Camino al Alero Charcamata se pasa por dos puestos de la estancia Cueva de las Manos. En el más alejado –tan alejado que parece alejado del mundo entero– tiene su casa el puestero Tiburcio Sayhueque, bisnieto de Valentín Sayhueque, el último de los caciques tehuelches que no pudo ser apresado durante la Conquista del Desierto, quien terminó negociando la paz con Roca.

Don Tiburcio Sayhueque vive todo el año en medio de la nada, en pura soledad desde hace 21 años. Tiene alrededor de 60 años, el rostro curtido y es muy sociable, a diferencia de muchos otros puesteros de estancia. Tuvo varias mujeres y una hija que vive en Trelew. A los 11 años comenzó a trabajar en estancias y no pudo completar la escuela rural. Luego del servicio militar se empleó en una empresa de construcción en Chubut, después bajó a Santa Cruz con una comparsa de esquila, fue capataz de estancia en la zona de Lago Argentino, y ahora habita en una casita junto al río Pinturas, muy cerca de los testimonios figurativos hechos por sus antepasados más remotos. Sin embargo, Sayhueque sabe poco de la historia de su bisabuelo, desterrado del “País de las manzanas” luego de que su tribu fuera despojada de unas tierras que Roca le había asignado en Chubut. El cacique murió en 1898 y su hijo fue envenenado cuando viajó a Buenos Aires para reclamar esas tierras.

Amo y señor del puesto Las Buitreras, Sayhueque se levanta todos los días a las 3 de la mañana, se toma unos mates, escucha la radio, sin apuro arregla alguna cerca, y en invierno cuida que las ovejas no queden tapadas por la nieve. Cuando esto ocurre, cuenta Sayhueque, “las ovejas viven hasta 30 días bajo la nieve, donde se forma un iglú que mantiene el calor y el aire entra por un conducto muy angosto. El problema es que las ovejas se comen la lana unas a otras y se terminan muriendo de frío. Mi trabajo como puestero es sacarlas con una pala”.