"Ni la moderación en las demandas, ni la magnanimidad en el ejercicio del poder son signos de debilidad", aseguraron los obispos en un documento leído tras una reunión extraordinaria de la Comisión Permanente, convocada por el cardenal Jorge Bergoglio ante la preocupación de la Iglesia por "la paz social".

Tras insistir en que "aunque hubieran reclamos justos, no es en las calles ni en las rutas donde solucionaremos nuestros problemas", pidieron -en forma simultánea- "encarecidamente al Gobierno de la Nación que convoque con urgencia a un diálogo transparente y constructivo, y a los sectores en conflicto que revean las estrategias de reclamo".

"Este conflicto ha puesto de manifiesto falencias profundas de nuestra vida republicana. La persistencia misma del conflicto y la aparente imposibilidad de resolverlo constituyen un signo de debilidad institucional", advirtieron en la declaración.

Los obispos consideraron que "la solución sólo puede encaminarse mediante gestos de grandeza y una vigencia aún más plena de las instituciones de la República", e insistieron -al citar otro documento episcopal- en la necesidad de "promover el verdadero federalismo, que supone el fortalecimiento institucional de las provincias, con su necesaria y justa autonomía respecto del poder central".

"No es propio de los poderes públicos empeñarse como parte en los conflictos, sino abocarse a su solución como principales responsables del bien común de acuerdo a las funciones que a cada uno de ellos les atribuye la Constitución Nacional. La efectiva independencia de los poderes legislativo y judicial es un punto clave de la plena vigencia del estado de derecho", puntualizaron en el texto.

El documento "La Nación requiere gestos de grandeza" fue leído por el secretario general, monseñor Sergio Fenoy, y el vocero eclesiástico, presbítero Jorge Oesterheld, en una conferencia de características inéditas desde que Bergoglio está al frente del Episcopado.

Más singular todavía fue que la veintena de obispos de la Comisión Permanente participara de la rueda de prensa y, en gran parte, contestara preguntas de la prensa.

Bergoglio aclaró entonces que la Iglesia "nunca" ofreció una mediación entre el Gobierno y las entidades del agro para resolver el prolongado conflicto.

Sin embargo, el primado deslizó la posibilidad de asumir ese papel de mediador, al afirmar que "la mediación se pide, no se ofrece", en clara alusión a que fueron sólo los productores rurales quienes la solicitaron.

Bergoglio también expresó su "esperanza" de que la exhortación a las partes al diálogo no caiga en saco roto.

"No tengo la bola de cristal para saber qué va a responder el Gobierno, pero apuesto a lo positivo, a que toda persona tiene posibilidad a un gesto magnánimo", precisó el purpurado.

En tanto, el arzobispo Héctor Aguer (La Plata) aseveró que "para consolidar la paz es imprescindible deponer enconos, empecinamiento, y empeñarse en un diálogo abierto", y lamentó la "crónica dificultad (de los argentinos) de vivir en la concordia".

"Si no hay diálogo la cosa no se va solucionar, o al menos no se va a solucionar como quisiéramos", estimó el prelado platense, uno de los redactores del texto junto al arzobispo José María Arancedo (Santa Fe) y el obispo Jorge Casaretto (San Isidro), titular de la Pastoral Social.

Aguer aseveró, además, que "la vigencia de las instituciones no es algo optativo, es una cuestión moral que funcionen plenamente, una actitud propia de la civilidad".

Por su parte, el arzobispo Agustín Radrizzani (Mercedes-Luján) precisó que el pedido al Gobierno y al campo es "simultáneo", por lo que "se deben buscar otras estrategias que no vayan en desmedro de la población en su conjunto y se debe convocar a un diálogo transparente y sincero".