Según Defensa Civil, hasta el final de la tarde de este martes el número de víctimas fatales de la tormenta ascendía a 88, pero el Cuerpo de Bomberos aseguró que por lo menos 93 personas perdieron la vida hasta ahora.

La cifra de muertos seguramente aumentará en las próximas horas, en parte porque siguen los trabajos de búsqueda de personas soterradas por aludes de tierra y derrumbes de casas, y también porque el servicio de meteorología prevé que las lluvias seguirán al menos hasta el viernes, por lo cual las autoridades emitieron un "alerta máximo" para inundaciones y deslizamientos.

La "Ciudad Maravillosa" vivió hoy un martes con "cara" de domingo: la mayoría de los comercios mantuvo las puertas cerradas, así como las escuelas y las universidades, ante la virtual imposibilidad de desplazarse de uno a otro punto de Río por las calles convertidas en ríos.

Las principales autoridades, entre ellas el presidente Luiz Inacio Lula da Silva, atribuyeron la catástrofe a la violencia de la tormenta que, según aseguraron, fue la peor de la historia de la ciudad.

Lula y el gobernador Sergio Cabral, a su vez, confirmaron que la mayor parte de las víctimas fatales de la tormenta son personas que vivían en favelas sujetas a riesgo de derrumbe.

Tanto el mandatario como Cabral se comprometieron a intensificar el esfuerzo por urbanizar las favelas e impulsar obras de prevención de derrumbes que, a su juicio, fueron ignoradas por administraciones anteriores.

Sin embargo, una investigación de la organización no gubernamental Cuentas Abiertas reveló que, en enero, sólo el uno por ciento del total de recursos del gobierno federal para prevención de desastres ha sido destinado a Río, pese a que, a comienzos de este año, 84 personas murieron en los balnearios de Angra dos Reis e Ilha Grande a raíz de fuertes lluvias.