El centro de culto surgió alrededor de una cruz instalada donde lo habrían matado a este gaucho “canonizado” por los correntinos. Y la historia de Antonio Mamerto Gil Núñez –matizada por la tradición oral– dice que este gaucho desertó del Ejército argentino a mediados del siglo XIX para convertirse en un bandido rural que les robaba ganado a los estancieros ricos y les daba una parte del botín a los pobres. El día que lo atraparon –el 8 de enero de 1878—, estando ya colgado de los tobillos en un algarrobo que aún existe, le advirtió al sargento que lo iba a degollar que si no lo enterraba al llegar a su casa encontraría a su hijo moribundo. Como la maldición se cumplió, el sargento regresó presuroso a darle sepultura al cadáver y al volver a su casa el hijo ya se estaba sanando. Según lo certifican millares de chapitas de agradecimiento clavadas en el histórico algarrobo y en las paredes, parece que el Gaucho Gil sigue haciendo milagros por doquier.
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