Dom 11.09.2005
turismo

CHILE EN PUCóN, ESQUí Y TERMAS BAJO EL VOLCáN VILLARRICA

Nieves de primavera

A orillas del lago Villarrica, junto al volcán más activo de Sudamérica, Pucón es uno de los centros de esquí más prestigiosos del sur de Chile. Este pueblo cordillerano ofrece además descanso en las termas, cultura mapuche y múltiples excursiones.

› Por Graciela Cutuli


En el sur de Chile el mapa se transforma en un “largo pétalo de mar y vino y nieve”. Lo escribía Pablo Neruda, que era hijo de la región, nacido en Temuco y criado a la sombra de los volcanes y en las orillas de los lagos, allí donde la Cordillera estalla en fuego y se apaga en aguas. El paisaje de la IX Región es majestuoso pero íntimo: a los pies de volcanes inmensos –presiden el paisaje el humeante Villarrica, el Osorno (sosia del Monte Fujiyama), el Lanín, extinto y fronterizo– las aguas quietas de los lagos reflejan el accidentado relieve de la Araucanía, que los mapuches defendieron con valor de la conquista hispana. Reflejo visible a veces bajo un cielo plomizo, prometedor de largas lluvias, cuando los vientos húmedos del Pacífico van a dar contra el paredón de la Cordillera, y a veces bajo un cielo diáfano que hace más transparente las aguas y más reluciente la nieve en la cima de las montañas. En el corazón de este paisaje creció Pucón, destino favorito del turismo santiaguino, y dueño de cuatro temporadas turísticas bien diferenciadas, que ofrece diversión, descanso y aventuras durante todo el año.

Pucon en cuatro tiempos La temporada alta de Pucón es el verano, cuando el pueblo –que los turistas argentinos no pueden evitar comparar con San Martín de los Andes, por su trazado en rejilla y las típicas construcciones a dos aguas de madera y piedra– se llena de visitantes, procedentes sobre todo de Santiago de Chile. Los meses estivales son los ideales para el turismo aventura: el rafting en el río Trancura (grado 2/3) es una de las opciones favoritas, junto al ascenso al cráter del Villarrica. El calor invita a bañarse en las aguas del lago, y la noche a salir hasta que se haga de día al son de la música y las rondas espirituosas. Unas 70.000 personas se dan cita durante el verano en Pucón, cuyas calles –comentan los lugareños– “quedan angostas”. En otoño el ritmo baja, pero marzo todavía permite disfrutar de las playas lacustres y sobre todo los colores de los antiguos bosques andinos, imponentes en su contraste con el cono del volcán, que brilla como una cabeza de fósforo encendida en el atardecer sureño.

El invierno es la temporada del esquí: frío y lluvia se hacen sentir en la base, mientras en lo alto del cerro reinan la nieve y la diversión, ya que Pucón es uno de los centros de esquí más renombrados de la Patagonia chilena. En el pueblo, todo es tranquilidad y silencio. El paisaje se tiñe de un gris brumoso sobre el que brillan los colores de las flores de madera, la artesanía más típica de Pucón, y uno de los recuerdos que vuelve en las valijas de todos los visitantes. En los últimos años, los responsables del turismo y la hotelería local están impulsando con éxito el turismo de baja temporada, dirigido al viajero en busca de tranquilidad, pero con servicios de calidad. Con este objetivo, Pucón se está integrando en circuitos turísticos con las ciudades hermanas del otro lado de la Cordillera, Bariloche y San Martín de los Andes (esta última está a sólo dos horas y media de Pucón, a través del paso Tromen, conocido para los chilenos como Mamuil Malal).

Finalmente, en primavera Pucón ofrece todavía nieve –este año fue abundante, y se estima que se esquiará hasta noviembre–, cabalgatas, rafting (en el río Liucura, más seguro para este época por el nivel del agua), los circuitos de “turismo étnico” que llevan a conocer el modo de vida tradicional de los mapuches de la región, y los cercanos baños termales, como las Termas Geométricas (cuyos edificios fueron diseñados por el arquitecto que construyó los hoteles Explora de Torres del Paine y Atacama) y las Termas de Huife, un verdadero remanso de aguas reparadoras en el corazón del bosque. Otra alternativa reciente es el Canopy, que se impuso también en los bosques del lado argentino: consiste en recorrer un circuito sobre la copa de los árboles, mediante tirolesas, cuerdas y pasarelas que permiten observar el ambiente sin alterarlo.

Volcan y aguas calientes Los fenómenos volcánicos andinos, que fueron intensos en el Jurásico y todavía persisten, están relacionados con el surgimiento de la Cordillera, levantada en parte sobre una fusión de rocas magmáticas que encuentra salida por los cráteres de los volcanes. Numerosas veces la Patagonia resultó cubierta de cenizas, y las rocas volcánicas (sobre todo las obsidianas) fueron la materia prima de los primeros utensilios fabricados por los primitivos habitantes de la región. Según las leyendas, bajo los cráteres vivían los espíritus del mal, y se cuenta que las mujeres araucanas, si se les faltaba el respeto, tapaban el conducto de uno de los volcanes, cerrando así una válvula de escape que provocaba la erupción de los volcanes vecinos. Si del Villarrica se trata, se podría decir que la tradición sigue viva, ya que este imponente cono de 2847 metros de altura, coronado de nieve, es el volcán más activo de Sudamérica. El ascenso a la cumbre del Villarrica, accesible para quien tenga cierto entrenamiento en las lides deportivas y del trekking, pero sin exigencias insalvables para quien goce de alguna experiencia en el montañismo, es una de las excursiones de aventura más frecuentes de la llamada Ruta de los Volcanes, que integra diversos picos del sur de Chile. En esta ruta también se pueden hacer excursiones hacia las cuevas volcánicas, que permiten internarse varios cientos de metros en el oscuro corazón de las grutas labradas por la lava en las laderas montañosas.

Pero el fenómeno volcánico tiene otra cara, y es el calentamiento natural de las aguas termales que proliferan en esta región del sur de Chile. En los meses más fríos, sumergirse en las piletas de aguas cálidas, ricas en minerales y oligoelementos, coronadas por el vapor formado gracias al contraste entre la temperatura del agua y la temperatura del aire, es una experiencia de la que se sale renovado. A unos 30 kilómetros de Pucón, por un camino pavimentado que atraviesa campos de engorde de ganado, y sólo tiene un corto tramo de ripio al final, las Termas de Huife son un excelente lugar para pasar el día. Las instalaciones están a cargo de una familia de origen alemán, que recientemente hizo una importante inversión para renovar los equipos e instalar piscinas hidroterapéuticas. Junto a las piletas corre rápido el río Liucura, cuyos torrentes se observan desde un encantador puente colgante de madera que conecta los bosques de una y otra orilla.

De regreso a Pucón se puede visitar el Museo Mapuche, que reúne una pequeña pero interesante colección de objetos, y cerrar el día con una cena basada en los productos locales. Los mejores hoteles de la ciudad se especializan en rescatar la cocina tradicional, con platos donde se dan cita frutos del bosque, la trucha y el salmón de los cursos de agua andinos y los condimentos de la cocina indígena. Esta fusión de pasado y presente gastronómico va acompañada de excelente vino chileno, que (otra vez Neruda) “abre las puertas con asombro, / y en el refugio de los meses vuela / su cuerpo de empapadas alas rojas”.

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