La panadería del tiempo
El lugar más interesante y significativo del pueblo de La Niña es la casi centenaria panadería con paredes de adobe. Al ingresar en ella se descubre una panadería común y corriente, pero lo verdaderamente extraño se encuentra del otro lado del mostrador, traspasando una pequeña puerta (hay que pedirle permiso al encargado).
Ingresar a la cuadra –el enorme y cálido galpón donde se prepara el pan– es un verdadero viaje en el tiempo a través de un ambiente de semioscuridad. En primer lugar hay una gran mesa de madera para amasar el pan. Detrás está el horno de ladrillos, que mide ocho metros de largo por ocho de ancho. Este horno funciona a leña y se lo enciende un día antes de cocinar el pan. Recién cuando el calor permanece estable se colocan las grandes bandejas de madera con el pan para que se cocine. A un costado, compartiendo una pared con el horno, está la estufa, un caluroso cuarto donde se coloca el pan a levar durante la noche.
El actual encargado de la panadería hace ya 15 años que prepara el pan en soledad. En un principio le alquilaba la propiedad a sus dueños, pero al morir éstos ya no tuvo a quien pagarle. Y ésta es una de las singularidades del pueblo: no existen los títulos de propiedad de las casas. El pago de una escritura y de los impuestos superaría el valor comercial de las casas.
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