EUROPA > EN ITALIA Y FRANCIA
En Italia y Francia, sobre las costas del Mediterráneo y del Atlántico, la primavera se despierta cuando lo indica el calendario, el 21 de marzo, con temperaturas dignas, flores y una temporada turística nuevamente en marcha luego del invierno. Mientras tanto, en las zonas montañosas del interior de estos países, como en el resto del continente, habrá que esperar unas semanas más para que la primavera sea una realidad. Desde los pueblos fortificados de Córcega hasta las calles de Roma, la primavera y la temporada turística europea recién empiezan en abril, una época que se caracteriza por el multiplicarse de las celebraciones relacionadas con la Semana Santa, con la ventaja de que las tarifas son más bajas y la cantidad de turistas sensiblemente menor que en otras épocas del año. Esta estación es buena, entonces, para conocer lugares a través de costumbres, gentes y tradiciones en un momento privilegiado, que supera la dorada pero a veces también superficial mirada del turismo.
Abril en Italia es una época ideal. No hace tanto calor, y –con excepción de Roma durante la Semana Santa– el turismo masivo que alborota generalmente a toda la península aún no ha llegado. Las Pascuas son generalmente el eje de todas las manifestaciones en el país durante el mes de abril, que comienza con una celebración singular, en un lugar más singular aún: se trata de la fiesta de entronización –para los seis meses siguientes– de los dos capitanes regentes de la minúscula república de San Marino. Esta ceremonia tiene más de nueve siglos de existencia y se realiza en medio de grandes festejos. Es el momento ideal para conocer San Marino, de otra manera que mediante las colecciones de sellos postales que emite este pequeño país, y que son muy buscadas por los coleccionistas.
En el resto de la península, las principales fiestas suelen coincidir con las Pascuas, lo que da lugar en cada región a la preparación de algunas especialidades, dulces y saladas, para la mesa pascual. Entonces, para los golosos, es una época ideal. Mientras tanto, entre los ciclos de conciertos, las procesiones y las muestras de artesanías –la de Florencia tiene renombre a nivel internacional por su importancia y la maestría de los artesanos que convoca– que se organizan por toda Italia, se destacan algunas fiestas populares de gran carácter. Nuevamente en Florencia, el domingo de Pascuas se celebra el “Scoppio del carro”: al mediodía, sobre la renacentista Piazza del Duomo, en pleno corazón de la ciudad, se hace explotar un carro mediante un sistema activado por una paloma. Es uno de los momentos más fuertes durante un día enteramente dedicado a festejos religiosos y profanos. La actividad desbordante en las calles y puentes contrasta sin duda con la serenidad de las iglesias del centro histórico.
Por su parte en los Abruzzos (centro de Italia), el pueblito de Sulmona vive en el recuerdo de Ovidio. El poeta, uno de los principales autores de la Antigüedad, vivió en este idílico lugar al pie de las montañas, que cada domingo de Pascuas organiza el festejo más importante del año sobre la plaza del centro histórico, rodeado de edificios medievales: el rito se llama “La Madonna che scappa in Piazza”. Luego de una procesión por el pueblo, se representa un encuentro entre la Virgen y Cristo, con una ceremonia ritual que tiene como objetivo subrayar la resurrección de Jesús.
En Venecia, el 25 de abril se organiza una de las pocas fiestas no relacionadas con la Semana Santa. Se trata de una carrera en góndolas sobre los canales de la ciudad para conmemorar el día del Santo Patrono, San Marcos. No hace falta decir que Venecia y sus aguas cobran un especial interés durante ese día, con las góndolas adornadas, y los gondoleros vestidos con sus mejores trajes. Esas fotos generalmente recorren el mundo. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que este día es uno de los más concurridos en la ciudad, por lo que es prudente tomar ciertas reservas para presenciarlo, igual que durante la Semana Santa en Roma. Para los turistas profanos, la Semana Santa no trae mayores cambios en sus rutinas de visita por la capital italiana, pero es evidente la mayor concentración humana en los lugares de culto y la presencia de religiosos y sacerdotes de todo el mundo en las afueras del Vaticano y San Pedro. El momento clave es el domingo por la mañana, sobre la Plaza de la Basílica, cuando una auténtica marea humana espera la bendición papal al pie de una de las ventanas del edificio vaticano que domina el lado derecho de la plaza.
En Francia hay un dicho que advierte: “En avril ne te découvre pas d’un fil, en mai fais ce qu’il te plaît” (en abril, no te saques ni un hilo, en mayo, haz lo que quieras). En otras palabras, el mes de abril aún no es demasiado benigno, pese a la primavera: sin embargo, este dicho vale para los dos tercios del norte de Francia, mientras en el sur, a orillas del Mediterráneo, en Córcega y al pie de los Pirineos, ya se puede gozar del buen tiempo. Y aunque esta insistencia en el clima parezca curiosa a quienes vienen de latitudes más templadas, es muy natural para quienes conocen los inviernos de ciudades tan bellas pero frías y lluviosas como París.
De todas las fiestas religiosas, la más curiosa se realiza en Sartène, en la isla de Córcega. Este pueblo fortificado tiene un aspecto austero, y se adormece durante la rutina de todo el año, recordando épocas más tumultuosas cuando piratas árabes, italianos y franceses atacaban sus muros. Pero en Semana Santa se realiza en sus calles una de las más importantes procesiones de toda Francia, comparable en importancia y en fervor con las de Sevilla. Se trata de la Procesión del Catenacciù (encadenado, en corso). Durante la noche del Viernes Santo, un Penitente Rojo que representa a Cristo lleva una pesada cruz de madera junto con el Penitente Blanco (Simón), seguidos por columnas de Penitentes Negros. Otra procesión importante se realiza en Perpignan, en la Cataluña francesa. Salvador Dalí declaró una vez que el centro del mundo se encontraba en la estación de ferrocarril de esta tranquila capital provincial del sur francés... El Viernes Santo, la procesión de la Sanch (la Sangre) se remonta al siglo XV, cuando se formó la congregación que la organiza. Otra procesión de menor importancia se organiza en Collioure, cerca de la frontera con España. La visita vale por la ciudad en sí. Su puerto y sus calles inspiraron a numerosos artistas de principios del siglo XX: Derain, Braque, Matisse, Picasso y Foujita la visitaron varias veces. En su cementerio se encuentra la tumba del poeta español Antonio Machado. Otro gran poeta del siglo XX, Louis Aragon, escribió: “Machado dort à Collioure, trois pas suffirent hors d’Espagne” (Machado duerme en Collioure, bastaron tres pasos fuera de España), refiriéndose a la muerte que sorprendió al poeta en este pueblito en 1939, durante su huida del régimen franquista.
Finalmente, hay otra manifestación muy importante, que pese a no estar en el sur de Francia sino en el centro se asocia siempre con la llegada de la primavera: es el Printemps de Bourges (Primavera de Bourges). Desde los años ‘80, este festival musical se convirtió en el más importante del país: durante una semana entera se organizan más de cien espectáculos, que reúnen a los principales artistas franceses. La vieja ciudad de los duques de Berry (los mismos que encargaron un día el libro de las Très Riches Heures, la obra cumbre de las miniaturas medievales) se hace eco de los ritmos más modernos. El resto del año, Bourges se visita sobre todo para conocer la Casa Jacques Coeur, un comerciante del siglo XV que fue el primer hombre de negocios internacional de la historia, con intereses desde el Mediterráneo hasta Flandes z
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