Al pie del Famatina se reúnen las condiciones ideales para el cultivo de la vid, a más de 1000 metros de altura: poca humedad ambiente, mucho sol, pocas precipitaciones y una amplitud térmica entre el día y la noche que permite el buen desarrollo de las uvas. Es una historia antigua, que empezó con los religiosos que acompañaron a los conquistadores españoles y se convirtieron en los primeros en llevar consigo las plantas que les permitirían elaborar el vino de misa. Lo más característico de la industria vitivinícola riojana es su uva torrontés blanca, que se singularizó en esta región del mundo. El torrontés riojano es reconocido como uno de los mejores blancos, pero también se producen vinos tintos con otros varietales de uvas. Se pueden descubrir estos cepajes y los distintos vinos a lo largo de una ruta de los vinos riojanos, para visitar bodegas y hacer degustaciones. En Chilecito, la más importante es La Riojana, pero hay otras bodegas para conocer en Malligasta, Anguingán, Nonogasta y Chañarmuyo, uno de los emprendimientos más recientes, donde es posible pernoctar en un hotel construido en medio de los viñedos.