Domingo, 15 de junio de 2008 | Hoy
El rincón más deliberadamente kafkiano de Praga está en una pequeña elevación del terreno entre la iglesia del Espíritu Santo y la Sinagoga española. Allí, 80 años después de la muerte del escritor, se erigió el primer monumento en su homenaje, en el año 2003. Está junto a la entrada al antiguo barrio judío, y se trata de una estatua de bronce de 3,75 metros de altura y un Kafka de traje y sombrero, sentado sobre los hombros de un gigante sin manos, ni piernas ni cabeza, reducido a la pura envoltura de un traje vacío. La obra es del joven escultor checo Jeroslav Rona, y estaría inspirada en Descripción de una lucha.
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