La visita a El Campito no es un simple acercamiento a las actividades de una granja sino también al modo de vida de una familia que vive en un contexto campestre. Patricia de Morais —docente y guía turística— oficia de anfitriona y nos transmite con naturalidad los placeres de la vida de campo. Hace apenas un año que la familia Morais comenzó a recibir turistas en su casa de manera gratuita. La idea original era sencilla: sin modificar absolutamente nada del entorno, mostrarle al visitante las delicias y la complejidad de la vida de la granja tal cual es.
La familia Morais está compuesta por Patricia, su marido, tres hijos, y de alguna manera también por sus perros, los gansos, los conejos, los patos, los pavos, las vacas, los chanchos, las gallinas, las ovejas.... cada cual demandando una cuidadosa atención, mañana, tarde y noche. En la granja se vive pendiente de las exigencias de cada animal, la mayoría de los cuales tienen su nombre propio a pesar de ser más de un centenar. Al acercarnos a este contexto idílico se descubre que la cotidianidad de la granja también tiene sus bemoles. Todos los días hay que salir con la carretilla a recoger ramas para alimentar al calefón, o de lo contrario habrá que bañarse con agua fría. Además, el solo hecho de darle de comer y beber a tal cantidad de animales implica que la casa nunca puede quedar vacía.
La parte más sabrosa de la visita es la merienda, servida con productos elaborados en la granja. El pan cocinado en horno de ladrillo y barro acompaña dos clases de queso, la bondiola, el salame y la manteca. Luego llegan las mermeladas de durazno, damasco y ciruela y el dulce de leche, siempre caseros. Y para beber se sirve leche recién ordeñada y mate cocido. La visita guiada es gratuita y la merienda cuesta $ 5 para los adultos y $ 3,50 para los chicos. Para llegar se debe partir desde el Puente de Hierro por la avenida Fuerza Aérea y empalmar con la Ruta Provincial 5 y luego girar a la derecha donde un cartel indica el nombre de la granja (3 kilómetros en total).