su esplendor. El paseo inicial incluye un agradable chapuzón en una playita de arenas blancas. Después de una hora el gomón se detiene para que el viajero disfrute de un almuerzo al aire libre. En el segundo tramo se atraviesan los rápidos clase II y III, que le agregan una vertiginosa emoción al paseo.
Además de la excursión tradicional en el río Manso, existe otra en el mismo río, pero en un sector de alta aventura que llega hasta la frontera con Chile. Antes de comenzar la navegación se toma un desayuno campestre en una estancia de la zona y se prepara el equipo. En un primer tramo las aguas son tranquilas y permiten disfrutar de las playas de arena blanca y de un paisaje con cascadas que caen desde la montaña. Luego comienzan los rápidos de clase III y IV, se termina la calma. El descenso finaliza en la frontera con Chile. Desde allí se camina hasta el pie del hito que marca el límite internacional. Luego se regresa en auto al punto de partida para comer un asado patagónico acompañado con buen vino.
A cinco kilómetros del dique sanjuanino de Cuesta del Viento, el pueblo de Rodeo es uno de los principales centros de turismo de aventura de la provincia, donde se realizan las bajadas de rafting por el río Jáchal. La aventura en gomón comienza cerca de las compuertas del dique y avanza por un estrecho cañón de 6 metros de ancho con paredones de 25 metros de altura. El río es considerado nivel de complejidad III y III “plus”, o sea que es apto para inexpertos. El trecho del vertiginoso paseo mide doce kilómetros que se recorren en poco más de una hora. La mayor velocidad que se alcanza es de 30 o 40 kilómetros por hora. El precio por una bajada ronda los $ 20 por persona (el circuito de 8 kilómetros) y $ 25 (el circuito de 12 kilómetros). También en el río San Juan se realizan bajadas de rafting con excursiones que parten desde la capital de la provincia y cuestan alrededor de $ 45, incluyendo traslados y un almuerzo.
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