Hace ocho años, Pamela Fernández pasó del calor azteca al frío fueguino. Cordobesa de Río Ceballos, llegó a Ushuaia a visitar a su hermano odontólogo y su hermana pastelera, que ya vivían en la isla mientras ella estudiaba en México. El segundo día de su estadía fue al glaciar Martial a esquiar por primera vez, y cuando volvía pasó por Chez Manu, el clásico restaurante del chef Emmanuel Herbin, para contar que era cocinera. Ese mismo día, con los pantalones de esquí puestos, hizo una prueba y quedó.

En estos ocho años, Pamela fue conociendo los secretos de la cocina fueguina y hoy habla de los productos típicos de la isla como si los conociera de toda la vida. “En Tierra del Fuego las tres vedettes son la centolla, la merluza negra y el cordero. Merluza y cordero vas a conseguir en otro lado, pero la centolla al no salir de la isla es un producto único”, explica. La merluza negra es un pez de profundidad, que puede pesar hasta 10 kilos y tiene una gran capa de grasa, lo que le da mucho sabor. La centolla es parte de la dieta de la isla desde hace mucho: durante siglos las mujeres yámanas se metieron en el mar helado buscando a este crustáceo de carne rosada y suave.

Como muchas otras personas que llegan a la isla de vacaciones y deciden quedarse, Pamela planea pasar muchos años más en Ushuaia. A los 29 años, es subchef en el hotel Los Cauquenes, probablemente el lugar con la mejor vista del canal de Beagle. “En ciudades grandes como Buenos Aires, Córdoba, Rosario, Mendoza, la gente está apurada por hacer cosas, en cambio la idea acá es venir, sentarse, disfrutar, ir a la montaña, estar en contacto con la naturaleza; los tiempos son otros”, enumera. Por eso, porque nunca le gustó demasiado la vida en la ciudad, su parte favorita del trabajo es acompañar a los huéspedes del hotel en experiencias que incluyen navegación por el Beagle y almuerzos en la Estancia Túnel, al este de Ushuaia. Mientras recorren la estancia, Pamela hace un fuego y los espera con un vino: “Eso a mí me gusta porque es diferente y personal”.